Deportes
* “Saber perder”
Por Jaime García Elías
Esa es otra lección que dio la otra noche --tarde, en México-- en Valencia el Barcelona, a despecho de su derrota en la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid: que los grandes equipos son --verdad de Perogrullo-- los que saben ganar... Pero también, principalmente, los que saben perder.
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Pep Guardiola, al final del encuentro, fue la dignidad personificada. Acusó la frustración por el resultado, desde luego. ¿Y cómo no, si el Barsa el año pasado unificó criterios para que se le declarara el mejor equipo del mundo y se ganó el calificativo de “campeón de todo”?... ¿Y cómo no, si la derrota determinante de un certamen se sufre ante el Real Madrid: el adversario --que no enemigo-- por antonomasia?
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Difícilmente por la mente de Guardiola habrá pasado la tentación de refugiarse en el cómodo expediente de culpar de la derrota al arbitraje. El técnico catalán dedicó frases de aliento a todos sus jugadores. Sus declaraciones retrataron, de cuerpo entero, su grandeza; su deportivismo. Frases como “No siempre se gana”, “En la vida también hay golpes”, “Claro que nos levantaremos”, son poco comunes en un medio en que hay la tendencia generalizada a buscar culpables... o pretextos.
Un periodista se la puso en bandeja, al aludir a “la agresividad del Madrid”; Guardiola la dejó pasar: “Para eso había un árbitro”, fue su respuesta.
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En la otra esquina también hubo una dignidad ejemplar para el manejo de la victoria. Sin estridencias, sin alardes, sin desplantes odiosos, José Mourinho habló por él, por sus jugadores y por el madridismo, al expresar que el título no es exclusivamente suyo; “Es de todos”, dijo. Y lo dijo después de dar, recién confirmado en España el doctorado que ya había alcanzado previamente en Portugal --su país de origen--, Inglaterra e Italia, una cátedra de teoría del futbol, como corolario de la exhibición práctica que culminó con la victoria y, sobre todo, la conquista del título en disputa: “El gran futbol no es sólo la posesión de la pelota: también es trabajo defensivo, contraataque, cobertura de espacios y jugar colectivamente”.
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Faltaría decir que el futbol sigue teniendo un gran parecido con La Rueda de la Fortuna, y que los partidos de semifinales de la Liga de Campeones serán, para los finalistas de la Copa del Rey, la siguiente tanda.
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Pep Guardiola, al final del encuentro, fue la dignidad personificada. Acusó la frustración por el resultado, desde luego. ¿Y cómo no, si el Barsa el año pasado unificó criterios para que se le declarara el mejor equipo del mundo y se ganó el calificativo de “campeón de todo”?... ¿Y cómo no, si la derrota determinante de un certamen se sufre ante el Real Madrid: el adversario --que no enemigo-- por antonomasia?
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Difícilmente por la mente de Guardiola habrá pasado la tentación de refugiarse en el cómodo expediente de culpar de la derrota al arbitraje. El técnico catalán dedicó frases de aliento a todos sus jugadores. Sus declaraciones retrataron, de cuerpo entero, su grandeza; su deportivismo. Frases como “No siempre se gana”, “En la vida también hay golpes”, “Claro que nos levantaremos”, son poco comunes en un medio en que hay la tendencia generalizada a buscar culpables... o pretextos.
Un periodista se la puso en bandeja, al aludir a “la agresividad del Madrid”; Guardiola la dejó pasar: “Para eso había un árbitro”, fue su respuesta.
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En la otra esquina también hubo una dignidad ejemplar para el manejo de la victoria. Sin estridencias, sin alardes, sin desplantes odiosos, José Mourinho habló por él, por sus jugadores y por el madridismo, al expresar que el título no es exclusivamente suyo; “Es de todos”, dijo. Y lo dijo después de dar, recién confirmado en España el doctorado que ya había alcanzado previamente en Portugal --su país de origen--, Inglaterra e Italia, una cátedra de teoría del futbol, como corolario de la exhibición práctica que culminó con la victoria y, sobre todo, la conquista del título en disputa: “El gran futbol no es sólo la posesión de la pelota: también es trabajo defensivo, contraataque, cobertura de espacios y jugar colectivamente”.
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Faltaría decir que el futbol sigue teniendo un gran parecido con La Rueda de la Fortuna, y que los partidos de semifinales de la Liga de Campeones serán, para los finalistas de la Copa del Rey, la siguiente tanda.
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