Cultura

Schiele y la exploración del alma humana a través del retrato

El Belvedere de Viena presenta retrospectiva del pintor austríaco sobre los óleos en donde quiso explorar el alma humana

VIENA, AUSTRIA (16/FEB/2011).- Que ningún museo haya dedicado nunca una exposición a los retratos de un retratista consumado como Egon Schiele, es la laguna que el Belvedere de Viena quiere cubrir con una retrospectiva sobre un género con el que el artista austríaco quiso explorar el alma humana.

La propia Agnes Husslein-Arco, directora del Belvedere y una de las comisarias de la muestra, calificó de "increíble" que nunca haya habido una exposición relevante dedicada al Schiele retratista, sobre todo teniendo en cuenta que un tercio de todas sus óleos pertenecen a este género.

Casi 100 piezas conducen al visitante en un viaje cronológico, desde las primeras reproducciones de bustos clásicos en los que Schiele sigue aún los criterios más academicistas, hasta las piezas más rompedoras en las que el artista recurre al expresionismo para mostrar a la figura humana.

Con tan solo 20 años, ya abandonadas las clases en la Academia de Artes Plásticas e influenciado por Klimt, Schiele da el salto hacia el expresionismo y hacia su concepción del retrato como una forma de penetrar en la psique humana, y en la suya propia.

El famoso autorretrato desnudo de 1910 es una de las piezas que marca esa ruptura. La figura aparece sobre un fondo vacío que aumenta su aislamiento y la paleta se carga de amarillos y rojos, que en obras posteriores de ese año serán sustituidas por tonos oscuros al estilo de su contemporáneo Oskar Kokoschka.

A partir de ahí, y gracias a un círculo de amistades con posibilidades económicas, Schiele acumula encargo tras encargo, entre los que destacan conocidas piezas como el retrato de Eduard Kosmack.

La muestra, que se inaugura mañana jueves y puede visitarse hasta el 13 de junio, dedica también especial atención al autorretrato, con el que el pintor se explora a sí mismo y los temas propios de la juventud: la sexualidad y la búsqueda de la propia identidad.

Así, Schiele va alternando distintas visiones de él mismo: arrogante, tímido, agresivo, sensual e incluso como santo y mártir, como los cuadros en los que se representa asaeteado como San Sebastián.

"Puede que sólo Rembrandt haya realizado más retratos de él mismo", destacó Jane Kallir, también comisaria de la muestra.

La experta en expresionismo austríaco se refirió a que ese aparente narcisismo era una forma "de mirar hacia él mismo para entender el alma humana".

Para Kallir, el cultivo de este género se enmarca en la idea de Schiele de la incertidumbre de la vida y la capacidad del arte para trascender a la muerte.

Su breve paso por la cárcel en 1912, acusado de inmoral y de corromper a menores con su arte pornográfico, supone una prueba de madurez que se nota en el arte de Schiele. La objetividad gana terreno en sus retratos, como en los realizados a Erich Lederer o Heinrich Benesch.

En sus últimos años, los retratos de su esposa Edith marcan el comienzo de una nueva etapa creativa. Tras su paso por el Ejército, un Schiele ya reconocido como artista acumula pedidos de retratos que son ahora más realistas, en el sentido de que refleja más al alma del retratado que el estado emocional del retratista.

"La mujer del artista, sentada" o el retrato del pintor Albert Paris Gütersloh, se cuentan entre las piezas de la última etapa de la vida del artista, que murió en 1918 a los 28 años.

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