Cultura
San Felipe Neri, a la espera de atención
El templo presenta diversos daños en su estructura; sin embargo, no hay aún acciones para restaurarla
Destaca que, a simple vista, la fachada padece los estragos de la intemperie: hace falta que se rellenen las grietas que hay entre los sillares y las cornisas, pues durante la temporada de lluvias el agua se mina y, con el paso del tiempo, afecta la estructura del inmueble.
La asociación civil Adopte una Obra de Arte se ha dado cuenta de eso; y pese a que continúan en las labores de restauración del Templo de Santa Mónica, el organismo encabezado por María Irma Iturbide Robles ya se enfoca en el que podría ser su próximo proyecto.
La presidenta del Consejo Estatal Jalisco de Adopte una Obra de Arte señala que antes del 30 de abril presentarán un proyecto de rescate para solicitar recursos al Programa de Apoyo a Comunidades para Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos de Propiedad Federal (Foremoba), de la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
En entrevista telefónica, Iturbide detalla que el proyecto prevé el remozamiento de la fachada de San Felipe Neri en varias etapas, en las que se limpiará la cantera, se restaurarán las juntas para evitar las filtraciones de agua, se consolidarán las piedras y se reintegrarán los elementos formales del edificio que se encuentren deteriorados. Sólo falta el recurso para empezar; la intención ya está.
En permanente descuido
El excremento de las palomas ccorroe estatuas, ángeles, columnas, pilastras, hornacinas, perillones, pechinas, entre otros elementos que componen los tres cuerpos de la fachada. Gómez Arriola comenta que una solución sencilla y económica es poner una malla negra, de modo que las aves no puedan posarse sobre la fachada ni ingresar a la torre a través de los claros.
En el interior, dice el arquitecto, algunas bóvedas tienen grietas que quizás aparecieron después de un sismo. Explica que al generar escurrimientos, las grietas en las bóvedas se convierten en un problema serio. Considera necesario “rejuntear” o cambiar el enladrillado, en caso de que esté bofo.
Gómez Arriola añade que el primer paso es realizar un minucioso examen que determine cuál es el estado del inmueble. Una vez que se tenga el diagnóstico, tendrán que gestionarse los recursos para llevar a cabo los trabajos de restauración.
Sin embargo, nadie —salvo la asociación civil Adopte una Obra de Arte que al menos la tiene en proyecto— ha puesto manos a la obra para recuperar la riqueza de este inmueble que, según el presbítero Armando González Escoto, es una joya de barroco clásico y la última gran iglesia construida durante el virreinato.
El sacerdote, autor del libro La iglesia de San Felipe Neri, joya del barroco, advierte que 160 años el inmueble sólo ha sido sometido a “remiendos, cosas que puede arreglar un albañil”, por lo que solicita que se inviertan recursos para que el inmueble se consolide estructuralmente.
“Un estudio de cómo está la cimentación, los muros, que se están abriendo, de cómo se han perdido las junturas de las canteras, eso no se ve”.
Un inmueble en el clásico del barroco
La construcción, culminada por Pedro Joseph Ciprés a principios del siglo XIX logra un equilibrio formal de la estética de este estilo nacido en Italia. El barroco clásico de San Felipe Neri se aleja de la exuberancia del churrigueresco y visibiliza las estructuras de fondo.
El presbítero Armando González Escoto argumenta que la escenografía estética de la fachada de San Felipe Neri está dominada por tres líneas conceptuales. En la primera se aprecia la exaltación de la Virgen; la segunda —que se expresa en el primero y segundo cuerpo de la fachada— es la carta de presentación de la misión de los padres filipenses, misma que domina todo el conjunto: la reforma interior de la iglesia, la constante formación del clero y la nueva espiritualidad humanista y barroca que debe incluir al pueblo y a las élites; en tanto que la tercera línea manifiesta la inculturación de la fe cristiana en Guadalajara.
“Es así que se explica la presencia recalcada de las antiguas y originales devociones tapatías; leyéndolas sobre el frontispicio de la torre y en el gran cerramiento ondulado del hastial, de izquierda a derecha: Nuestra Señora de Zapopan y san Clemente, en los medallones del primer cuerpo de la fachada; san Miguel, en la clave exterior y remate de todo el conjunto, y san Cristóbal en su extremo oriente”.
Explica que la torre de San Felipe Neri es un modelo de perfección barroca, pues tiene dinámica de volúmenes: “El primer cuerpo es cuadrangular y el segundo cuerpo es poligonal. Por lo tanto en la óptica, en la percepción, el segundo cuerpo gira sobre el primero, porque tiene más movimiento. Las cornisas, que tienen cóncavos y convexos, le dan mucha movilidad. No hay otro ejemplo en Guadalajara de una azucena invertida como remate de una torre”.
SABER MÁS
El dato
En 1852 el general conservador Severo del Castillo eligió como blanco de su artillería a la iglesia de San Felipe Neri. Las huellas son ostensibles: durante el intenso cañoneo se mutilaron gárgolas y se decapitó la figura de la Virgen de Guadalupe que corona la torre, misma que fue restituida hace unos 20 años.
Expresión de la identidad tapatía
De acuerdo con el libro La iglesia de San Felipe Neri, joya del barroco tapatío, este edificio virreinal comenzó a construirse en 1752, en la franja poniente de la ciudad, y se terminó 50 años después.
A diferencia de otras iglesias conventuales tapatías, construidas por las respectivas órdenes religiosas, San Felipe surgió como un proyecto de sacerdotes originarios de la ciudad que decidieron reunirse en comunidad bajo el sistema de los oratorios filipenses. Los padres del Oratorio de San Felipe diseñaron, dirigieron y sostuvieron la construcción de la iglesia.
La iniciativa de los oratorios había surgido en el siglo XVI por obra del padre Felipe de Neri, clérigo de la diócesis de Roma. Buscaba por este medio apoyar lo que hoy se llama la formación permanente del presbiterio en un siglo de reforma y de cambios estructurales en la iglesia. Los oratorios eran centros de estudio, de oración y de convivencia; finalmente acabaron siendo casas en las cuales los sacerdotes vivían en comunidad.
El templo es la expresión de ideales, cosmovisión, devociones y alientos de la identidad de los tapatíos. Es el mejor testimonio arquitectónico de la devoción de la ciudad episcopal de Guadalajara por la Virgen de Zapopan.
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