Cultura
Poseída del Tusquets
La autora argentina Betina González se integra con este premio a la primera línea del mundo literario hispanoamericano; otros ganadores han sido Élmer Mendoza, Rosero y Aramburu
Betina González fue elegida por el jurado, presidido por Juan Marsé e integrado por Almudena Grandes, Juan Gabriel Vásquez, Fernando Aramburu y Beatriz de Moura, en representación de la editorial.
La elección respondió a la destreza con que la autora teje una trama que combina géneros y elementos diversos, la recreación poco complaciente del despertar sexual de la adolescencia y su actitud desafiante ante la herencia de los adultos”.
Otro de los elementos destacados fue el manejo del lenguaje “limpio”, explicó Mariano Roca, editor en Argentina de Tusquets.
El premio, que está dotado con 20 mil euros -casi 350 mil pesos-, se entregó la mañana de ayer en el marco de las actividades de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
La autora señala que le interesaba contar la historia de dos adolescentes mujeres, quienes conviven en un colegio católico. “Cada una de las chicas tiene una relación diferentes con el mundo adulto”, expresa la autora, quien destaca que le interesaba mostrar un mundo oscuro y el entorno de la postdictadura.
—¿La sexualidad, su descubrimiento, está presente en la novela?
—Está re-presente. Hay varias escenas de sexo, si eso es lo que querés saber. Para empezar, el gran problema de la narradora es que es virgen, no en el momento en que empieza a narrar, sino que su gran problema durante los primeros años del secundario es que es virgen y el resto de sus compañeras aparentemente no, eso era una cosa más que la excluía de ciertos grupos, de los grupo que ella llama las iniciadas porque ya tenían experiencia sexual. Durante mucho tiempo, ella decide, como es una chica racional, ocuparse del problema, que era dejar de ser virgen, no conocer a alguien y enamorarse, eso le parece asqueroso, le parece caer en esos automatismos de lo social. Uno de los capítulos está dedicado a su primera experiencia sexual, ella cuenta cómo fue; fue con un extraño. Ella pensaba que lo mejor era conseguirse un extraño, el perfecto extraño, y lo conoce en una excursión que hace con la escuela. Es muy importante esa escena porque se conecta con lo político, porque el chico con el que se acuesta termina siendo un militar, entonces hay todo un entramado de la oscuridad y de la política también mezclada con el sexo.
—¿Cómo viven las protagonistas la sexualidad dentro de un colegio católico?
—Si bien el discurso del tabú es el de las monjas y el de los padres, estas chicas hablan de sexo todo el tiempo y tienen sexo todo el tiempo. No son chicas santitas, al contrario. Hay mucha burla en la novela y bastantes referencias literarias, que algunos lectores podrán captar, del imaginario masculino sobre la adolescente de la escuela católica. Visté la idea del disfraz de la colegiala y de lo sexy que a muchos tipos le parece porque eso de romper la inocencia. La narradora se burla del imaginario masculino, también eso me permitió jugar con cierta literatura masculina, la mirada erótica de lo masculino sobre las chicas, si querés referencias como Nabucco y Onetti están en la novela, no en boca de los personajes, el lector sagaz las va a poder identificar.
—¿La culpa es el sentimiento que predominan en la historia?
—El sentimiento que predomina es el de la broca. Bronca y rabia, no tanto la culpa. Es darse cuenta que estas chicas son parte de un mundo que ya está destruido, no les dejaron forman de rebelarse. La generación que militó políticamente fue diezmada en el país, la rebelión, la guerrilla organizada que es la forma de la rebelión, digamos, y el sueño de la revolución, todo eso no está disponible para esa generación. Hay como una bronca porque se les quitó eso: la rebelión colectiva y sólo queda la rabia individual.
PARA SABER
La autora
Betina González (Buenos Aires, 1972) es doctora en Literatura Latinoamericana por la Universidad de Pittsburg. Es profesora en la Universidad de Buenos Aires. En 2006 ganó el Premio Clarín de Novela con “Arte menor”, su primer libro. Su segundo, Juegos de playa, ganó el Certamen Nacional de Cuentos, de Argentina. No pertenece a los círculos literarios de su país, a donde recién regreso después de ocho años.
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