Deportes
* Afrenta
Por Jaime García Elías
Si no, que se lo pregunten a Pablo Marini: el partido del viernes pasado ante Estudiantes Tecos, en el feudo de la Autónoma, era una versión futbolera del consabido “duelo al amanecer” de las viejas películas de vaqueros, con el “Chelís” Sánchez Solá y el mencionado Marini como protagonistas. A la postre, el primero sigue en el baile; el segundo... “se llamaba”.
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La susodicha regla, sin embargo, tiene sus excepciones...
El ejemplo a la medida sería Sergio Lugo: la derrota sufrida por el Toluca, el domingo, en su propia cancha, ante el Morelia, fue del género de las especialmente dolorosas y de la especie de las vergonzosas. Lo primero, porque fue un indicio de que La Bombonera, antaño intransitable y aun temible --por el frío, por la altura y por las particularidades de la cancha, la más pesada de la República, que de ordinario es un aliado de los locales y un adversario adicional para los visitantes--, ha pasado a ser inocua y aun hospitalaria con los forasteros; lo segundo, porque si duele que un equipo pierda en casa, que pierda por una goleada tan escandalosa como el 6-1 impuesto por los “Monarcas” cala en el orgullo, y más por un par de razones adicionales: porque el Toluca es, por su historia reciente, uno de los cuadros más respetables que hay en México --ganarle con ese marcador es una insolencia mayúscula--... y porque nunca antes, según refieren los memoriosos, había sufrido una afrenta de ese vuelo.
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Más generosos que la generalidad de sus colegas, los dirigentes del Toluca decidieron perdonarle la vida a Lugo, a despecho del plebiscito que pedía a gritos su destitución, y darle una segunda oportunidad. Ésta consistirá en postergar la sentencia definitiva para el fin al encuentro del próximo domingo ante un adversario que cualquiera diría que es, en este momento, un cheque al portador: el Santos Laguna, que ni con Rubén Omar Romano ni sin él levanta el vuelo, no obstante su plantel --envidiable para la mayoría de los equipos-- y, adicionalmente, su calidad de subcampeón.
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Todo eso, mientras Atlas y Guadalajara, más que velar armas, curan sus mataduras físicas y morales, de cara a un “clásico” --el del próximo sábado en el Jalisco-- hoy por hoy bastante devaluado.
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