Cultura
Se exhiben en el MUNAL obras de destacados artistas
''Paraíso recobrado'' cuenta con obras mexicanas de artistas de la talla de José María Velasco, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo y María Izquierdo
Representaciones bucólicas de campesinos, paisajes a cielo abierto, imágenes en las que el hombre del campo y la tierra juegan un papel protagónico, dando pauta a una narrativa visual de la labor agrícola bajo la cual se sustenta el discurso museográfico, se exhiben en esta muestra conformada por 50 piezas.
La exposición, que estará abierta hasta el próximo 30 de mayo, reflexiona en la construcción de la figura del campesino hacia su trabajo, así como de su escenario privilegiado.
No obstante la gran riqueza y calidad pictórica de sus obras, la exhibición es la oportunidad para atraer a la vista del público una selección de obras que hacen hincapié en torno a la vida rural.
Los frutos de la tierra, las alegorías de la fecundidad nacional, así como la austeridad de subsistencia campesina, Paraíso recobrado permite encontrarse con lugares comunes y a la vez, constatar una fabricación simbólica con imágenes que revelan las idealizaciones del trabajo de campo, así como el sentido que adquieren vocablos como el dolor y cansancio.
Pequeña, pero extraordinaria, así se presenta esta muestra que alberga pintura, escultura y dibujos del arte mexicano de la primera mitad del siglo XX de artistas como Ezequiel Negrete Lira, Fermín Revueltas, Adolfo Mexiac, Jesús Guerrero Galván, Saturnino Herrán, Alfonso Peña, Francisco Goitia y siete creadores más.
Curada por Mónica López Velarde Estrada, la exhibición se presenta en episodios como naturaleza viva, representaciones bucólicas de campesinos, nostalgias pastoriles indigenistas, el primitivismo como elemento ético y estético, así como las continuas referencias a interiores rurales o paisajes a cielo abierto.
Entre las piezas importantes destaca la de David Alfaro Siqueiros, una obra que pocos conocen y que quien la mira no pensaría que la hubiera realizado el llamado Coronelazo.
Se trata de ‘’Campesinos’’ (1913), una obra que pintó a los 17 años de edad y que forma parte del acervo del Munal. Dicha pieza de un metro de ancho por 1.25 de largo, exhibe de la cintura para arriba, a una pareja mirando un paisaje.
El campo como emblema, Otra mirada al campo y Naturaleza viva. Los frutos de la tierra. Apetito visual, son los diferentes núcleos temáticos que la integran la exposición.
En ‘’El campo’’ como emblema se muestra cómo la Revolución Mexicana puso al campesino y a la tierra como asuntos de primer orden.
Según los textos de la muestra, en la primera mitad del siglo XX, con la búsqueda del alma nacional, el tema de lo rural tomó carta de naturalización y el entorno agrícola, sus productos, las referencias a la vida cotidiana y las festividades, fueron motivos que nutrieron al arte mexicano.
Por lo que hace al apartado ‘’Otra mirada al campo’’, apuesta por otra manera de ver el campo y de representarlo.
Esto se hace recurriendo al grabado, al dibujo y la escultura; trabajos que apelan a un país profundo, de rasgos fuertes y ásperos, un México que fue evidenciado en la sensibilidad de autores como Francisco Goitia, Adolfo Mexiac, Francisco Arturo Marín, Francisco Eppens y Carlos Bracho.
‘’Descanso’’, de Mexiac; ‘’La criolla del rebozo’’, de Herrán; e ‘’India’’, de Lola Cueto, resaltan en esta sección.
En el apartado Naturaleza viva. ‘’Los frutos de la tierra’’. Apetito visual, se muestra la obra de creadores que representaron a México como cuerno de la abundancia: la representación de los frutos de la tierra y del campo como benefactor; viandas que revelan la riqueza de una manera de ver a la patria; alacenas, bodegones, mercados, mujeres cargando frutos o flores.
Aquí, destaca la obra La vendedora, un óleo de dos metros de alto por dos de ancho realizado en 1951 por Olga Acosta y en el que se aprecia a una mujer de unos 50 años vendiendo gran cantidad de frutas como melón, sandía, naranja, papaya, fresas, capulines, piñas, plátanos, etcétera.
De igual manera resaltan los cuadros de Alfonso Peña, titulados ‘’Mercado del pueblo’’ y ‘’Mercado’’, realizadas en 1938, que dan cuenta de cómo se comercia con los productos, pero en el interior del país.
La muestra concluye con ‘’Epígono de una tradición’’. Tamayo. Continuidades, en el que se observa cómo la década de los cincuenta del siglo pasado marcó, en el panorama artístico mexicano, un parte aguas que se conoce como la Ruptura.
En 1949 murió José Clemente Orozco y la obra ‘Vendedora de frutas’, de 1951, cerraba un ciclo para una generación de muralistas, pintores, escultores y grabadores que convivieron, muy próximos, con ciertos rasgos iconográficos comunes.
Según los textos de la muestra, en 1958, José Luis Cuevas declaró que México vivía, artísticamente, cercado por La Cortina de Nopal.
A principios de esa década, Rufino Tamayo iniciaba la conformación de una nueva era estilística. En solitario se propuso a pintar temas nacionales, pero lo suficientemente abstractos para empezar a codificar lo mexicano de distinta manera.
En esta parte del recorrido, se presenta la magnifica pieza titulada Sandías, realizada por Tamayo en 1968, un cuadro de metro de ancho por 1.5 de largo.
Paraíso recobrado. Escenario rural del arte mexicano permanecerá hasta el 30 de mayo, en la sala de colecciones especiales del recinto ubicado en el Centro Histórico.
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