Cultura

Peques recrean Letras para volar

El programa de promoción de la lectura es aplicado en escuelas de zonas marginales, con base en un programa estadounidense basado en la apropiación de las ficciones

GUADALAJARA, JALISCO (02/MAR/2012).- Cuando Patricia Rosas tenía 10 años la vida le pegó una bofetada y la realidad le regaló su vocación. Era una niña apenas cuando sus padres la llevaron a la sierra de Guerrero. Una vez estando ahí le pidieron que les ayudara con las tareas de la alfabetización de los adultos. Hoy, casi 40 años después, ese mismo motivo la sostiene buscando que niños en escuelas de zonas marginadas entren al mundo de las letras. Ella pretende darles alas para que aprendan a volar a través de la lectura.

“Yo lo hago porque eso me cambió la vida. No pude soportar ver tantas desigualdades… después fui creciendo y aprendí que cuanto más educas a una población, más posibilidades tienes de quitarlos de esas brechas de rezago económico”. Patricia Rosas es la directora del proyecto Letras para volar, que impulsa la Universidad de Guadalajara en conjunto con la Fielding Graduate University de California, quien sólo el año pasado atendió a seis mil 700 niños de educación primaria, a través de talleres encaminados a fomentar el gusto por la lectura y la creatividad.

“No sólo nos dedicamos a fomentar la lectura sino que el programa maneja diferentes técnicas especializadas de acuerdo a la edad de los niños y al entorno sociodemográfico que trabajamos. No es sencillo, porque además de la renuncia generalizada que hay sobre la lectura, otro de los problemas que enfrentamos es que nosotros no dependemos de nadie económicamente. No tenemos un presupuesto asignado y todo que hacemos es gracias a donaciones que nos dan”.

Letras para Volar, como su título lo indica es una metáfora de las letras que en su vuelo  salen de los senderos y proponen un nuevo pensamiento creativo;  la construcción de las ideas, las palabras, los sueños…

De acuerdo a su página en Internet, la selección de lecturas que conforman este programa, son leyendas tradicionales que reflejan el sentir y pensar de nuestra tradición oral; son raíz viva de las costumbres y formas de vida, la entrañable relación con los animales, plantas y otros elementos de la naturaleza, presentadas en este colorido espacio, que sin duda invita a echar andar la imaginación y a interactuar con el conocimiento.

Español para paisanos

En noviembre de 2010 el proyecto vio la luz por primera vez. En un principio lo único que querían los docentes, quienes fueron los primeros en visitar escuelas y no iban acompañados de prestadores de servicio social, era tener un programa académico que les permitiera hacer estudios de campo acerca la pedagogía crítica.

“Era interesante ver cómo de la teoría a la práctica el mundo se transformaba. Así empezamos en noviembre de 2010 sólo con primarias, ya en noviembre de 2011 comenzamos con secundarias y en próximos días vamos a comenzar con nuevos cursos de capacitación porque comenzaremos con preparatorias en Noviembre de 2011”

Las leyendas que son contadas en los talleres impartidos, una vez a la semana en 12 escuelas diferentes, han sido adaptadas por alumnos de la Maestría en Tecnologías para el Aprendizaje del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA).

Letras para Volar es una iniciativa de colaboración entre  The Fielding Graduate University de la cual reciben cursos y “técnicas” que van desde la representación dramatúrgica de los cuentos, en niños de primaria, hasta la creación de loterías de sinónimos. “Es interesante ver cómo los niños se apropian los textos. Hacer una pequeña representación implica tener una comprensión de la lectura, jugar con la lotería de sinónimos amplia el vocabulario…”

El año pasado un grupo de profesores y alumnos viajaron a la Feria del Libro en español de Los Ángeles. Ahí, el equipo de Letras para volar atendió a 2276 niños en dos días. Una locura de 227 niños cada media hora. “Ahí el trabajo fue diferente pero muy estimulante. Nuestra tarea principal era salvar la lengua del español, porque los niños que viven allá son de segunda o tercera generación, y sufren de discriminación cuando hablan el idioma de sus padres y sus abuelos”.

Leer para… nada


De acuerdo con cifras oficiales del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en promedio se leen 2.9 libros por persona al año; en la última década y media cerró 30 por ciento de las librerías y casi uno de cada 10 habitantes mayores de 15 años no sabe leer ni escribir, cifras tomadas de la Encuesta Nacional de Lectura, realizada en 2005. Además, 33.5 por ciento dijo no haber consultado un solo ejemplar en doce meses, 30.9 de uno a dos, 25.8 de tres a 10, y el resto respondió haber leído 11 textos o más.

