Deportes

* Despertares

Por Jaime García Elías

Para eso sirvió el receso de una semana en la competencia doméstica: no tanto para que la Selección Nacional alimentara demasiadas ilusiones sobre sus perspectivas en la próxima Copa Oro --versión tercermundista, como la pomposa Copa de Campeones de la Concacaf, de los torneos internacionales que regularmente se disputan en Europa--... y sí para que algunos equipos, emulando al Lázaro del relato evangélico, se levantaran y “andaran”.

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Los casos más sonados: Jaguares, Santos Laguna y Pachuca.
Jaguares dio, retumbante, la campanada de la jornada sabatina. Tenía, en teoría, la ventaja de jugar como local. Empero, ni la jerarquía del adversario --los “Pumas”, que llegaban a la cita con los diplomas de líderes de la clasificación y el agregado de estar invictos en sus primeras 11 apariciones--, ni, sobre todo, su marcha dentro del certamen, eran argumentos que invitaran a marcarlo como favorito.
Santos Laguna, a partir del cese --nunca suficientemente justificado-- de Rubén Omar Romano y de la designación (ídem) de Diego Cocca como su reemplazante, estaba convertido en un cheque al portador para quien se atravesara en su camino. Fue impactante, por tanto, que se reconciliara con la victoria --y, sobre todo, que lo hiciera con un marcador contundente-- al enfrentarse el Cruz Azul que es --en teoría--, uno de los protagonistas de la etapa clasificatoria, y será (ídem) uno de los favoritos en el verdadero campeonato que sigue al largo prólogo que se disputa actualmente.
Finalmente, el Pachuca: ganar, como visitante del Morelia, y hacerlo con amplitud merced a un gol conseguido en tiempo de compensación, en los minutos que --según los ademanes de Efraín Flores, actual timonel de los “Tuzos”-- se regalaban a los locales para que eventualmente empataran (o algo más) el partido que perdían desde el primer tiempo, tampoco parecía encajar en las previsiones de la lógica.

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Todo eso mientras el Guadalajara alimentaba la esperanza de tener, por fin, el próximo sábado, la primera entrada decente para un juego de Liga en su estadio, en el “Clásico de Clásicos” ante el América (otro despertar retumbante de la jornada, por cierto), luego de dar al Necaxa el que quizá haya sido el empujón definitivo hacia la sepultura de la que acababa de salir, y Atlas y Estudiantes Tecos se hacían daño mutuamente, compartiendo, “como buenos hermanos”, el botín que, dividido, a nadie beneficia.
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