Cultura
Recorrido por el siglo XX a través de la cámara de Cartier-Bresson
Nueva York rinde tributo al artista con la mayor retrospectiva en Estados Unidos en tres décadas
Sólo la entrada a la exposición, abierta hasta el próximo 28 de junio, es una advertencia para el visitante. Los enormes mapas tienen trazados los viajes del fotógrafo, que empezó a recorrer el mundo a los 22 años y sólo a mediados de la década de los 70 dio prioridad a lápices y pinceles sobre su inseparable Leica. Portugal, su Francia natal, Italia, Suiza, México, Estados Unidos, el Sáhara, Egipto, India, China, Indonesia…
“Cartier-Bresson decía que te conviertes en quien eres a través de las experiencias”, recuerda Peter Galassi, responsable de fotografía del MoMA, en cuyas paredes cuelgan 300 imágenes en blanco y negro, más de una quinta parte nunca antes expuestas al público. Y agrega: “Le interesaba no solamente hacer buenas fotos, sino descubrir el mundo, porque creía que es la mejor forma de descubrirse a sí mismo”.
Perfección
En el recorrido por El siglo moderno, como se ha bautizado la exposición, queda en evidencia que, por más que Cartier-Bresson no gastara tiempo mirando sus propias imágenes y prefiriera pensar en su próximo destino y en la gente que encontraría allí, por más que descartara desde temprano pasar tiempo en el cuarto oscuro puliendo su trabajo, tomó decenas de fotografías que hacen pensar en la perfección.
Con la mayoría de imágenes procedentes desde la propia fundación que le animó a crear su ahora viuda, Martine Franck, y con fondos del MoMA y algunos originales de revistas como Life y Harper’s Bazaar, que publicaron sus fotos, la muestra recorre desde 1929 hasta 1989 a través de 13 separaciones temáticas.
Claridad y transparencia
“El éxito de Cartier-Bresson reside en su sofisticación cultural -explica Peter Galassi, curador también de la exposición-. En cualquier parte del mundo, en cualquier entorno de jerarquía social era capaz de saber quién era quién y quién hacía qué. El otro factor clave es la claridad y transparencia del estilo fotográfico de la posguerra, que se centraba en lo realmente importante y descartaba lo secundario”.
El fotógrafo creía en la empatía con el sujeto de su obra. “Tiene que haber una relación entre el ojo y el corazón”, declaraba a la revista Harper’s Bazaar en 1946: “Uno debe llegar a lo que capta con espíritu puro, debe ser estricto. Debe haber un tiempo para la contemplación, la reflexión sobre el mundo y la gente. Si uno se dedica a fotografiar a la gente, lo que realmente cuenta es la mirada interior”.
Cartier-Bresson no solía explayarse sobre su trabajo. Otorgó pocas entrevistas y no se dejó fotografiar hasta bien entrada la vejez, porque temía perder el anonimato que le permitía incidir en vidas ajenas. “No soy un actor -manifestaba-. ¿Qué quiere decir eso de la celebridad? Yo soy un artesano”.
En una entrevista al diario The New York Times en 2003 decía que “tomar una foto es reconocer un acontecimiento y en ese mismo instante, en una fracción de segundo hay que organizar las formas que ves para dar sentido y expresión a ese acontecimiento. Es cuestión de poner tu cerebro, tu ojo y tu corazón en un mismo propósito. Es una forma de vida”.
Henri Cartier-Bresson nació en una familia acomodada pero frugal -“de pequeño pensaba que era pobre”, dijo en alguna ocasión-. Su padre era fabricante textil. En los años treinta, mientras estudiaba en la academia del artista cubista André Lhote en París, las imágenes del fotógrafo húngaro Martin Munkacsi le animaron a dejar los pinceles. “Me digo a mí mismo, ¿cómo alguien puede hacer eso? Esa mezcla de belleza plástica y vitalidad. Me veía muy bien dedicándome a eso”.
El movimiento surrealista, que en aquella época dominaba la vida artística parisina, tuvo una profunda influencia sobre él. Primero literalmente, cuando se apuntó al grupo, y luego en espíritu, al otorgarle una libertad iconoclasta. Expuso por primera vez en Madrid (España), en 1933, y un año más tarde en México, junto con Manuel Álvarez Bravo.
“Si uno se dedica a fotografiar a la gente, lo que realmente cuenta es la mirada interior”
Henri Cartier-Bresson, fotógrafo
“El éxito de Cartier-Bresson reside en su sofisticación cultural”
Peter Galassi, responsable de fotografía del MoMA
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