Cultura

''Nuestro lienzo es el silencio''

Alondra de la Parra, la nueva directora artística de la Orquesta Filarmónica de Jalisco, toma la batuta para conducirla este fin de semana

GUADALAJARA, JALISCO (21/JUN/2012).- Con una de sus obras favoritas: "Sinfonía No. 3", la Heroica, de Ludwig van Beethoven, la directora artística de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), Alondra de la Parra, ofrece mañana su primer concierto de la Segunda Temporada 2012, “Iluminando el silencio”.

Esta Segunda Temporada comienza a tener el estilo de la directora mexicana, nacida en Nueva York en 1980. Los compositores que le gustan están en la programación: Gustav Mahler, Johannes Brahms, Dmitri Shostakovich y Ludwig van Beethoven.

Alondra de la Parra tiene su agenda llena este 2012, viajes a Estados Unidos, Tokio, Alemania, Brasil, Francia y, por supuesto, México, ya que estará al frente de la OFJ, según los planes, hasta diciembre, después ya verá.

Los proyectos llegan a su puerta. Dice en entrevista que le gustaría retomar el trabajo con su agrupación,  la que fundó en 2003 y que ahora está en pausa, la Orquesta Filarmónica de las Américas.

De su encuentro con la OFJ explica que es una agrupación “con un buen espíritu, con una buena disposición al trabajo, con ganas de mejorar, de aprender, de crecer y de construir, y para mí eso es lo más importante”.  

El programa número tres, que se será ejecutado este viernes, a las 20:30 horas, y  domingo, a las 12:30 horas, en el Teatro Degollado, es una oportunidad para percibir “esa química” que la directora encontró con la Filarmónica de Jalisco.

—¿Qué encontró en la OFJ que le hizo clic para decidir dirigirla?

—Para mí es muy importante trabajar en mi país, aportar algo al mundo musical de mi país, y que mejor que hacerlo en una institución tan importante como lo es ésta, en una ciudad tan importante como Guadalajara, en un teatro maravilloso como lo es el Teatro Degollado. Entonces, hizo sentido, encontrar buena química con la  Orquesta, la ciudad, el teatro y la posibilidad de ayudar a que esta orquesta se establezca como una de la más importante de Latinoamérica.  

Para mí es un reto que me gusta, me atrae, me regresa a mi patria, a mis raíces…. Aunque esté  viajando todo el tiempo y dirigiendo otras orquestas, para mí hacer trabajo en México es muy importante.

—¿Cómo estructura los programas para que atrapen al gran público y satisfagan las inquietudes suyas y las de la agrupación?

—En este caso, para programar esta temporada y la que sigue, que ya está, una de las cosas que vamos hacer es programar todo con un año de anticipación y ya pronto trabajaremos los programas del año que entra.

Primero que nada, yo tengo una lista de obras que ya he hecho o quiero hacer del repertorio, luego consulto con la comisión artística de la Orquesta, que son músicos, y les pedí que me dieran su carta a Santa Claus, les pregunté con qué solistas desean trabajar y con que solistas yo quiero trabajar.

Es una mezcla, es con las obras que yo tenía muchas ganar de trabajar con esta orquesta, que son pilares claves para desarrollar una relación entre director y orquesta. Hay que trabajar con materiales claves como lo son Beethoven, Brahms, Mahler, que son los platos fuertes del repertorio sinfónico, junto con grandes solistas, y con obras que ellos –los músicos— propusieron.  

—¿Cómo define la dirección de orquesta?

La dirección de orquesta es como ser, como dicen en inglés, ‘conductor’. El hilo conductor entre la partitura, la orquesta y la audiencia. Nosotros somos este conducto, este filtro, por el cual pasa todo la información de la partitura, los deseos del compositor, la historia del compositor y el cómo tocarse a la orquesta a través de los ensayos, en los que te pones de acuerdo con ellos –los músicos—, los guías, los ayudas y ellos mismos te ayudan a ti.  Es una colaboración muy hermosa, el ensayo. Después, en el concierto, la orquesta lo toca y lo recibe el público.

Entonces, nosotros somos esos gestores para que la música suceda, ni la creamos nosotros ni la tocamos, pero estamos en el cómo.

Nosotros somos la guía, la inspiración, la idea, la unidad para que una orquesta de 100 músicos haga una versión de la Heroica –Sinfonía No.3—, de Beethoven, y no 100.

—¿Cuál es el momento más bello de un concierto?

—Lo increíble de esos momentos es que nunca sabes cuándo van a llegar. En todos los conciertos siempre va habrá un momento, dos o tres, si eres más suertudo, en el que hay una conexión musical, donde un sonido se hace hermoso, donde hay una complicidad especial con una persona o con varias o con todos. Ésa parte a mí me encanta, cuando siento que estamos tocando algo especial, juntos. Esa sensación de triunfo en conjunto, y ese triunfo puede ser una milésima de segundo, en el que logramos un color, un sonido, un detalle o puede ser terminar toda una obra y sentirse tan satisfecho con lo que hicimos.

