Deportes
* Apóstol Trece
Por Jaime García Elías
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El lugar común, llegados a estas alturas de la película, consiste en engallarse, sacar el pecho y echar en cara al futbol mexicano, a voz en cuello y desde media plaza, “su mediocridad”...
Curiosamente, quienes así suelen expresarse coinciden, también, en que campeonatos como la Liga Española, o los de Argentina o Uruguay, donde ordinariamente hay un par de protagonistas (Barcelona y Real Madrid, River Plate y Boca Juniors, Nacional y Peñarol, respectivamente) rodeados por un montón de “extras” que se limitan a desempeñar el rol de relleno del pastel, resultan, precisamente por rutinarios, menos atractivos que los que regularmente se disputan en México.
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El sistema de competencia vigente en el futbol mexicano implica, en efecto, el riesgo de que al menos alguno de los tradicionales “grandes” claudique. En compensación, suele abrir la posibilidad de que uno o varios modestos se cuelen a la llamada “fiesta grande”...
Por esa vía han llegado al título, incluso, algunos émulos del Apóstol Trece del cuento (un pintor que colocó a trece apóstoles en un cuadro de “La Última Cena”, y enmendó el error colocando una leyenda epigramática junto a uno de ellos: “Yo no soy apóstol ni soy nada; / sólo vine a cenar, y me voy... a la Calzada”).
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Muy bien pudiera ser, sin ir más lejos, el caso del Guadalajara: un equipo que llegó a la “Liguilla” en calidad de “colado”, con números mediocres; que en la primera salida del verdadero campeonato tuvo una actuación excepcional --es decir, diferente a la que fue su línea ordinaria de comportamiento durante la temporada regular-- y puso en la lona al que llegó como líder de la clasificación general... y que ahora (“Ya encarrerado el ratón...”) acaricia el sueño de ponerles el cascabel a los “Pumas”, como se los puso la semana pasada a los “Tigres”.
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