Cultura

Schulz pone a la OFJ bajo cero

Se presenta en su tercera temporada dirigida pora Alondra de la Parra y en compañía del músico alemán Stefan Schulz

GUADALAJARA, JALISCO (18/NOV/2012).- Sus zapatos bajos, rojos y brillosos, como de charol, atraviesan la zona de violines. Los conocedores del valor de sus interpretaciones, y los otros, la reciben con un aplauso. A paso firme y rápido toma su lugar en el centro, junta los talones y recibe la bienvenida. De inmediato da la media vuelta, levanta sus brazos y comienza a dirigir a la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) en su tercera temporada.

Es Alondra de la Parra, directora artística, que con sus brazos dicta la interpretación de Finlandia, poema sinfónico, Op. 26, de Jean Sibelius. Con esta pieza inicia el concierto de este domingo, minutos después del mediodía. La concluyen y toman un descanso. Nuevamente sale Alondra y ahora invita a sus espectadores a que reciban al alemán Stefan Schulz, quien durante las dos siguientes piezas será el solista en trombón bajo. El invitado comienza a interpretar su solo de Sonata en fa menor, arreglo para trombón bajo y orquesta, de Georg Philipp Telemann. Es la primera vez que alguien interpreta en México esta pieza barroca que fue compuesta como sonata, aunque el programa fue el mismo que el viernes.

Baja la mirada al suelo, todos callan, un aplauso suena en la sala entre movimientos, todos lo callan; Schulz no parece reparar en ello, sigue fijando su mirada al suelo, esperando el momento de su intervención, sube los ojos a la altura de las partituras, arquea delicadamente las rodillas, sólo un poco, empuña su trombón y lo ejecuta, su copete se agita con sus espasmos al tomar aire, sus cejas bailan una danza arrítmica como respuesta a la melodía que sale de la boca del instrumento dorado.

En un ángulo casi perfecto, con su tronco recto y horizontal, sus piernas tensas en vertical, recibe lo ovación y se retira. Entonces Alondra toma el micrófono. "Hay cierta belleza de vivir el momento, aquí y ahora", dice para persuadir a los presentes de que no tomen fotos y video. En ese momento timbra un celular. En su arenga se nota desagrado al escuchar el tono del teléfono móvil.

Pero concluye y toma su descanso. Ahora es tiempo de jazz, barroca, clásica, árabe, de bar; una fusión de ritmos que da vida en el xilófono, las percusiones, las cuerdas y sobre todo en el trombón bajo. Inicia subZERO, de Daniel Schnyder.

Los sonidos psicotrópicos del segundo movimiento transportan a una alucinación desértica, justo como Alondra vaticinó, al introducir al público a esta pieza del suizo con influencias neoyorquinas.

Luego, como granizo, llueven los aplausos. Una, dos, tres veces tiene que salir Schulz a recibirlos. Los miembros de la orquesta se levantan, lo agradecen. El alemán inicia una tercera interpretación en compañía del piano. Dura tan sólo un par de minutos, tal vez tres, pero es suficiente para que los escuchas se den por satisfechos y se levanten de sus asientos en el intermedio.

Llega el tiempo de concluir el programa cinco de la temporada tres, con Sinfonía No. 8, en Sol Mayor, op. 88, del checo Anton Dvorak. La Filarmónica se encargó de exaltar esa perfección que Dvorak buscaba en sus sinfonías, la misma que lo llevó a desechar sus primeras cuatro creaciones sin dejar rastro de ellas. Entre violas, violonchelos y clarinetes se escuchó lo lúdico y enérgico de su primer movimiento, el adagio lírico del segundo, el vals con influencias de Brahms del tercero y la fanfarria de trompetas del cuarto.

Y una vez más se escucha el granizo de palmas dentro del Teatro Degollado, que a las 14:30 horas anuncia el cierre del concierto. Alondra una vez más junta sus talones, se despide con una inclinación y se retira.

AGENCIA INFORMADOR / RUBÉN GIL
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