Deportes
* 'Contagio'
Por Jaime García Elías
El oficio ayuda, desde luego. Empero, nada sustituye al talento.
Lo anterior viene al caso por los afanes de los dirigentes del Guadalajara por devolver al equipo más popular de México, si no su grandeza pretérita, sí, al menos, su protagonismo habitual.
*
El “chivismo” está en crisis. Es obvio.
Para empezar, la contrariedad de los simpatizantes del “Rebaño Sagrado” --de la mayoría, al menos, salvo prueba en contrario-- porque la filosofía del equipo, su afán por mantener la comunión con los aficionados, aun en los “años de Chivas Flacas”, ha sido sustituida por las ocurrencias, caprichos, manías e imposiciones que constituyen lo que podría llamarse “el estilo personal de gobernar” --con la venia de Don Daniel Cosío Villegas-- de los actuales dueños del juguete.
Después, la mediocridad del equipo. La comprobación, reiterada semana tras semana, de que los “chavos” --como les dice el patrón-- surgidos de la cantera, no se transforman en “cracks”, como por arte de magia, en cuanto se enfundan en la famosa camiseta rojiblanca... Por el contrario: las muestras de que la camisa en cuestión pesa excesivamente sobre sus espaldas, si vestirla implica la responsabilidad de conseguir los resultados que los verborreicos dirigentes prometen y los devotos de la causa exigen.
*
Entre las medidas desesperadas --a falta de talento en la cancha-- que los jefes han decidido poner en práctica, está la colaboración con el plantel, de antiguos jugadores sobresalientes del equipo. En la lista aparecen Claudio Suárez, Alberto Coyote y Víctor Rangel. A alguno de ellos, ninguno de los actuales jugadores del Guadalajara pudo haberlo visto jugar; por una elemental razón: ni siquiera habían nacido.
Lo principal, empero, es comprobar si los veteranos invitados tienen el don de transmitir sus enseñanzas, y si entre los jugadores actuales hay la disposición para recibirlas... y la humildad necesaria para llevarlas a la práctica.
*
De la decisión de invitar a las leyendas vivientes del “Campeonísimo” -a los que sólo vieron jugar, si acaso, los abuelos de los actuales integrantes del plantel- a participar en viajes y concentraciones, lo mismo: la utilidad práctica de la medida está en veremos, porque hasta ahora en todo el mundo se ha creído que con el talento para el futbol se nace y se cultiva... pero no se transmite -como los virus de la gripe, por ejemplo- por proximidad física.
Así que...
Lo anterior viene al caso por los afanes de los dirigentes del Guadalajara por devolver al equipo más popular de México, si no su grandeza pretérita, sí, al menos, su protagonismo habitual.
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El “chivismo” está en crisis. Es obvio.
Para empezar, la contrariedad de los simpatizantes del “Rebaño Sagrado” --de la mayoría, al menos, salvo prueba en contrario-- porque la filosofía del equipo, su afán por mantener la comunión con los aficionados, aun en los “años de Chivas Flacas”, ha sido sustituida por las ocurrencias, caprichos, manías e imposiciones que constituyen lo que podría llamarse “el estilo personal de gobernar” --con la venia de Don Daniel Cosío Villegas-- de los actuales dueños del juguete.
Después, la mediocridad del equipo. La comprobación, reiterada semana tras semana, de que los “chavos” --como les dice el patrón-- surgidos de la cantera, no se transforman en “cracks”, como por arte de magia, en cuanto se enfundan en la famosa camiseta rojiblanca... Por el contrario: las muestras de que la camisa en cuestión pesa excesivamente sobre sus espaldas, si vestirla implica la responsabilidad de conseguir los resultados que los verborreicos dirigentes prometen y los devotos de la causa exigen.
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Entre las medidas desesperadas --a falta de talento en la cancha-- que los jefes han decidido poner en práctica, está la colaboración con el plantel, de antiguos jugadores sobresalientes del equipo. En la lista aparecen Claudio Suárez, Alberto Coyote y Víctor Rangel. A alguno de ellos, ninguno de los actuales jugadores del Guadalajara pudo haberlo visto jugar; por una elemental razón: ni siquiera habían nacido.
Lo principal, empero, es comprobar si los veteranos invitados tienen el don de transmitir sus enseñanzas, y si entre los jugadores actuales hay la disposición para recibirlas... y la humildad necesaria para llevarlas a la práctica.
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De la decisión de invitar a las leyendas vivientes del “Campeonísimo” -a los que sólo vieron jugar, si acaso, los abuelos de los actuales integrantes del plantel- a participar en viajes y concentraciones, lo mismo: la utilidad práctica de la medida está en veremos, porque hasta ahora en todo el mundo se ha creído que con el talento para el futbol se nace y se cultiva... pero no se transmite -como los virus de la gripe, por ejemplo- por proximidad física.
Así que...
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