Cultura

Wagner, Hindemith y Brahms protagonizan gala de la OFCM

Se presenta Avi Ostrowsky como director huésped en la recepción concertina del fin de semana

CIUDAD DE MÉXICO (11/MAR/2013).- Dentro del marco de la programación de la Temporada de Conciertos 2013, la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM) regaló una recepción concertina, el pasado fin de semana --Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli (CCOY)--, protagonizada por piezas de los alemanes Richard Wagner (1813-1883), Paul Hindemith (1895-1963) y Johannes Brahms (1833-1897).

Director huésped: el israelita Avi Ostrowsky, quien estuvo al frente de la OFCM en la ejecución de obras emblemáticas de la música germana: obertura de ópera, neoclasicismo tardío y romanticismo, respectivamente.

Composiciones seleccionadas: Obertura de la Ópera "Los maestros cantores de Nuremberg", del carismático Wagner; "Metamorfosis sinfónicas sobre temas de Carl Maria von Weber" (Allegro, Turandot, Andantino, Marcha), del neoclásico Hindemith, y "Sinfonía No. 1" (Un poco sostenuto-Allegro, Andante sostenuto, Un poco allegretto grazioso, Adagio-Piu andante-Allegro), del "más clásico de los compositores románticos", Brahms.

Comenzó la velada con la Obertura de la ópera "Los maestros cantores de Nuremberg", del autor de "Tristán e Isolda". El pianista Ferdinand Hiller la consideró en su época de estreno (finales de los años 60 del siglo XIX) de mal gusto, "demente asalto contra la música y la poesía".

Por su parte, el compositor y periodista, Heinrich Dorn, la juzgaba como "discordante y horrorosa". Hoy, sin embargo, es para muchos conocedores "la más alegre y festiva" de todo el catálogo operístico del admirado y, a la vez, odiado músico de Leipzig.

Lo cierto, imposible desdeñar la música de Wagner. Ahí está merodeando entre nosotros: se multiplican los incondicionales con el paso del tiempo.

Esta obertura es muestra de grandilocuencia instrumental: flautas escoltadas por las cuerdas y percusiones concluyentes de fragmentos melódicos que compensan una letanía de progresiva distribución. Cautelosa marcha/vals: bizarra cadenza subrayada por los trombones en fragoroso remate de sorpresivas modulaciones, que la OFCM supo arrogarse con incondicional y "expansiva sonoridad wagneriana".

Segundo acto: se dio advenimiento a Hindemith y su "Metamorfosis sinfónicas sobre temas de Carl Maria von Weber". Compositor anti wagneriano, si los hay, Hindemith fue un músico de "alocución directa", que con poco recursos intentó decir mucho.

Carl Maria von Weber (1786 - 1826), iniciador del romanticismo alemán, que el autor de "Matías el pintor" toma como modelo para estas mutaciones instrumentales en cuatro episodios de fragorosa peregrinación tímbrica en la que flautas, trombones, cornos (satíricos en silbos de extravagantes y sublimes alusiones), clarinetes, fagotes, trompetas y violines consiguen una rara y hermosa gradación orquestal.

Allegro, Scherzo, Andantino y Marcha en sujeciones de intervalos que insinúan tenues síncopas jazzísticas (Turandot/Scherzo) y aires neo-románticos de incitante cromatismo desde riffs que se trasmutan por todas las secciones de la orquesta: acentuaciones ambivalentes que confluyen en apostada y peregrina fonología.

La OFCM sostuvo la frondosidad de estas mutaciones con íntegra prosodia bajo efectiva batuta de un Ostrowsky deliberativo, conocedor de los atracaderos confluentes (romanticismo, contrapunto, neoclasicismo...) de un compositor incómodo para el régimen nazi, por sus osadas propuestas musicales.

Y llegó el tiempo Brahms con la polémica y atrayente "Sinfonía No. 1", la cual muchos consideran y nombran como la "Décima de Beethoven": denominación acuñada por el pianista Hans Guido von Bülow (1830-1894).

Nunca Brahms negó sus afinidades con el compositor de Bonn: cierto que esta primera sinfonía, en la que tardó más de 20 años para su culminación, tiene líneas de evidentes distribuciones beethovenianas (sobre todo el Allegro non tropo ma con brio del cuarto movimiento).

Pero, estamos en presencia de un discurso suntuoso, excitable (primer movimiento) de absoluta mesura que se aleja de los axiomas de Liszt, Berlioz y Wagner ("revolucionarios radicales", de Weimar, en la famosa "Guerra de los románticos" en la que Brahms era el líder de los conservadores) y apela a una enunciación sólida y transparente de vibrante belleza orquestal.

La OFCM pespunteó muy bien la intermitente dicción de brumoso dibujo que se bambolea entre lo clásico y lo romántico. Risa de Dios en Un poco allegretto e grazioso (tercer movimiento), y Adagio suspendido en murmurante pizzicato de las cuerdas. Confluencias instrumentales en treguas melódicas que los adictos a Brahms celebran con regocijo.

Ovación cerrada. Cuatro salidas de Ostrowsky, quien reconoce a las secciones de viento-madera, cuerdas y metales.

"To be Brahms, or not to be Brahms: that is the question". La categórica ejecución de la OFCM, el pasado fin de semana de la "Sinfonía No. 1", del compositor de las "Danzas húngaras", acrecentó la incondicional afiliación brahmsiana de este cronista: "to be Brahms: that is the question".

Se anunció la próxima transmisión (sábado 16 y domingo 17 de marzo): obras de Carl Maria von Weber, Robert Schumann y Johannes Brahms. Repite, como director huésped, Avi Ostrowsky.

Todo indica que en la Sala Silvestre Revueltas del CCOY, estos agasajos de la OFCM, auspiciados por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, cada fin de semana se ponen mejores.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando