Deportes
* '¿Qué pasó...?'
Por Jaime García Elías
El tema va más allá de la gramática: el asunto llega a la sindéresis (discreción; capacidad natural para juzgar rectamente).
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El meollo del asunto estriba en que el equipo más popular de México, aun sin perder esa calidad, ha perdido simpatías y ha perdido poder de convocatoria. Lo primero se refleja en el consenso que se advierte en las respuestas de los aficionados a través de las mismas redes sociales en que se disparó la interrogante: al pretender consolidarse como empresa, el Guadalajara se ha desvirtuado como institución deportiva; sus actuales dirigentes han faltado al respeto, sistemáticamente, a su afición y a su propia historia; la estatura futbolística del equipo --y su competitividad, por ende-- está muy por debajo de las declaraciones triunfalistas de su propietario; su nuevo estadio compensa su modernidad y sus bondades con graves inconvenientes para los aficionados: las dificultades de acceso y desahogo... y los precios. Lo segundo se refleja en las tribunas: el Guadalajara actual no es el imán de taquilla que --aun en sus “años de Chivas flacas”-- solía ser.
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Menos mal que el equipo ya ganó. Aunque fuera ante un adversario --el Atlante-- mediocre, especulativo y timorato; aunque fuera de manera agónica; aunque fuera con un gol (el primero) manchado por una falta (empujón de Araujo) que, a partir del presupuesto de la honestidad de los silbantes, ni el árbitro ni su auxiliar más cercano vieron.
Ahora, a cruzar los dedos para que, ya sin tanta presión, en el ciclo de los cinco partidos que siguen en la agenda (Pumas, Pachuca, Jaguares, Tigres y Atlas), haya mejoría en el funcionamiento del cuadro, continuidad en los buenos resultados... y condiciones para que el “Güero” Real pase noches más apacibles, menos pobladas de fantasmas.
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Todo eso, mientras el América de Carlos Reinoso ligaba su tercera victoria al hilo, los “Tecos” perdían en San Luis un partido que ganaban, y el Atlas, al jugar al tú por tú como visitante del Toluca, daba indicios de que la derrota de la jornada anterior --ante el América, precisamente-- no fue, como dijeron algunos, un síntoma de su regreso a “la normalidad”.
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