Cultura
Sin testear, un experimento visual con el público
Sin testear al otro lado, le da la bienvenida a las artes escénicas de la FIL 26
Sin testear al otro lado, obra que abrió con el programa de Artes Escénicas de la FIL este jueves 23 de noviembre, de la compañía chilena Sin testear, inicia con secuencias que tensan al espectador: lo preparan para una historia que parece surgir de una mente inestable.
Su montaje, con herramientas digitales como la proyección de imágenes superpuestas en pantallas para jugar con la visión del espectador, resulta acertado para generar atmósferas oníricas entre paisajes donde la mirada de un ser humano cubre la ventana del hogar de otro o donde los árboles secos se tiñen de rojo.
No obstante, escena a escena la reacción del auditorio oscila de un estado a otro: entre la apreciación de la técnica dancística de Francisca Sazie (así como de su agilidad para cambiar de vestuario) y la hilaridad que les ocasiona una desentonada interpretación estilo karaoke de un hombre oculto tras una máscara de oso. La narración no mantiene un mismo tono, acaso intencional o no, pero las risas que brotan entre las butacas, ante una desatinada secuencia musical, lo matizan de comedia.
El uso de recurrencias fílmicas atrapa el interés entre los espectadores hacia la puesta en escena. Máscaras de botargas de oso sobre los intérpretes Sebastián de la Cuesta y Johnatan Inostroza, el uso de digresiones y rupturas para conocer el inconsciente de los personajes, inmersos en una ficción de pantalla televisiva, recuerdan a escenas del cortometraje Rabbits, del director David Lynch.
Pero vuelven las risas que cortan con la atmósfera, ocasionadas por la danza estilo breakdance de De la Cuesta. Y entre altibajos la obra llega a una conclusión, vaticinada por una recurrencia estilística que marca la fatalidad de la trama. Con un primer público dividido en sus opiniones, Sin testear al otro lado volverá este viernes 23, de nuevo a las 21:00 horas en el Teatro Experimental, para probar una vez más con la intervención de la imaginación de un nuevo grupo de espectadores.
EL INFORMADOR/ RUBÉN GIL
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