Cultura
Nueva Galicia simpatizó con los insurgentes
En el Occidente del país, las fuerzas rebeldes hicieron eco a las ideas liberales de Miguel Hidalgo y Costilla
Fabián Acosta, investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), explica que de 1808 hasta que se obtuvo la Independencia, en Guadalajara -entonces la Nueva Galicia- no hubo brotes de insurrección, sino más bien simpatía con el movimiento independentista y contra insurgente.
“En Guadalajara no hubo insurgencia, sin embargo, ante la sospecha y el pánico de una posible intervención francesa, el obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas forma una tropa a la que le llama Los Cruzados, integrada por clérigos, monjes y gente piadosa. Este cuerpo esperaba a que en cualquier momento Hidalgo tomara la ciudad, porque se suponía en la corona española que Hidalgo estaba siendo azuzado por Napoleón”, afirma el académico.
Movimientos armados en la Nueva Galicia
Al Sur de la capital de la Nueva Galicia, en 1810, José Antonio “El amo” Torres, organizó en Zacoalco de Torres un ejército de cerca de tres mil hombres a quienes equipó con palos, lanzas, sogas y algunos fusiles viejos e inservibles. Había otros grupos de insurgentes al mando de Gómez Portugal y Toribio Huidobro. Uno se encontraba en los límites de La Barca y el otro amenazaba por Tepatitlán.
Al enterarse, el Ayuntamiento de la Nueva Galicia propuso al presidente de la Real Audiencia que se organizaran las fuerzas realistas para que salieran a combatir a los insurgentes que se estaban desplegando por distintas localidades “con la finalidad de evitar que se acercaran a la capital. Ante las circunstancias, el Ayuntamiento instó a la junta de seguridad para que dictara las medidas más enérgicas y oportunas, al considerar que el peligro hacia la ciudad crecía conforme los insurgentes se iban acercando”, explica Fabián Acosta.
El gobierno realista tomó las medidas necesarias para combatir a los insurgentes instalados en las inmediaciones del poblado Santa Catarina, cerca de Zacoalco de Torres, a donde envió un ejército de entre 500 y 600 hombres al mando de Tomas Ignacio Villaseñor, quien llegó al lugar el 3 de noviembre de 1810, día que inició la lucha en la que el ejército insurgente derrotó a su enemigo y gracias a lo cual se hizo de armas, municiones, dinero y equipo. También fue hecho prisionero Villaseñor, a quien “El Amo” Torres perdonó la vida. A este último, el triunfo le valió la adhesión de un número considerable de simpatizantes decididos a luchar por la independencia. El 10 de noviembre de 1810 inició su marcha hacia Guadalajara con más de 20 mil hombres.
Toma de Guadalajara
Las fuerzas insurgentes triunfantes entraron a la ciudad el 11 de noviembre de 1810, encabezados por José Antonio “El Amo” Torres, quien reorganizó los mandos públicos.
“La toma de Guadalajara no fue de Hidalgo, fue de ‘El Amo’ Torres y contrariamente a lo ocurrido en Guanajuato, en esta ocasión no hubo saqueos por parte de los insurgentes”, señala el investigador de la UdeG.
Luego de otorgarles garantías a los habitantes, “El Amo” decidió que fuera el propio Ayuntamiento el que nombrara a las personas más convenientes para realizar el embargo de bienes a los europeos en la ciudad, pues ya había designado a su gente para el campo y las haciendas.
Posteriormente, este personaje busca a Miguel Hidalgo y le propone ayudarlo en su lucha independentista, “el cura en esos momentos, ante el coraje de Ignacio Allende, lo que más necesitaba era gente que le ayudara, que le aportara fuerza al movimiento, no críticos. Y precisamente es José Antonio Torres quien inicia el movimiento independentista en el Occidente y arriba a la Nueva Galicia el 26 de noviembre de 1810”.
La presencia de Hidalgo en la Nueva Galicia
Una vez instalado Miguel Hidalgo en Guadalajara, recibió la noticia de que el puerto de San Blas -entonces la puerta de acceso más importante del Occidente- había sido tomado por las fuerzas realistas encabezadas por el cura José María Mercado, de manera que tuvo que reorganizar a sus hombres y al movimiento de Independencia.
En respuesta, Hidalgo formó dos ministerios, el de Gracia y Justicia, en el que quedó al frente José María Chico, y el de Estado, al mando de Ignacio López Rayón.
Sin embargo, a Miguel Hidalgo le hacía falta sumar gente al movimiento independentista, por lo que una manera de lograrlo fue a través de la difusión de las ideas liberales, que logró transmitir con la creación del primer diario insurgente, El despertador americano, el 20 de diciembre de 1810.
Por su parte, Félix María Calleja, quien encabezaba las fuerzas realistas
se trasladó a Guadalajara siguiendo los pasos de Hidalgo y sus hombres, con la intención de someterlos.
“Para no dar más tiempo al enemigo, Calleja decidió atacarlo el 11 de enero de 1811, en el Puente de Calderón, aprovechando los desacuerdos de milicia que enfrentaban entre sí Allende e Hidalgo”, explica el investigador universitario.
La lucha inició desde temprano y se extendió hasta por seis horas y en más de una ocasión los ejércitos realistas se vieron cargando la derrota. Sin embargo, lograron resistir el ataque, hasta que una granada explotó cerca una de las baterías de los insurgentes, lo que provocó que la hierba seca se incendiara y el fuego se extendiera por casi todo el campamento militar. Lo anterior provoco la desbandada del ejército insurgente y aseguro el triunfo de los realistas.
Sometimiento de los rebeldes
Luego de que los insurgentes fueron derrotados, en la Nueva Galicia se inició un proceso de apaciguamiento encabezado por el general José de la Cruz, quien reforzó a los hombres de Félix María Calleja para poder hacer frente a las fuerzas de Hidalgo. Este proceso incluyó: exigir la entrega de armas en un lapso de 24 horas, con pena de muerte para quien desobedeciera; pena capital para quien no delatara a los insurgentes, así como para los que los protegieran; detención inmediata de las personas que se encontraran reunidas en grupos de seis personas, entre otras normas.
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