Cultura
Torerías
Cataluña, cuestión de identidad
Reniegan de todo aquel símbolo que remita a la cohesión social de España; una bandera gualda y amarilla es vista con desagrado por las calles de la ciudad condal; los toros, la Fiesta Nacional, no les significan.
El Gobierno español, encabezado por José Luis Rodríguez Zapatero, ha cabalgado entre dos aguas y ha evitado contestar abiertamente sobre si rechazará la propuesta del Partido Popular para declarar los toros como Bien de Interés Cultural.
Es un asunto meramente de ideologías políticas, de independencias e identidades, nada tiene que ver con el taurinismo o atitaurinismo; de carnívoros o vegetarianos. La prohibición atenta contra todo el orbe de la tauromaquia, sin embargo, no es un conflicto de índole moral o ecológico. Es meramente de orden ideológico. Los catalanes no quieren ser españoles, así de claro.
Según el diario La Razón, el PSOE votará contra la iniciativa del Grupo Popular que pretende blindar los toros en España y derogar con una ley nacional la decisión del Parlamento catalán, principalmente porque se abriría una "crisis institucional" con la Generalitat, los socios del Gobierno.
Esta postura del Gobierno contrasta con las declaraciones públicas manifestadas por distintos ministros, diputados nacionales y barones territoriales que han rechazado la abolición del Parlamento catalán en los últimos días, lo que da una nueva muestra de la doble moral de la clase política. No sólo en México pasa.
El golpe que Cataluña ha asestado a la tauromaquia tarde o temprano repercutirá, Miguel Sebastián, Ministro de Industria, Turismo y Comercio, ha advertido de las posibles consecuencias económicas negativas que pueden devenir de la prohibición de los toros en Cataluña, asegurando que habrá un perjuicio económico, porque los toros tienen un valor económico y turístico, según recoge Cope en su edición web.
El Consejero de Innovación, Universidades y Empresa de la Generalidad catalana, Josep Huguet, ha asegurado que “si los toros es lo que nos ha de garantizar el cambio económico, vamos listos”, reconoce Huguet a Europa Press, quien se define no especialmente antitaurino, ni animalista, pero defiende que “Catalunya se ha manifestado como un pueblo mayoritariamente animalista”, lo cual es reflejo de una identidad propia y diferenciada de otras naciones españolas”.
En tanto, con gritos de “torero, torero” y sentidos “olés”, mientras dibujaba lances al aire con la capa de su traje, se despidió del Teatro Real de Madrid Plácido Domingo, tras una interpretación magistral de la ópera Simón Boccanegra. Al término de la representación, declaró haberlo hecho “porque con lo que ha pasado, es el día que había que hacerlo”.
fotografiataurina@gmail.com
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