Cultura

Una historia de inclusión y anhelo democrático

La máxima casa de estudios del país alcanza un siglo de ser la casa de la cultura y de la intelectualidad mexicana

GUADALAJARA, JALISCO (27/NOV/2010).- La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es, como pocas instituciones, un símbolo de la democracia y la pluralidad. No sólo ha sido el hogar de innumerables contingentes que llegaron a México tras el sufrimiento de abominables dictaduras y represiones, sino que la universidad pública más grande de Latinoamérica se ha constituido como el foco de atracción por excelencia de toda la región, un ícono de resistencia ante los avatares trágicos de la consolidación democrática. A diferencia de la expulsión de talento que caracteriza al Tercer Mundo en general, la UNAM ha logrado rodearse de talentos procedentes de cada rincón del orbe que encontraron en la institución un albergue de libertad.

La UNAM ha atravesado por distintas épocas que invariablemente están ligadas a la historia nacional. Los primeros años estuvieron marcados por la consolidación de una identidad común, de ciertos rasgos que permitieran otorgar rumbo a la institución. La primera etapa dorada de la casa de estudios se remonta ineludiblemente al rectorado de José Vasconcelos Calderón. La adopción del lema que sigue inserto en las raíces del escudo universitario, “Por mi raza hablará el espíritu”, es símbolo de una vocación que ha impregnado el espíritu de la UNAM, su marcado iberoamericanismo y, en particular, su especial relación con América Latina. Asimismo, la figura de José Vasconcelos abraza el anhelo de democracia, la búsqueda por la aceptación de la diversidad y la condena permanente al autoritarismo. La tendencia a ver más a la nación y no únicamente la realidad interna de la UNAM llevó a Vasconcelos a convertirse en un rector que privilegió las campañas de alfabetismo y la federalización de la educación pública como primer paso para la creación de una institución que concentrara la educación pública nacional. En 1929, la UNAM adquirió su autonomía como institución de educación superior.

La década de los treinta trajo consigo un debate acerca de la ideología y su relación con la educación. La casa de estudios se dividió entre aquellos que propugnaban por una educación marcada por el sesgo marxista, una orientación socialista para la enseñanza, y, por el otro lado, figuras universitarias como Manuel Gómez Morín o Antonio Caso presionaron para que la impartición educativa fuera avalorativa, es decir, que no buscara imprimir algún tipo de tendencia ideológica en los aprendices.

Uno de los máximos símbolos de la Universidad es, en definitiva, su campus actual. La primera piedra de la monumental obra que lleva el nombre de Ciudad Universitaria fue colocada en 1950. Cuatro años después, la obra fue concluida y entregada a las autoridades universitarias. La belleza arquitectónica de Ciudad Universitaria está representada principalmente por la torre de Rectoría engalanada con los murales de David Alfaro Siqueiros, la Biblioteca Central de Juan O’Gorman y los distintos edificios que albergan a las facultades universitarias.

A pesar de la relevancia de todos los episodios que ha vivido la máxima casa de estudios, 1968 fue el año que marcó una huella muy profunda en la historia universitaria. Una fecha que, hasta la actualidad, sigue representando la resistencia de una comunidad universitaria democrática en tiempos en que el autoritarismo y la represión caracterizaban al régimen presidencialista del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Las muertes de aquel 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco son cicatrices presentes en la historia del país y, en torno a aquellos sucesos, a más de cuatro décadas de distancia, muchas de las preguntas siguen en el aire.

1971 también significa represión para los universitarios. El 10 de junio de ese año, en compañía de estudiantes del Instituto Politécnico Nacional, estudiantes de la UNAM fueron reprimidos por el grupo paramilitar llamado Halcones, en otro episodio de la “guerra sucia” que caracterizó el ataque a la comunidad estudiantil en aquellos años.

La década de los ochenta albergó una de las huelgas de mayor calado en la historia de la institución. En 1987, el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) llamó a una huelga que se extendió por tres semanas, del 29 de enero al 18 de febrero. El CEU se integró para luchar contra la aprobación de un reglamento que aumentaba las cuotas a los estudiantes; tras negociaciones, los dirigentes universitarios decidieron detener las reformas y con esto la Universidad regresó a la normalidad académica.