La encuesta, realizada entre noviembre y diciembre de aquél año en 136 municipios de 29 estados de la república mexicana, asienta que del total de entrevistados, al 15.4 por ciento le gusta mucho leer, al 33.3 por ciento le gusta, al 36 le gusta poco y al restante 15.3 por ciento no le agrada hacerlo.

“Esos datos fueron determinantes para empezar este proyecto. Cuando yo estuve haciendo una pasantía en la Universidad de Fielding, me llamaba la atención que la gente no se organizara. Y los académicos tratábamos de arreglar el mundo desde las aulas. Pero poco a poco fuimos pensando en llevar esto a la realidad… sin duda es un trabajo que ha dado buenos resultados”.

¿Pero qué pasa con eso niños, luego de que ustedes les dejan ese gusto por la lectura? Se le cuestiona “Nada, si tu vas ahorita no va a pasar nada. Lo bueno viene después, cuando ellos empiezan a contagiar ese gusto. De momento no tenemos mediciones precisas, pero en un par de años, con las tesis concluidas, podremos ver en qué terminó todo. Mientras, a seguirle…”.

CRÓNICA
El teatro, la envidia en el salón

El portón de la escuela primaria Urbana 1046 Adolfo López Mateos, de Lomas de Tabachines,  se cayó, tal vez la lluvia aflojó la herrería o tal vez sólo la mala suerte de un viernes por la tarde. Sin embargo, los 384 niños jugarán en los patios y las actividades de los promotores del programa Letras par volar de la Universidad de Guadalajara seguirán como cada semana.

Son las tres de la tarde y los niños y los profesores están en los patios de la escuela porque es el día para conocer algunas historias, atrapadas en los libros.  Todos fingen no ser observados, pero un fotógrafo llama la atención de los pequeños que posan y tratan de tomar la cámara, mientras los promotores explican las actividades del día que irán desde una lectura hasta teatro o de la realización de un bastón del derecho de hablar hasta un dibujo.

Al pie de las escaleras del segundo edificio de la escuela, están los pequeños de primer grado. Ellos son la envidia de sus compañeros, primero porque verán una breve obra de teatro y segundo porque la titiritera lleva puesto un micrófono. Su voz se escucha clara, tanto que interrumpe a otros grupos como los de tercero que deben poner atención a la lectura de la Leyenda de don Juan Manuel  porque tendrán que hacer un diagrama de Veen sobre esa historia.

Una niña en cuclillas poco a poco se aleja del círculo de tercero grado para mirar los títeres, después se acerca a su grupo.

De repente, se acaba la historia del colibrí y los más pequeños regresan a su salón para dibujar otro final. Alejandra Becerra Martínez, de seis años, decidió que el colibrí se convirtiera en papá, porque su profesora le dijo que podía inventar el desenlace que quisiera. Su dibujo ya casi está listo, le falta color, pero va hacia el escritorio  de su maestra y le pregunta: “Así está bien”. Recibe un sí como respuesta que la deja contenta y corre a su lugar para seguir con la tarea porque a las cinco llegará la hora del recreo.  

Mientras los niños de primer grado están en su salón, el resto, 11 grupos, sigue en sus actividades, las cuales según los promotores del programa Letras para volar están pensadas en las edades de los pequeños, lo cierto es que ellos prefieren el teatro, aunque los sexto grado figan indiferencias y se concentren la elaboración de un volcán de plastilina, que al final y gracias al bicarbonato de sodio hará erupción para recordar la leyenda náhuatl del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl.

Óscar Eduardo López logra que su volcán arrojé lava azul. Dice que le gustan los viernes porque salen del salón a trabajar en el patio. “Nos han traído varias investigaciones, nos han contado leyendas y hemos hecho teatritos”, comenta el niño de 11 años, quien es uno de los primeros de su grupo en lograr la hazaña de que su volcán se tiña de azul.

Así como Óscar Eduardo, muchos de sus compañeros disfrutan el viernes no sólo porque el sábado y el domingo no irán a clases, sino porque es el día más corto en la primaria Urbana 1046 Adolfo López Mateos, que es una de las 34 escuelas en áreas económicamente deprimidas de la Zona Metropolitana de Guadalajara que atiende  Letras para volar.
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