Cultura
Visiones de Atemajac
Semblanza de Humberto Ortiz (In Memoriam)
El 27 de diciembre se cumplen tres años del fallecimiento del pintor y maestro Humberto Ortiz Rivera, quien fuera Jefe del Departamento de Artes Visuales del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño de la Universidad de Guadalajara.
Dos momentos fueron, desde mi perspectiva, fundamentales para comprender su trayecto vital. El primero lo remonto hasta 1977, cuando pude presenciar, azorado, la saludable quema de ejercicios (seleccionados como deficientes) que en una insólita pira, un joven maestro de dibujo ordenó en medio de la oscura azotea de la antigua Escuela de Artes Plásticas. Fue la primera –y emblemática- referencia que tuve de Humberto Ortiz. El segundo momento es reciente. A fines del 2006 el destacado artista conceptual mexicano Carlos Aguirre fue invitado para impartir un taller a los maestros de la Escuela de Artes.
En la última sesión teníamos que verbalizar un proyecto artístico trabajado a partir de una fotografía de Humberto Ortiz sentado junto a un equipo que hemodializaba su sangre. El “Gordo”, impasible, se levantó y nos explicó los pormenores técnicos de su enfermedad renal (que él sabía terminal). No hubo quejas ni dolor. Todo lo contrario. La posibilidad de ligar su caso clínico con trabajos de sus compañeros lo mantuvo reconfortado durante toda la jornada.
El primer rasgo descrito evidenciaba su iconoclasia y anhelo de renovación. El segundo, su temple y ejemplar anclaje a la vida. En medio pueden ubicarse datos biográficos, los que introduzco de manera sintetizada para terminar de configurar la semblanza de nuestro personaje.
Nacido en 1951 por el rumbo de los barrios de la Sagrada Familia y Capilla de Jesús, en el primer cuadro de Guadalajara, Humberto Ortiz ingresó, siendo adolescente, a la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, donde estudia la carrera de Pintura, la cual alternará con el ejercicio del diseño gráfico, así como con la investigación histórica, que sistematizó cursando la maestría en Humanidades en la Universidad Autónoma de Zacatecas.
Dueño de un particular talento para el dibujo figurativo y conectado con la vertiente estética del realismo fantástico, Humberto Ortiz expuso a lo largo de tres décadas múltiples series y “bestiarios”, tanto en el país como en Cuba y España. Convencido de la imperiosa necesidad de renovar estructuras académicas y estéticas, participó tanto en la creación de la Licenciatura en Artes Visuales -particularmente la rama denominada Dibujo y Estampa-, en la realización del Coloquio de Análisis de Arte Latinoamericano y en la puesta en marcha de talleres de arte contemporáneo impartidos por maestros invitados.
Poseedor de una inteligencia clara y de un espíritu crítico, Humberto Ortiz no sólo se caracterizaba por sus conversaciones y opiniones, en ocasiones demoledoras por estar salpicadas con una mordacidad corrosiva y un humor ingenioso, sino que también se distinguía, mas allá de la anécdota o de cualquier consideración, por una lealtad (a toda prueba) hacia sus amigos y por un profundo compromiso con la cultura visual y la educación artística regionales.
Navatorr@hotmail.com
Dos momentos fueron, desde mi perspectiva, fundamentales para comprender su trayecto vital. El primero lo remonto hasta 1977, cuando pude presenciar, azorado, la saludable quema de ejercicios (seleccionados como deficientes) que en una insólita pira, un joven maestro de dibujo ordenó en medio de la oscura azotea de la antigua Escuela de Artes Plásticas. Fue la primera –y emblemática- referencia que tuve de Humberto Ortiz. El segundo momento es reciente. A fines del 2006 el destacado artista conceptual mexicano Carlos Aguirre fue invitado para impartir un taller a los maestros de la Escuela de Artes.
En la última sesión teníamos que verbalizar un proyecto artístico trabajado a partir de una fotografía de Humberto Ortiz sentado junto a un equipo que hemodializaba su sangre. El “Gordo”, impasible, se levantó y nos explicó los pormenores técnicos de su enfermedad renal (que él sabía terminal). No hubo quejas ni dolor. Todo lo contrario. La posibilidad de ligar su caso clínico con trabajos de sus compañeros lo mantuvo reconfortado durante toda la jornada.
El primer rasgo descrito evidenciaba su iconoclasia y anhelo de renovación. El segundo, su temple y ejemplar anclaje a la vida. En medio pueden ubicarse datos biográficos, los que introduzco de manera sintetizada para terminar de configurar la semblanza de nuestro personaje.
Nacido en 1951 por el rumbo de los barrios de la Sagrada Familia y Capilla de Jesús, en el primer cuadro de Guadalajara, Humberto Ortiz ingresó, siendo adolescente, a la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, donde estudia la carrera de Pintura, la cual alternará con el ejercicio del diseño gráfico, así como con la investigación histórica, que sistematizó cursando la maestría en Humanidades en la Universidad Autónoma de Zacatecas.
Dueño de un particular talento para el dibujo figurativo y conectado con la vertiente estética del realismo fantástico, Humberto Ortiz expuso a lo largo de tres décadas múltiples series y “bestiarios”, tanto en el país como en Cuba y España. Convencido de la imperiosa necesidad de renovar estructuras académicas y estéticas, participó tanto en la creación de la Licenciatura en Artes Visuales -particularmente la rama denominada Dibujo y Estampa-, en la realización del Coloquio de Análisis de Arte Latinoamericano y en la puesta en marcha de talleres de arte contemporáneo impartidos por maestros invitados.
Poseedor de una inteligencia clara y de un espíritu crítico, Humberto Ortiz no sólo se caracterizaba por sus conversaciones y opiniones, en ocasiones demoledoras por estar salpicadas con una mordacidad corrosiva y un humor ingenioso, sino que también se distinguía, mas allá de la anécdota o de cualquier consideración, por una lealtad (a toda prueba) hacia sus amigos y por un profundo compromiso con la cultura visual y la educación artística regionales.
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