Los años noventa fueron peculiarmente agitados para la institución. Desde el lanzamiento del satélite UNAM-SAT 1, catapultado de la base rusa Plesetzk, hasta la visita de Felipe de Borbón, tercer hijo de los reyes de España, los acontecimientos del final de milenio fueron determinantes en la máxima casa de estudios. Sin embargo, otra huelga abanderada por el Movimiento de Excluidos de la Educación Media Superior paralizó las actividades de docencia e investigación de la UNAM. La exigencia era la admisión de los jóvenes que no habían logrado su pase a la casa de estudios. Los manifestantes tomaron la Rectoría y edificios estratégicos, lo que originó la llamada “marcha silenciosa” que pedía la devolución de los inmuebles. Una negociación entre las autoridades y los manifestantes, que resultó en una modificación de los planes de estudios de los Colegios de Ciencias y Humanidades, permitió que la Universidad abriera sus puertas de nuevo.

Las turbulencias volvieron a aterrizar en suelo universitario en 1999. El Consejo General de Huelga tomó las instalaciones de Ciudad Universitaria en un episodio que golpeó fuertemente a la UNAM. El rector en turno, Francisco Barnés de Castro, presentó al Consejo Universitario una reforma que aumentaba las cuotas universitarias ante la necesidad de mayor presupuesto para la institución. La huelga concluyó en febrero del año 2000, con la entrada de elementos de la Policía Federal Preventiva que arrestaron a un número importante de estudiantes y resguardaron las instalaciones por poco más de dos meses.

A partir de esa fecha, un aura de buenas noticias ha restablecido la imagen de excelencia de la UNAM. El rectorado de Juan Ramón de la Fuente fue fundamental para la consecución de tal objetivo. En 2005, el diario inglés The Times calificó a la UNAM como la mejor universidad de América Latina y, en 2007, Ciudad Universitaria fue reconocida por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Los reconocimientos continuaron en el periodo del actual rector José Narro, ya que, en 2009, la casa de estudios recibió el galardón Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Así, la UNAM cumple cien años de abanderar, a través del poder de las ideas, las transformaciones políticas y sociales que reclama el país. Los aires de inestabilidad que mancharon algunos periodos de su brillante historia parecen haberla abandonado; por ello, el México de hoy sería inexplicable sin la presencia de la Universidad Nacional.

PARA SABER
La UNAM tiene su origen más lejano en la constitución de la Real y Pontificia Universidad de México. Aquella institución fue fundada en 1551, en los primeros años de la Colonia española en suelo mexicano.

La casa latinoamericana
La UNAM es la institución académica hispanoparlante más importante del mundo.
Fecha de fundación 1910
Número de estudiantes 314 mil 557
Alumnos de educación superior 179 mil 052
Alumnos de posgrado 25 mil 036
Alumnos de educación media superior 108 mil 669
Alumnos de carreras técnicas mil 024
Número de académicos adscritos 35 mil 676
Número de licenciaturas 85
Número de posgrados 83

José Vasconcelos
Símbolo del movimiento latinoamericanista mexicano, Vasconcelos fue un luchador incansable del acceso universal a la educación; su tendencia ideológica se apegó a los cánones liberales, aunque con una mezcla nacionalista. Fue rector de 1920 a 1921 y recibió el doctorado honoris causa en 1951.

Javier Barros Sierra
Caracterizado por su reformismo, Javier Barros fue un hombre entregado a la casa de estudios y que, también, ocupó puestos en la administración pública federal. Su rectorado fue marcado por la represión de 1968, durante la cual hizo una defensa de los valores integrales de la Universidad, principalmente el anhelo de la democratización política del país.

Pablo González Casanova
Identificado con la izquierda marxista de la UNAM, González Casanova es un ícono de la investigación relativa a las ciencias sociales en México. Don Pablo, como es conocido, ha sido uno de los académicos que han denunciado con más ferocidad el imperialismo y la represión, convirtiéndose en un referente ineludible para la izquierda latinoamericana.

José Sarukhán Kermez
Uno de los biólogos más importantes que han dado las ciencias en este país. Fue rector de 1989 a 1997 y se ha dedicado a promover el desarrollo social y comunitario en México. Su postura contraria a la entrada de organismos genéticamente modificados ha marcado una tendencia de estudiosos proclives a la conservación y a la explotación sustentable de los recursos naturales.

