Cultura
Un cuento necesita ir a profundidad, revelar algo que nos atañe a todos: Mónica Lavín
La autora de ''Yo, la peor'', participó en el ciclo 'La Hora del Cuento. Historias de Amor, humor y…,' en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia del INBA
Mónica Lavín es autora de seis libros de cuentos, entre éstos Ruby Tuesday no ha muerto, que recibió el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en 1996, Uno no sabe, finalista del Premio Antonin Artaud y La corredora de Cuemanco y el aficionado a Schubert.
Los cuentos no los escribe uno pensando dónde van a habitar o que van a ser compañeros de otros cuentos porque uno piensa en estos universos redondos, cerrados, que constituyen el cuento y pasa el tiempo, se acumulan y ya forman un libro, expuso la narradora, quien ha escrito siete novelas, entre éstas Café cortado, que recibió el Premio Narrativa de Colima para obra publicada en el 2001, así como La más faulera (Plaza & Janés, 1997) que lleva varias reimpresiones.
Soy una gran defensora del cuento, me parece un género fantástico porque no ofrece concesiones, porque malas novelas hay muchísimas pero, ¿Malos cuentos? Es que entonces no son cuentos. Luego, los cuentos necesitan muchas oportunidades, hay pocos lectores de cuento. El cuento no es el género favorito de los editores porque saben que no va a ser lo más taquillero. Señaló la autora, quien realizó una residencia literaria en el Centro para las Artes de Banff en Alberta, Canadá.
Un cuento necesita ir a profundidad, ser incisivo, revelar algo más, hablarnos de algo que nos atañe a todos. Es importante que el cuento se explique solo. Ese es el permiso de la literatura, poder decir lo que piensan y sienten los personajes, permiso para meterse en el pellejo, para hacer visible lo invisible pero no de manera gratuita, precisó la autora de Yo, la peor (Grijalbo, 2009) narración que recibió el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska 2010.
Como escritor hay que saber dónde detenerse —expuso Mónica Lavín— dónde dejar el texto en el punto en que ya el lector sienta el halago de que hay una revelación. No detenerse tan pronto que no se entienda nada, sino entonces ese es el fracaso, uno quiere sentirse acompañado en la escritura. Yo siempre digo que es la otra orilla, tocar la otra orilla.
Yo me aburriría mucho si nada más pudiera contar historias desde mi circunstancia, yo lo que quiero es ver cómo andan mirando los demás, cómo padecen otros o gozan otros, yo quiero permiso para dejar de ser yo y ser otros, señaló la autora de Despertar los apetitos (Alfaguara, 2005), un libro en el que combina su pasión por la comida, los viajes y el periodismo.
Luego de hablar sobre la escritura del cuento, Mónica Lavín habló de su novela más reciente: Yo, la peor (Grijalbo, 2009). “La novela (Yo, la peor) me sirvió para tratar de entender estos puntos de vista de mujeres con destinos distintos, con circunstancias diversas, me permitió irme aproximando al camino bastante afortunado para moverse en su tiempo y tomar las decisiones que tomó, indicó la escritora, narradora, académica, investigadora, editora, guionista y conductora.
La vida de Sor Juana fue como un pastel suculento —expresa Mónica Lavín— porque le tocó vivir en varios espacios de la Colonia, el campo; y luego le toca vivir en la ciudad de México y le tocan seis años de palacio, la vida en la corte. La virreina quería que ella estuviera ahí, le llama ‘mi muy querida” porque no es Sor Juana, es Juana, tiene un ingenio y una capacidad de diálogo y una ironía y es una deliciosa conversadora y es alguien que la gente quiere estar con ella, entonces allí uso a la cortesana Bernarda Linares, la pongo en amores con el tío, ella es un buen contrapunto para ver porque le parece que Juana, qué rara, que no se quiera casar, qué raro que quiera ir a la universidad, digamos que era una nerd de la época.
Síguenos en