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* La de arena

Por Jaime García Elías

Lo más fácil, en efecto, es sumarse a la turba y exigir para Memo Ochoa lo mismo que hace dos mil años se demandaba para el nazareno que predicaba en Jerusalén:
--¡Crucificadle...!
Empero, no es justo. El gol que significó el empate para Venezuela, la noche del martes en San Diego, no fue, como se dijo, ni un caso de alta traición ni una chambonada escandalosa e imperdonable del arquero de la Selección mexicana.
Fue, en todo caso, un yerro colectivo de toda la defensiva. Puesto que el lance se originó de un tiro de esquina, se supone que las marcas están prestablecidas. En consecuencia, es inadmisible que mientras dos zagueros mexicanos forcejeaban con un atacante venezolano, en el corazón del área, Vizcarrondo --un agregado estratégico en la zona-- contara con tantas facilidades para comparecer al punto marcado para la cita: la esquina del área chica, frente al primer palo del “Tri”.

*

Además de la falacia de que esa pelota, por definición, era de Ochoa, y de la injusticia que de ahí se desprende  (que el gol fue un regalo del arquero mexicano y punto), lo más honesto sería admitir que, por doloroso que haya sido --porque se esperaba el triunfo, parte por la historia de los duelos entre mexicanos y venezolanos, parte porque el
3-1 del sábado anterior ante Paraguay encandiló más de la cuenta a un sector de la crítica--, el empate ante Venezuela fue de justicia...
México no jugó para ganar. No hizo los merecimientos que en el encuentro precedente le permitieron labrar, gol a gol, el marcador. No tuvo contundencia porque no tuvo llegadas... y no tuvo llegadas porque no tuvo imaginación. En su medio campo, la noche del martes, hubo demasiados obreros y pocos arquitectos.
La encomienda de convertirse en “el creativo” --o “el táctico”-- del equipo, esta vez le quedó demasiado holgada a Giovani. Como suele suceder en esos casos, se habla más de “Sinha” como “el gran ausente” que de Gío como del cerebro del equipo que en esta ocasión, por más que se esforzó, no supo ser.

*

Lo malo del caso fue que el “Tri” acuso falta de regularidad: incapacidad para mostrar cuál es su verdadero rostro.
Lo bueno, que “la de arena” del martes --correspondiente a “la de cal” del sábado-- le baja un poco la espuma al chocomilk.
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