Deportes
* 'Asegunes'
Por Jaime García Elías
Fue un paseo... y gracias.
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Echar a vuelo las campanas porque el “Tri” venció a Paraguay con un rotundo y categórico marcador de 3-1, es, por decir lo menos, una exageración. Colgar a la Selección mexicana la etiqueta de “el torbellino tricolor” y ditirambos similares, porque en poco más de media hora de partido --o lo que fuera-- liquidó al adversario, tomando una ventaja de 3-0 que se antojaba irreversible una vez que lo que se anunció como partido amistoso demostró ser, desde las primeras escaramuzas y contra la generalidad de los pronósticos, una versión futbolera del clásico juego del gato con el ratón, es una falacia que el tiempo --como de costumbre-- se encargará de desenmascarar.
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Por supuesto, hubo cosas plausibles en el desempeño del pelotón armado para el caso por “Chepo” de la Torre...
De entrada, la contundencia del “Chicharito” Hernández. Los goles con que marcó el rumbo del partido son claros indicios de que Javier, lo mismo en el Manchester United que en el “Tri”, sabe sacar partido de su movilidad, de su intuición para colocarse donde puede ser más útil a su equipo y más letal para el adversario, y de su frialdad para dar, con una contundencia poco común, el toque final (“la suerte suprema” de que acostumbran hablar los taurinos) a trazos y movimientos de su equipo. La madurez de Guardado, Márquez y “Sinha”, independientemente de lo aventurado que resultaría suponer que los dos últimos, por elementales razones de calendario, llegarán al Mundial de 2014 en aptitud de seguir siendo jugadores de Selección. La solvencia de Talavera, con todo y el pecado --“al alimón” con el “Maza” Rodríguez-- que regaló el gol “de la honrilla” a los guaraníes. Etc.
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Empero, a partir de la premisa de que “una golondrina” no hace verano, de que la escuadra paraguaya decepcionó a la crítica y a sus propios aficionados --especialmente por el antecedente de su más que digna participación en el Mundial del año pasado en Sudáfrica--... y, sobre todo, de que la historia aporta demasiadas pruebas de que la Selección mexicana suele convertirse en “Decepción Nacional”, quizá lo más sensato sea guardar los cohetes para mejor ocasión.
(Después de todo, “la burra no era arisca...”).
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