Cultura
Recuerdan la curiosidad ''siempre niña'' de Fuentes
La Academia Mexicana de la Lengua dedica homenaje al escritor a un año de su muerte
Ella, la viuda del narrador, ensayista y diplomático mexicano fallecido el 15 de mayo de 2012, estuvo presente, y atenta escuchó los discursos de los tres de académicos asignados para evocar la vida, la inteligencia y la obra del autor de La región más transparente y La muerte de Artemio Cruz.
Ayer jueves en el Auditorio del Museo Rufino Tamayo, Gonzalo Celorio, Hugo Gutiérrez Vega e Ignacio Padilla, representantes de tres generaciones que convivieron con el intelectual mexicano, trazaron líneas y rutas de acercamiento a Fuentes, hablaron lo mismo de su gran inteligencia, de su calidad literaria, de su don de mundo, de su cercanía con el cine, el mundo del terror, con su pasión por la ficción y su gran actitud ante los jóvenes escritores.
Gonzalo Celorio reiteró que Carlos Fuentes, quien fue miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua, fue un espíritu renacentista encarnado en el siglo XX, y que nada humano le fue ajeno. Que fue un humanista moderno y celebró su gran capacidad de trabajo, disciplina, fecundidad, pasión política, templanza crítica y su curiosidad siempre niña.
El poeta Hugo Gutiérrez Vega coincidió en que Fuentes fue un espíritu renacentista, gran conversador y amante de la buena vida, la buena comida y el vino. Recordó algunos de sus encuentros en Europa, cuando él le presentó a Carlos Fuentes al poeta Rafael Alberti, quien citó pasajes completos de La región más transparente; lo recordó al lado de Rita Macedo y Luis Buñuel.
Ignacio Padilla, "El chamaco de la Academia Mexicana de la Lengua", con su capacidad lingüística, humor y lenguaje satírico, celebró los años compartidos con Fuentes, el acercamiento a él gracias a Silvia Lemus; lo recordó enorme, dicharachero, maestro de los de su generación.
"En su combate contra el silencio, Carlos Fuentes decidió esculpir con el cincel de la muerte lo que había de ser uno de sus rasgos más notables: la voluntad. Hacer, escribir, querer entenderlo todo para postergar en lo posible el silencio de la muerte, está tatuado en cada línea de la obra y en cada pasaje de la abundante vida de Carlos Fuentes", señaló Padilla.
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