Deportes

* Vacas flacas

A Propósito, por Jaime García Elías

En lo que se despeja la incógnita relacionada con la posibilidad de que Guadalajara y Atlas salven la temporada consiguiendo, el próximo sábado, el boleto para la “Liguilla”, y abriendo la remota posibilidad de obtener por azar lo que no pudieron alcanzar por lógica (después de todo, la historia demuestra que en un sistema de competencia como el que se ha institucionalizado en el futbol mexicano, no necesariamente el mejor gana el campeonato), hay tiempo para hacer unos apuntes, a vuela-pluma, sobre las penosas circunstancias por las que atraviesan tres equipos dueños de sendos, respetables historiales...

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Uno, el Necaxa...
Su descenso al circuito inferior, al cabo de una sola temporada en la Primera División tras de su anterior condena al purgatorio de la hoy denominada “Liga de Ascenso”, no se limita a ser la consecuencia de una serie de malos resultados, acumulados durante los dos torneos de que consta la campaña. Tampoco es --como pretenden quienes atribuyen sus desgracias a la confabulación de los malos de la película con las leyes de la naturaleza-- el efecto perverso de las trapacerías (que no simples errores, involuntarios por definición) de los silbantes.
El Necaxa se fue de nuevo a la Liga de Ascenso porque desde que se convirtió en el hijo tonto (perdón por la analogía) de la “familia” que tiene puestas en el América sus preferencias, anduvo al garete. En Aguascalientes, donde carece de arraigo --y un equipo sin arraigo en su plaza es como un árbol sin raíces--, era una ánima en pena.

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Otro, el Atlante...
Los azulgranas aprovecharon su visita dominical a la capital del país para reunir a algunos de los viejos simpatizantes de los “prietitos”, y celebrar 95 años contados a partir de la fundación del que fue “el equipo del pueblo”. Los últimos cuatro, como de sobra se sabe, de destierro en Cancún, después de alguna intrascendente etapa en Querétaro.

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Y el otro, el Veracruz...
Incapaz de ganarse la sobrevivencia, el cuadro jarocho perdió en la mesa lo que había ganado en la cancha --el derecho a participar en la “Liguilla” por el ascenso--, y está en vías, incluso, de ser desafiliado.
Los tres saben de tiempos de Vacas Gordas. Los tres viven los correspondientes de Vacas Flacas... Los tres saben que no hay dolor más grande que el recuerdo, desde la impotencia, de los días felices.
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