Deportes

* Camisas volteadas

Por Jaime García Elías

Los títulos del Atlas son de otra índole. No son de los que se materializan en vistosas y anodinas piezas de hojalata que se arrumban y el tiempo se encarga de cubrir de hollín y de polvo en una presuntuosa “sala de trofeos”.
La historia del Atlas, para bien y para mal, está hecha de otra cosa...

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El capítulo más reciente: la aparición de los jugadores en la cancha de entrenamientos, para la práctica del miércoles... con las camisetas volteadas.

El mensaje simbólico era obvio: profesionales como son, en el sentido de asumir la responsabilidad que les corresponde, los jugadores comparecieron a la cancha de entrenamientos a la hora habitual; saltaron al campo, dispuestos a seguir las indicaciones de sus mentores... Sin embargo, profesionales como son, en el otro aspecto, decidieron externar públicamente su hastío --más que simple inconformidad-- con la que se ha vuelto una práctica inveterada en la institución: el pago a destiempo.

De ahí el gesto de ponerse los uniformes al revés, para ocultar tanto los nombres de los patrocinadores que aportan importantes recursos económicos que no se reflejan puntualmente en las quincenas del plantel de jugadores, como el escudo de un club histórico, respetable en muchos aspectos, sin duda... pero cuyos dirigentes no han encontrado la fórmula idónea para salir del círculo vicioso en que el Atlas está atrapado desde hace varias décadas; para sacar al equipo de futbol del mar de mediocridad en que flota a la deriva, sin brújula, sin timón, sin rumbo cierto, y para romper la paradoja del violento contraste (en rojo y negro, como los vistosos colores del uniforme) entre el orgullo por representar el buen gusto por el futbol --sedeño, terso, fino--, por una parte... y, por la otra, el rubor por su contumacia en la mediocridad; para salir, en fin, de su incapacidad crónica (60 años de sequía de títulos tangibles lo demuestran) para adquirir verdadero protagonismo en el futbol mexicano.

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Presionados por el escándalo en que se convertiría el episodio de las camisetas volteadas, los actuales portadores de una estafeta que sabe más de penas que de glorias, se comprometieron a encontrar, en un plazo de una semana, la solución a los problemas actuales...

Se les puede creer: la próxima semana habrá aspirinas para aliviar los síntomas; nada, en cambio, que cure el cáncer financiero que padece el Atlas.
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