Cultura

Torerías

De política, políticos y toros (II)

La fiesta brava tiene entre sus múltiples aristas que en ella converge cualquier clase de persona, por ello es un espectáculo popular, que no masivo. Y podemos encontrar parásitos, ladrones, advenedizos, trinqueteros, doblecaras, caraduras, cínicos y un sinfín de adjetivos que pueden aplicarse a los políticos. Claro, habrá algunos que no necesariamente reúnan todas estas “cualidades”.

En España, los ayuntamientos y comunidades autonómicas son dueñas de las plazas de toros y adjudican la realización de los festejos, lo que obliga a los empresarios a buscar siempre hacer bien su gestión para seguir al frente de los cosos, pues al final le rinde cuentas tanto a los gobiernos locales como a la propia afición.
Sin embargo, en México, las cosas son muy distintas. Acá, las empresas son privadas y se rigen por los lineamientos que cada Ayuntamiento impone para “vigilar el bien del público”.
Concretamente, en Guadalajara, esta gestión de rectoría recae en el presidente de la Comisión de Espectáculos, pero que lo que menos hace es justamente eso, vigilar el bien del público.

Ha habido honrosos casos, como el de la gestión de César Coll Carabias, quien se encargó de fundar, hace más de una década, la Academia Taurina Municipal de Guadalajara, todavía en funciones.

Pero el tiempo pasó y ni los presidentes municipales ni los regidores de Espectáculos subsecuentes se han distinguido por darle apoyo, promoción y difusión a la fiesta en esta ciudad.
Patético caso el del regidor César Gutiérrez Maraveles, gris y opaco, que lo único que hizo fue agachar la cabeza cuando Emilio González Márquez, en su calidad de presidente municipal, puso a cierto personaje como juez de plaza, sin más argumento que el de “darle una probadita” de lo que era tener el poder del biombo y así contribuir a un pleito personal entre este sujeto y la empresa del Nuevo Progreso.

Por cierto, ahora que González Márquez es gobernador, este tío fue premiado con un espacio tan necesario como desaprovechado en la televisora estatal. Amiguismo o conveniencia. No sé.

Pero también el caso de la regidora Martha Arizmendi Fombona fue singular. Durante su gestión inició con ímpetu, incluso organizó una Semana Cultural Taurina, reconoció la labor de algunos toreros de plata, pero no más. Quizá ha sido de las que “más afición” le puso al tema, sin embargo, se diluyó entre buenas intenciones y beneficios personales.
Como ejemplo, viajó a la capital española del 23 de mayo al 3 de junio de 2009 para firmar acuerdos previos a la celebración y el convenio para el intercambio de estudiantes de la Academia Marcial Lalanda de Madrid y la Academia Municipal Taurina de Guadalajara, que se realizaría en noviembre.

Dijo a un diario local que “el ir a España y no acudir a una corrida de toros sería imperdonable para nosotros; Guadalajara es la ciudad taurina por excelencia en México”.
En aquella ocasión también aseguró que quería organizar una feria como la de Aguascalientes, donde hay corridas durante 30 días. Pero ni se concretó nada ni se apoyó a la fiesta y, en cambio, vaya si vivió la experiencia madrileña a costa del erario público. Llegó, vio, paseó y se fue. Ya ni quién se acuerde.

Ahora, a la regidora panista María Cristina Macias González se le fueron de noche las corridas más importantes de la ciudad. “Es que apenas va empezando”, diría alguien por ahí. Pues sí, va empezando, pero si así empezó… Ojalá, por el bien de una fiesta con arraigo, mire para este lado y entonces sí, a mejorar las cosas. Confío en que no tenga el defecto de ser simplemente un(a) político(a) más.

fotografiataurina@yahoo.es
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