Deportes

* Tepache

Por Jaime García Elías

“...y apenas era miércoles”.
Así, como el título del relato de Martha Cerda sobre las explosiones de un 22 de abril tristemente memorable --de pesadilla, para ser exactos-- en Guadalajara, apenas es miércoles y el “Clásico” programado para el domingo próximo ya roba cámara a otros temas futboleros de ocasión.

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Roba cámara, por ejemplo, a la saga del “affaire Darwin Quintero”...
La telenovela --literalmente-- comenzó con la expulsión del atacante colombiano del Santos Laguna, por golpear en el rostro al argentino Cristian Giménez, del Cruz Azul. Siguió con un elemento (aparentemente en “off side”) contaminante: la aseveración de que antes de la agresión --severamente penalizada-- hubo una provocación verbal: ofensas de carácter racista, para ser exactos.
La versión, aunque creíble, parece endeble: sin que se pretenda justificarlas, esas prácticas, en las canchas de futbol, son absolutamente cotidianas. Son valores entendidos. Es difícil que nadie del Cruz Azul haya dicho a Quintero nada más hiriente de lo que seguramente ha escuchado cientos de veces desde que comenzó su carrera en las canchas... y que difícilmente generó, en el pasado, reacciones similares... Después de todo, las supuestas víctimas de tales injurias --desde Cabinho hasta Quintero, pasando por Hugo Sánchez en sus años de goleador en el Real Madrid-- tampoco son mudos, ni acostumbran replicar con jaculatorias y bendiciones, como si de inofensivas monjitas ursulinas se tratara.

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Roba cámara, por supuesto, a los resultados de los partidos de ayer en la Liga de Campeones de Europa. Aunque la televisión ha vuelto cotidiano el milagro de poder presenciar, en vivo y a todo color, a miles de kilómetros de distancia, esas escenas del mejor futbol del mundo, al espectador, en México, le queda la sensación de que pasa frente a un restaurante de postín y se detiene a leer la carta que han colocado en la puerta... a sabiendas de que terminará en casita, comiendo modestas verduritas con crema, o en la calle, dando cuenta de una orden de tacos al pastor y un vaso de tepache.

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El aficionado, en todo caso, en medio de la vorágine, en plena feria de declaraciones con respecto a “El Partido” por excelencia, cruza los dedos para que esta vez no se cumpla al pie de la letra la regla de que en esos cotejos, a la hora buena, suele ser más el ruido que las nueces.
(Amén).
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