Deportes
* Con gato...
Por Jaime García Elías
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El adversario, por principio de cuentas, es respetable; tan respetable como deberían de serlo todos. Sin embargo, porque el país balcánico recientemente desmembrado de la antigua Yugoslavia, no es aún una potencia futbolera, y porque para el compromiso del pasado miércoles, por equis o zeta razones no pudo contar con su mejor elenco, no había las condiciones necesarias para que fuera un sinodal especialmente exigente.
El entorno, en segundo lugar, fue absolutamente propicio para el “Tri”. Los jugadores mexicanos están muy familiarizados con los estadios estadounidenses, y particularmente en los que tienen asegurada una mayoría significativa de simpatizantes en las tribunas.
Adicionalmente, el público que concurre a estos encuentros no está cortado con la misma tijera que el que de ordinario concurre a los estadios mexicanos. Éste es más exigente. Aquél, en cambio, acude a los estadios con un ánimo benévolo; va a esos partidos ilusionado con ser testigo del triunfo de su equipo por antonomasia, y predispuesto a festejarles todo a sus idolitos de barro.
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La victoria tendrá el valor de uso de que permitirá al flamante técnico nacional dar el siguiente paso sin demasiada presión sobre la espalda. Le dará cierta tranquilidad para ir haciendo la depuración que necesariamente deberá continuar hasta llegar a la meta: el Mundial de 2014 en Brasil.
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Por lo pronto, aunque un considerable --cuantitativamente hablando-- sector de la crítica objetó la decisión de convocar a Giovani dos Santos, por su falta de continuidad en sus equipos, tanto en Inglaterra como en España, es probable que el tiempo (“supremo juez...”) termine por dar la razón a “Chepo”: en los equipos mexicanos, casi todos los jugadores a los que se les confiere en sus equipos el rol de “tácticos”, “creativos” o como se les quiera denominar, son extranjeros; y los pocos mexicanos que asumen la responsabilidad de ejercer como mariscales de campo, o son irregulares, o están muy verdes, o ya vieron pasar sus mejores años.
“Chepo” de la Torre debe aprender, pues --si es que no lo sabe--, que, en el cargo que actualmente desempeña, “el que no tiene perro, tiene que cazar con gato”.
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