Cultura
Vargas Llosa y Pérez-Reverte se estrenan en la literatura infantil
Con las historias de ''Fonchito y la luna'' y ''El pequeño hoplita'', los escritores intentan conquistar al mundo infaltil
El desafío de la creación
Para el peruano Vargas Llosa, el cuento de Fonchito y la luna es la materialización “de un viejo anhelo”, ya que ha reconocido que se consideraba incapaz de escribir este género, porque lo intentó hace muchos años y finalmente tuvo que desistir.
“No sabía; era un género muy difícil, demasiado ajeno a mí, y no creía una palabra de lo que escribía”, ha asegurado el escritor, quien ha subrayado que pensó que “nunca más lo intentaría”, por lo que cuando la editora de Alfaguara le propuso escribir un cuento, le respondió: “no me salen los cuentos para niños”.
Sin embargo, se puso a darle vueltas a la cabeza y en la misma apareció Don Rigoberto, viejo personaje de sus novelas y padre de Fonchito, “y la historia terminó por imponerse”, ha afirmado Vargas Llosa.
Las ilustraciones de Marta Chicote han ayudado a que el autor vea, por primera vez en toda su trayectoria literaria, a sus personajes de forma nítida, ya que siempre los imagina con rasgos borrosos, de forma que cuando vio a Fonchito pensó: “es él”.
Pérez Reverte, quien ha ideado y coordinado la colección, aseguró que surgió “por casualidad”, con la intención de dar a conocer en el mundo infantil a grandes autores literarios “desconocidos para los niños”. Pensó que iniciar los títulos con Vargas Llosa era hacerlo con “la joya de la corona” de Alfaguara.
El pequeño hoplita es, según su autor, una historia de “mucho valor y coraje”, de guerreros de Esparta y su lucha contra los persas, argumentos “no muy frecuentes en los libros para niños”.
Rienda suelta a la imaginación
El escritor ha dicho que “siempre me han molestado los libros infantiles escritos como si los niños fueran bobos. A los pequeños no se les puede engañar. Son los lectores perfectos, puros, desconocen al autor y sólo se les puede aburrir o divertir”
Ambos autores guardan de su infancia un recuerdo muy especial de Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, con cuyas aventuras disfrutaron y lloraron de niños.
Para el creador del capitán Alatriste, “el cuento deja un espacio en blanco que el niño puede rellenar con su imaginación”, aspecto en el que coincide Vargas Llosa, quien advierte del “peligro” de que las nuevas generaciones dejen de leer por el impacto de las nuevas tecnologías, lo cual, ha dicho, supondría “un extraordinario empobrecimiento para la humanidad”.
El cuento, según el autor de títulos como La tía Julia y el escribidor o La guerra del fin del mundo, requiere del rigor “que sólo exige la poesía” y unos condicionantes de tipo estilístico que suponen “todo un desafío para un escritor de novelas”, ante el convencimiento de que un cuento bien engranado “puede marcar profundamente toda una vida”.
“Ternura, imaginación, amor y erotismo infantil son algunas de las definiciones empleadas por Pérez-Reverte para el cuento de Fonchito y la luna; y a la inversa, el peruano ha considerado que en El pequeño hoplita hay “mucho amor a la libertad, fraternidad y heroísmo”.
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