Octavio Paz
Eminente escritor mexicano que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1990. Referente del proceso de transición democrática en México, Octavio Paz es recordado como algo más que un símbolo: como el pensador que se ha adentrado más profundamente en las entrañas de la identidad mexicana, en sus miedos, desazones y esperanzas como nación.

Alfonso García Robles
Diplomático mexicano que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1982. El abogado oriundo de Michoacán fue un férreo defensor de la desmilitarización y de la paz, clave para la conclusión del famoso Tratado de Tlatelolco, que declara a América Latina una región libre de armamento nuclear.

Mario Molina
Premio Nobel de Química en 1995 y símbolo de la lucha contra el cambio climático, Mario Molina es uno de los científicos más prestigiados a escala mundial. Ha sido galardonado con múltiples insignias y actualmente es profesor del reconocido Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés).

Algunos jaliscienses destacados egresados de la UNAM

Alfonso de Alba
Originario de Lagos de Moreno, la carrera de Alfonso de Alba mezcla la política con las letras. Estudió derecho en la UNAM. A partir de ahí, su carrera política se centró en los ministerios relacionados con el desarrollo social y la cultura. En 1978, ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua y fue presidente del Colegio de Jalisco.

Moisés González Navarro
Historiador nacido en Guadalajara. Inició sus estudios de leyes en la Universidad de Guadalajara y concluyó la licenciatura en la Universidad Nacional Autónoma de México. Posteriormente estudió la Maestría en Estudios Sociales en El Colegio de México y se fue a estudiar su doctorado a París. Ha recibido múltiples insignias nacionales e internacionales y es investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Vicente Leñero
Invariablemente ligado al mundo de las letras, Leñero nació en Guadalajara en 1933. Se tituló de ingeniero civil en la UNAM y se ha destacado en diversas áreas: como guionista, dramaturgo, novelista y periodista. Ha sido premiado en múltiples ocasiones.

Enrique Álvarez del Castillo
Licenciado y doctor en derecho por la UNAM, Álvarez del Castillo logró consolidarse en las más altas esferas políticas del país. Fue gobernador de Jalisco en la década de los ochenta y fue titular de la Procuraduría General de la República en el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado y casi hasta concluir el periodo presidencial de Carlos Salinas de Gortari. Asimismo, fue ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Más que una universidad
UNAM en todos los rincones de la vida


La máxima casa de estudios ha destacado en todos los ámbitos de la vida nacional: desde la cultura al deporte

Es difícil no recordar los cánticos que literalmente toman los partidos de futbol cuando los Pumas juegan: el famoso “goya, goya” se ha transformado en un símbolo que excede el ámbito meramente deportivo, es una gesta de identidad que une a los universitarios y a los no universitarios.
Los Pumas no son un equipo de futbol más. Los felinos están catalogados como uno de los conjuntos con mayor poder de convocatoria del país, son considerados uno de los cuatro equipos grandes en México, con seis títulos de liga, y poseen la capacidad, como muy pocas escuadras, de encontrar aficionados que quieren a los colores de la máxima casa de estudios en todo el país.

En términos culturales, la UNAM es un baluarte de México. Desde cine hasta teatro y danza, pasando por la literatura y las artes plásticas, la promoción de la cultura está inscrita en las tareas esenciales que ha desarrollado la casa de estudios desde su fundación. La oferta cultural de la UNAM se extiende a través de múltiples entidades: el Antiguo Colegio de San Ildefonso se ha convertido en un auténtico referente cultural a escala nacional; la Orquesta Filarmónica de la UNAM es un ícono de la música y huésped de innumerables talentos; Radio UNAM ha logrado vincular a la ciudadanía con una oferta artística ignorada por muchas difusoras y la red de publicaciones culturales ha llenado un espacio fundamental que han desatendido las editoriales comerciales.

La investigación es uno de los cimientos de la Universidad nacional: 87% de los investigadores de la UNAM pertenecen al Sistema Nacional, lo que la coloca como un referente ineludible en la generación de conocimiento en América Latina. Sólo la UNAM produce más de 50% de la investigación total que se hace en todo el país.

La calidad de la investigación es otro punto clave que caracteriza a la UNAM. En la última década, los investigadores de la casa de estudios han recibido más de 335 mil premios nacionales e internacionales por sus hallazgos. Asimismo, los académicos de la UNAM le han generado al país más de 70 patentes en el mismo periodo, un verdadero logro en un país que se caracteriza por la falta de innovación científica.

