Cultura

'Trump no es Hitler', Jean Meyer

Resalta que el republicano no creó el odio de los estadounidenses, sólo se montó sobre él

GUADALAJARA, JALISCO (03/DIC/2016).- Cuando dicen que Donald Trump es antisemita, Jean Meyer duda, pues el yerno del presidente electo de los Estados Unidos es judío, e Ivanka, su hija, tuvo que convertirse al judaísmo para estar con él.

Aunque Trump aparezca en ilustraciones con la melena leonina y el bigote pequeño, cuadrado, como un pedazo de cinta aislante, el historiador tampoco ve similitudes entre el estadounidense y Adolf Hitler: el primero es imprevisible y el segundo, aunque la gente no lo tomó en cuenta, era previsible. Hitler tenía un programa y lo cumplió. Trump carece de uno. Trump no se rodea de jóvenes. Hitler se apoyó en ellos. El nazismo fue un movimiento de jóvenes.

“Trump no es Hitler. Trump es un caso sorprendente de un multimillonario que con su cachucha logra seducir al hombre del pueblo. Hitler era un hombre del pueblo. Hitler era un veterano de la Primera Guerra Mundial. Hitler no tenía dinero”.

El escritor, que presentó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) el libro “Estrella y cruz” (Taurus), destaca Trump les hizo un gran favor a los sociólogos, los politólogos y los historiadores, ya que reveló una cara oscura de Estados Unidos que todos pensaron que ya había pasado.  “De repente uno ve que el Ku Klux Klan sigue aquí. La guerra civil terminó hace 50 años. Los esclavos negros fueron liberados, emancipados hace 150 años, y 150 años es un tiempo demasiado breve para que se borren las mentalidades profundas”.

Meyer resalta que Trump no creó el odio de los estadounidenses, sólo se montó sobre él. “Él toca una música para que baile la gente, pero esa gente está dispuesta a bailar, él no escribió esa partitura”. Sin embargo, acentúa que cuando intelectuales como Enrique Krauze expresan su preocupación por este tipo de situaciones, lo atacan en las redes sociales.

En “Estrella y cruz”, Meyer presenta la lucha de católicos y judíos, laicos y eclesiásticos que entre 1926 y 1965 prepararon la conciliación que culminaría en el Concilio Vaticano II. Cuenta el combate que llevaron estas personas en tiempos del nazismo y durante la Segunda Guerra Mundial para llevar la paz entre judíos y cristianos. Los héroes del libro, católicos franceses, alemanes y austriacos, iniciaron lucha en 1926, cuando fundaron la asociación Amigos de Israel y prepararon el camino para que en el Concilio Vaticano II se afirmara un cristiano no puede ser antisemita y serlo es un pecado contra el espíritu, porque Cristo nació judío, de una madre judía y en un pueblo judío. “A partir de ese momento las cosas fueron muy rápido de encuentros entre judíos y cristianos. El Papa Juan Pablo II va a Jerusalén, va a rezar en el muro de las lamentaciones y dice que los judíos son nuestros hermanos mayores”.

Síguenos en

Temas

Sigue navegando