Cultura
Torerías
El sueño de roto
Consta que para ese sueño te preparaste, te pusiste en forma física y mental, además como profesional que eres, te superaste con capote y banderillas, todo para llegar a la catedral de toreo como se debe.
Quizá de todos los que nos entusiasmamos con la posibilidad de verte en Madrid, el más centrado, hasta el final, fuiste tú. Siempre dijiste, ya en el callejón, ya en el ruedo, ya entre nos, que tenías el sueño, la ilusión, pero que sabías perfectamente que, a pesar de todo, era factible que todo quedara ahí, en una esperanza.
Cualquiera pudo ronear, darse coba y vivir por unos días con el cuento asegurado de torear en Madrid. Pero tú, no. Me consta. Sí hablabas de lo que significaría, incluso de rentar un vestido de plata para salirle al toro madrileño con categoría, pero siempre sereno y consciente de que podría no darse. Y no se dio.
No hay mucho que decir. El desconsuelo sólo tu podrás llevarlo o sobrellevarlo.
Quizá lo único que en lo personal me deja ver que no todo fue perdido (tiempo, dinero, esfuerzo...) es que al final pegaste el brinco al charco y volviste a Madrid, donde te reencontraste con LuisMi, viejo amigo de lejanas campañas ibéricas en el Valle del Terror; con los cafés y la Plaza Mayor; que volviste al Kilómetro Cero y recorriste, ahora con Lourdes, aquellas viejas callejuelas que guardan cientos de recuerdos.
Ni hablar, así es el toreo, así es la vida.
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