Deportes
* 'Petatazo'
Por Jaime García Elías
Lo que no queda claro, por lo menos hasta ahora, es... a favor de quién.
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Apenas tomar posesión de su cargo como timonel americanista, en sustitución de Manuel Lapuente (la primera cabeza que rueda, se diría que prematuramente: apenas en la tercera fecha del Torneo de Clausura 2011), Carlos Reinoso se sacó de la manga una carta sorpresiva: anunció, aun antes de dirigir su primera práctica, la alineación americanista que enfrentará a los rojinegros.
El gesto --un desplante de fanfarrón de taberna-- implica, según sus panegiristas, una solemne declaración de principios por parte del técnico chileno. Anunciar una formación “ofensiva”, con un solo medio de contención (Pardo), tres volantes ofensivos (Esqueda, Olivera y Montenegro) y dos atacantes netos (Vuoso y Sánchez), es una manera de calificar de medroso a su antecesor en el puesto; no un mariscal de campo audaz, capaz de ordenar, de entrada, “¡Al ataque, mis valientes...!”.
Desde la perspectiva de un observador serio --conservador, si se quiere--, la intrepidez del “Maestro” no pasa de ser la clásica apuesta de querer asustar incautos (con la esperanza de que otro “Maestro”, Benjamín Galindo, sea uno de ellos) con el consabido “petate del muerto”.
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Al margen de que Reinoso ratifique o rectifique su decisión, en función de las observaciones que realice en los entrenamientos, de consultas con la almohada (y de la suerte, incluso... porque nadie puede garantizarle que ninguno de los jugadores incluidos en la oncena que adelantó se le vaya a indisponer), su declaración ya incorporó un elemento adicional al atractivo que de suyo, por varias razones, tenía el encuentro de mañana...
Una, que el Atlas, de manera sorpresiva, merced a su récord perfecto --la antítesis cabal del equipo que comenzó el Torneo de Apertura arrastrando la cobija, literalmente--, marcha en calidad de líder invicto del certamen.
Otra, que el cese de Lapuente significa que los dirigentes del América, al acatar la “vox pópuli” que cada vez con mayor insistencia demandaba el cese de Lapuente porque el funcionamiento del equipo estaba en las antípodas de sus declaraciones, decidieron que ya estaba bueno de ser el hazmerreír de Patolandia.
Y una más: que es (por lo que ese simple hecho implica...) el América.
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