Cultura
Nefertiti vuelve a su vieja morada
La pieza, de tres mil 500 años y considerada el más bello busto del mundo, llegó al recién remozado museo
La pieza, de tres mil 500 años y considerada el más bello busto del mundo, llegó al recién remozado museo procedente del vecino Altes Museum, ambos en la Isla de los Museos berlinesa, entre enormes medidas de seguridad.
Se trata de la enésima mudanza que soporta el busto de Nefertiti, la esposa del faraón Akenaton, desde que los arqueólogos alemanes la hallaron en el Valle de Amarna, en 1912, y la trasladaron a la capital alemana.
La Reina del Nilo superó su reestreno, de nuevo sepultada por cientos de flashes de cámaras y equipo de televisión de todo el mundo, a la espera que la canciller alemana Angela Merkel inaugurara oficialmente ayer el recuperado Neues Museum.
Al busto de Nefertiti se le ha reservado un espacio de honor, bajo la cúpula del ala norte del museo, que sí sobrevivió a los bombardeos. En las otras tres plantas se exhibirán las piezas restantes de la colección de arte egipcio berlinesa, incluido Akenaton, envuelto entre sarcófacos, relieves, joyas y papiros.
El peregrinaje de la “reina viajera”
El Neues Museum -una de las cinco piezas de la Isla de los Museos berlinesa, junto al Altes, el Pergamon, el Bode y la Alte Nationalgalerie- ha sido restaurado por el arquitecto británico David Chipperfield y abrió sus puertas brevemente hace unos meses, aunque vacío, para volver a cerrar luego mientras se acondicionaba su interior.
El busto de Nefertiti es una de las piezas más preciadas de Berlín, cuyas autoridades se han negado siempre -desde tiempos de Adolf Hitler- a las demandas de restitución de Egipto, que considera que en su momento fue sacado ilegalmente del país.
La “reina viajera” durmió sepultada en el Valle de Amarna sin sobresaltos durante sus primeros tres mil 400 años de existencia, pero desde que fue descubierta por el arqueólogo Ludwig Borchardt ha ido de traslado en traslado.
Primero fue exhibida en el Neues Museum, pero tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, las autoridades del Tercer Reich la escondieron en una mina de Turingia (este del país).
Tras el fin del nazismo fue recuperada por las tropas estadounidenses y mostrada al público, primero a las afueras del sector americano berlinés y, desde 1967, en el barrio de Charlottenburg.
A partir de la reunificación sufrió nuevas mudanzas. Inicialmente se la colocó en el Kulturforum, un moderno complejo museístico. Luego fue llevada al Altes Museum, a la espera de que quedara listo el edificio restaurado por Chipperfield, en unas obras en las que se invirtieron unos 200 millones de euros.
El arquitecto británico optó por un concepto de restauración que deja al aire las cicatrices del tiempo y no recompone lo que quedó destruido, sino que lo sustituye por materiales nuevos, piedra blanca, rectas columnas, suelos de madera y estructuras de acero.
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