—¿Aplauso o silencio durante la interpretación?

—Depende. Creo que no hay que decir: nunca ni prohibir porque eso va en contra del arte en sí y de lo que estamos haciendo, que es dar, ser generosos…. Si alguien se siente con las ganas de aplaudir, pues que aplauda. No me parece mal.

Sí hay obras en las que es mejor que no se aplauda para disfrutarlas de principio a fin, porque tienen una longitud y una estructura grande. Yo no me voy a enojar si aplauden, pero hay veces en las que es mejor esperar hasta el final.

No estoy a favor del ruido. En un concierto debe haber silencio, es como si quieres pintar un cuadro y el lienzo no está blanco, nuestro lienzo es el silencio. Si no hay silencio no podemos hacer el sonido.  

—¿Cuál ha sido el momento de mayor plenitud en su carrera?

—La verdad  es que habido momentos muy especiales, pero en general esos momentos se dan cuando menos los esperas y con diferentes orquestas. Por supuesto, para mí fue muy importante, después de haber fundado mi orquesta en Nueva York –la Filarmónica de las Américas—, a los 23 años, haber llegado, siete años después, a mi ciudad, la Ciudad de México, al Ángel de la Independencia, el día del Bicentenario de la Independencia, con mi orquesta, con mis compañeros, con el repertorio que habíamos grabado, y que yo llevaba tanto tiempo haciendo, Mi alma mexicana, sí fue un momento, de esos que no puedes imaginar, uno entra un poco en ‘shock’ y no puedes ni sentir lo que está pasando de lo increíble –risas—.

—¿Alguna vez ha sentido que un concierto se le va de las manos?

—No. Espero que no –risas—, que el concierto se te va de las manos, no, que algo se sale de control sí, pero ésa es la labor del director: resolverlo en ese instante, ver dónde está el problema y dónde está la solución, muchas veces el problema está en una sección de la orquesta que cometió un error o una persona, y la solución está en otras, en lo que sigue porque vamos sobretiempo, siempre solucionamos hacia adelante, no hacia atrás.

—¿Le interesa componer?

—Es algo que me encantaría, pero no es algo que haga ni que tenga tiempo de hacer, quizá algún día en la vida. A mí me gusta la dirección de orquesta, desde chica es algo que quería hacer, lo que disfruto.

—¿Tuvo una revelación estética para definir su vocación?

—Fueron muchos momentos. Mis papás desde chica me llevaban a conciertos, entonces, el ver tantos conciertos distintos, de todo tipo de música,  siempre era un gran sueño, yo quería estar en esa magia.  Después, estudié chelo, piano, la carrera de pianista y luego la maestría en dirección. Cuando estaba estudiando fui asistente en una orquesta, en la cual ayudaba a poner las sillas, los atriles, empecé como achichincle de una orquesta, y ahí una vez, después de mucho tiempo, me dejaron dirigir, me acuerdo que cuando acabó ese momento, parada en el podio y dije: ‘Es aquí donde tengo que estar’. En ese momento –a sus 19 años—, me sentí yo, natural.

—Con tantos viajes y de cambios, ¿cómo se construye la idea de hogar?

—Primero, que nada, tengo una familia muy unida, que me ha apoyado desde siempre, mucho, mis padres, mis hermanos, mis tíos, mis primos, todos hacen un esfuerzo muy grande por irme a ver adonde puedan, siempre hay alguna persona querida cerca.  

Mi papá y mi mamá han hecho un gran esfuerzo por siempre tratar de estar ahí, obviamente no pueden estar siempre, y cuando no es así es por Skype. Yo hablo diario con mis dos padres, con mis hermanos, muy seguido. Hay una unión familiar, que es más fuerte, porque cuando no estás y estás desperdigado por el mundo tienes una necesidad para hablarte y preguntas cosas que si vives en la misma casa no haces.

—¿Cuál es la idea de la felicidad perfecta?

A mí me ayuda amar y adorar lo que hago. Y que lo hago sea una fuente de energía positiva para la gente que quiero, mi familia, mis amigos, los músicos, la audiencia… No sé si eso es la felicidad, pero me acerca.

PARA SABER
Viernes y domingo con Alondra


El programa número tres, de la Orquesta Filarmónica de Jalisco será ejectutado mañana  viernes, a las 20:30 horas, y el domingo, a las 12:30 horas, en el Teatro Degollado.

Estará compuesto por "Danzón No. 2", de Arturo Márquez, "Concierto para violín", de Mendelssohn, y  "Sinfonía No. 3" ¨Heróica¨, de Beethoven.

El precio de los boletos va de los 90 a los 170 pesos.

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