Cultura

Savater retoma a Schopenhauer

Se reedita la obre de teatro sobre el filósofo alemán y una joven escultura

MADRID, ESPAÑA (16/MAR/2013).- Fráncfort, 1859: Elisabet Ney, una joven escultora de 24 años, trabaja en el busto de Arthur Schopenhauer en la casa del filósofo. Mientras posa, charlan amigablemente. Schopenhauer tiene más de 70 años, la fama empieza a sonreírle. La belleza y la inteligencia de la muchacha, además, lo tienen tan seducido que ha atemperado su radical misoginia. Por lo que se refiere a su célebre pesimismo, sigue como siempre. “Al principio todo es un frenesí de deseos y un éxtasis de placer sensual; pero después llega el turno de la frustración, la paulatina destrucción de nuestros órganos y el marchitamiento de las ilusiones”, le dice a la joven. Y apunta: “¡De la fragancia de las rosas al agusanado hedor de los cadáveres!”.

“Hace 25 años, hacia 1988, escribí esta pequeña pieza sobre Schopenhauer”, recuerda Fernando Savater. Anagrama la acaba de rescatar, es ''El traspié''. “Había entonces dos programas de televisión dedicados al teatro: ''Estudio 1'' y ''A través del espejo''. Pilar Miró me la encargó para este segundo espacio y resultó una propuesta un tanto rara. Hoy, en cambio, creo que a la gente le gusta escuchar, ya no interesa tanto la cosa gestual. Es ahora cuando el teatro ha vuelto a valorar la palabra”.

¿Ha cambiado mucho el autor de entonces con relación al de ahora? “¡Tenía un cuarto de siglo menos!, que se dice pronto. Schopenhauer sigue interesándome. Fue el primer filósofo que leí: me regalaron en unos reyes con 15 años 'El mundo como voluntad y representación'”.

En ''El traspié'', el filósofo alemán despliega sus encantos ante la joven escultora y no camufla ni uno solo de sus pensamientos sombríos, pero los carga de ironía. “Schopenhauer tiene la gran virtud de la claridad”, apunta Savater. “Es un escritor maravilloso. Y sostiene, frente a la gran mayoría que atribuye los males del mundo a las criaturas humanas, que el desastre que padecemos es cosa del cosmos, de la naturaleza, de la voluntad, de Dios... si este existe. Si los hombres fuéramos capaces de estar por encima de todo ese desorden seríamos un poco mejores. Esta obra trata en definitiva de ese disparate: que un mamífero decida ponerse a pensar para intentar comprender el mundo”, dice el filósofo español.

El País
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