Cultura
Superpitcher y Rebolledo, los amos del beat
Los DJ's fueron anunciados. El público aplaudió en un movimiento único cuando el escenario se coloreó de luces rojas y los beats dieron inicio
Los DJ's fueron anunciados. El público aplaudió en un movimiento único cuando el escenario se coloreó de luces rojas y los beats dieron inicio.
Las consolas hacían girar los clásicos acetatos al mando y gusto de los músicos, que sin emitir alguna palabra de bienvenida a los escuchas se dispusieron simplemente a hacer mezcla de sonidos que iban desde el trance con algunos toques de percusiones que aludían quizá a la memoria de una estampa africana, brasileña o egipcia.
De pie y atentos a las pantallas los asistentes seguían a Superpitcher y Rebolledo, ante un escenario lleno de humo y luces violetas, que a su vez que ofrecían una estampa serena, ocultos entre la misma oscuridad de las consolas.
Siendo las 21:17 horas la explanada de la FIL lucía llena, los vasos con cerveza se alzaban en muestra de agradecimiento por parte de algunos amantes del beat. Al ritmo, las cabezas, pies y cuerpos enteros se sacudían a cada cambio del enigmático sonido saliente de las bocinas.
Superpitcher meneaba sus cabellos rubios, mientras Rebolledo hacía lo mismo con su cabellera oscura, traída desde Veracruz, su Estado natal.
Los Pachanga Boys bailaban y el público imitaba cada paso otorgado por "Fiesta forever" y "We can rhyme", temas más populares de Aksel Schaufler, mejor conocido en el ámbito del beat como Superpitcher.
El también productor musical y estrella indiscutible del prestigiado sello Kompakt, demostró por qué sus dos entregas discográficas Here comes love (2004) y Kilimanjaro (2010) son consideradas como lo mejor de la apuesta electrónica a nivel internacional.
EL INFORMADOR / Norma Gutiérrez
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