Cronología
1910
El 22 de septiembre de inaugura la UNAM; el primer rectorado es encabezado por Joaquín Eguía Lis
1912
El 3 de julio marca la primera escisión universitaria: estudiantes abandonan las aulas de derecho para crear la Escuela Libre.
1920
Se reintegra la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) a la UNAM, cedida al Gobierno del DF en la década pasada.
1921
Se establece el lema oficial: “Por mi raza hablará el espíritu”.
1929
Entra en vigor la autonomía de la Universidad nacional.
1942
José Vasconcelos es nombrado director de la Biblioteca Nacional
1946
Miguel Alemán se convierte en el primer egresado de las aulas universitarias que llega a la Presidencia de la República.
1949
Se crea la Unión de Universidades Latinoamericanas
1950
Se coloca la primera piedra de Ciudad Universitaria.
1952
Se inaugura el Estadio Olímpico
1953
Se inaugura el edificio de la Casa México en la Ciudad Universitaria de París.
1958
La UNAM adquiere la primera computadora que se instaló en México y América Latina
1962
El equipo de futbol Pumas asciende a Primera División.
1968
Represión a estudiantes universitarios y otros grupos sociales en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.
1982
Alfonso García Robles recibe el Premio Nobel de Paz.
1986
Se crea el Consejo Estudiantil Universitario (CEU).
1992
Es inaugurado el museo científico Universum.
1995
Se lanza el UNAM-SAT 1 desde Rusia.
1999
Juan Ramón de la Fuente inicia su rectorado.
1999
Comienza la más larga huelga en la historia de la institución.
2000
Entre la Policía Federal Preventiva y saca a los huelguistas.
2007
Ciudad Universitaria es declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
2009
Recibe el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.


Egresar de la UNAM
Por: Ivabelle Arroyo


Entre más grande es una institución, más difícil es hablar de ésta en singular, pero en el caso de la UNAM es imposible. La UNAM es, como la UdeG, muchas universidades al mismo tiempo y hay muy pocos adjetivos que se le puedan aplicar sin que inmediatamente se le aplique el contrario.
Por ejemplo, es verdad sabida que la UNAM es una de las mejores instituciones de educación superior en el mundo por la calidad del conocimiento que multiplica, la investigación que se realiza, el arte que promueve, los profesores que ahí han dejado vidas y la infraestructura que tiene, y sin embargo, también es verdad sabida (y utilizada para reducir presupuesto) que la UNAM es uno de los peores espacios educativos que hay. Las dos verdades coexisten.

Por eso, egresar de esta institución significa convivir con la permanente sensación de poseer un orgullo esquizofrénico y conlleva enfrentar alternativamente las miradas de desprecio, admiración,  compasión, envidia y genuino reconocimiento.

Es tan grande la UNAM, que todas las posibilidades caben, incluida la de las diferencias en el tiempo. No es lo mismo ser egresado de las desastrosas generaciones de los 90 que tener recuerdos de las activas aulas de los 70. Y por supuesto, los abismos que separan a las facultades también determinan el tipo de educación recibida. No es lo mismo compartir clases con los mejores ingenieros del país y aprender con sistemas tecnológicos de vanguardia que permiten trabajar en plataformas petroleras reales con un avatar en Second Life, que llegar todos los días a un aula sucia a la que nunca ha asistido el profesor titular.

Es muy probable que sea esta naturaleza contradictoria de la UNAM la que determina el carácter de los buenos profesionistas “pumas”, pues teniendo la posibilidad de adoptar la vagancia, optan libremente por el camino estrecho, escarpado, de buscar a los profesores extraordinarios, de pelear por las oportunidades de formación, de hacer fila para leer el único ejemplar en el país de un libro raro, de construirse una educación universitaria sólida, de formarse un carácter y de obtener un título exactamente igual al de los miles de parásitos que medran con la UNAM. La diferencia, sin embargo, se nota. Cuando a la UNAM se le exige y se le exprime, se torna, entonces sí, esa UNAM mítica de la que hablamos con orgullo. Cuando a la UNAM se le exige, el resultado es un mexicano que siempre, siempre, en todos los campos, construye país.
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