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* “Ganamos”

El 3-0 del jueves sobre Rusia obligó a los narradores a sacar del arcón --olorosos, aún, a naftalina-- algunos tópicos de sus antecesores más notables...

Se explica la euforia de los aficionados y aun de los críticos españoles: aunque esta es la tercera vez que llegan a la final de la Eurocopa, y aunque --de dar, mañana, el zarpazo definitivo-- no sería esta la primera vez que la ganaran, sino la segunda, es digno de todo encomio haber llegado hasta donde ya lo hicieron.
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El 3-0 del jueves sobre Rusia obligó a los narradores a sacar del arcón --olorosos, aún, a naftalina-- algunos tópicos de sus antecesores más notables...
Varios cronistas se suscribieron a analogías musicales: “Sinfonía Triunfal”, encabezó alguno de los diarios peninsulares. De “Orquesta” calificó otro a la escuadra española, y de “coral” a su desempeño. Sólo les hizo falta ilustrar la nota con una fotografía de Luis Aragonés caracterizado con smoking, encaramado en el pódium, armado con una batuta, y en actitud de dar entrada a un “forte” de los trombones en un pasaje especialmente brillante de una obertura wagneriana.
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Sin regatear el elogio a la “Furia” --apodo al que España llegó unos años antes que el Atlas, por cierto--, algunos medios sostienen que “España, sin duda, es lo mejor de la Eurocopa”. Sin embargo, advierten: “Prudencia, que aún no hemos ganado nada”... (En efecto: merece subrayarse la conjugación del verbo: los españoles, como los mexicanos --algún parentesco tenemos, por lo visto...--, por alguna misteriosa razón, tienen la tendencia a conjugar el verbo ganar en primera persona (“ganamos”)..., y el verbo perder, en tercera (“perdieron”).
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Curiosamente, el calificativo “imprevisible” ha sido utilizado, indistintamente pero por razones diferentes, para los dos finalistas de la Eurocopa: mientras el seleccionador alemán Joachim Low lo aplica a los españoles por la tendencia de sus volantes a intercambiar posiciones y a invadir la zona de los atacantes, Franz Beckenbauer se lo aplica a los germanos porque éstos, según se ha visto en el certamen, tienden a alternar --ya no según el lado de la cama en que hayan dormido, sino según de donde esté soplando el aire-- las vulgaridades con las genialidades.

En todo caso, si las dos escuadras muestran en la batalla decisiva de la guerra, mañana, al menos una parte de lo que han insinuado en los zafarranchos preliminares, se confirmará, probablemente, que a la Eurocopa sólo le faltan Argentina y Brasil para ser el escaparate del mejor futbol del mundo.


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