Deportes

* 'Juguete caro'

Por Jaime García Elías

La venta del equipo de futbol, que tiene mareados a los dirigentes del Atlas --literalmente, como el zorro atolondrado al que el cuervo traía a mal traer en las viejas historietas--, podrá ser un remedio pasajero, un paliativo... pero no la solución definitiva, ni, mucho menos, la panacea para los problemas financieros (y todos los que de ahí se derivan) que la institución arrastra desde tiempo inmemorial.

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A la pregunta de si el desenlace del conflicto existencial por el que actualmente atraviesa el club rojinegro será la transformación de la Asociación Civil en Sociedad Anónima y la ulterior venta de las acciones a Salvador Martínez Garza --o a otro empresario que eventualmente llegara a hacer una propuesta más seductora--, la respuesta correcta parece ser que sí: que casi seguramente ése será el siguiente capítulo de la larga y tortuosa historia del añejo club.
Sin embargo, no será ése, con absoluta seguridad, el final de la película...

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Para la institución y para los accionistas --varios de los cuales, por cierto, lo son sin necesidad de haber hecho el mínimo desembolso para ello, ya que recibieron sus títulos como regalos del club--, será un alivio descansar de su esquema anarquista, por tumultuario, de gobierno. Con la dirección unificada en una persona --el comprador-- y no desparramada en más de 150 voluntades que difícilmente concuerdan en algo, es posible que los primeros pasos de la nueva administración puedan darse con firmeza.
Empero, las lunas de miel no son eternas. La propia historia de Martínez Garza, en que fue dueño de los destinos del Guadalajara, lo demuestra: cuando se le vio como el salvador de la patria, su actitud con respecto al equipo fue una; cuando los aficionados comenzaron a cuestionarlo --como ahora mismo sucede con el actual propietario de las “Chivas”--, el juguete caro en que llegó a poner todas sus complacencias, se convirtió en una monserga.

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Además, al igual que las lunas de miel, los empresarios que se vuelven dueños de instituciones (una historia que aquí ya se vivió con el Oro, con el Jalisco y con las “Chivas”... y, según todos los indicios, está en vías de vivirse con el Atlas) tampoco son eternos...
También a ellos llega a fastidiarles el juguete caro, que en un descuido termina botado en el cubo de la basura.
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