Cultura
Navegar por la literatura de Álvaro Mutis
El escritor colombiano ha fallecido, y con eso, se abre un gran hueco en la literatura
fallecido Álvaro Mutis.
El escritor colombiano murió en la Ciudad de México el domingo 22 de septiembre, de un problema cardiorrespiratorio. Su espíritu nómada lo llevó a configurar una encarnación ficticia que muchos califican como su alter ego: Maqroll el Gaviero, personaje central que aparece en la mayoría de sus obras.
Maqroll el Gaviero, el Quijote del mar, figuró en sus primeros poemas escritos a los 19 años. Fue publicado por primera vez en "Oración de Maqroll", en el libro de poesía "Los elementos del desastre" de 1953. Luego, las travesías del marinero extraño inundarían la prosa de Mutis en siete novelas entre 1986 y 1993, que después serían recogidas en la antología "Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero", sin que en ninguna parte se revele la edad o nacionalidad del personaje.
En su obra, tanto en verso como en prosa, el naviero atraviesa ríos, selvas, amores y pesadillas. En 1973 se publica una recopilación poética titulada "Summa de Maqroll el Gaviero", que a la postre tendría más ediciones.
Maqroll es una invención que va más allá de lo autobiográfico: "Mutis inventa a Maqroll el Gaviero como García Márquez a Macondo, Onetti a Santa María, Rulfo a Comala. Maqroll es también una región de lo imaginario, aunque creada mediante un habilísimo montaje de pequeñas y grandes realidades", como lo describió el poeta uruguayo Mario Benedetti.
El colombiano era un fanático de la historia. Se decía encantado por la Edad Media y le disgustaban los fenómenos de la modernidad, como las nuevas tecnologías. "El Internet es un invento que me parece del diablo", dijo en una entrevista para el suplemento La Revista, del periódico español El Mundo, en junio de 2001, a propósito de haber sido condecorado con el Premio Cervantes en ese año.
Era un escritor que no se reconocía como tal, sino como navegante de la literatura, huyendo de las categorías, fusionando la poesía y la narrativa, escéptico de las nacionalidades, de los gobiernos. "Yo me siento yo, lo primero. Si algo he procurado evitar es que me encasillen dentro del llamado realismo mágico, y no porque tenga nada en contra, no. Cuando lo ejerce alguien como García Márquez o Miguel Ángel Asturias, pues salen libros bellísimos, pero yo no sé hacerlo, me resulta ajeno, tan ajeno casi como el naturalismo o el realismo social. Estoy convencido de que cada escritor tiene un destino, y ha de hacer cuanto pueda por evitar desviarse de ese sendero", comentó en esa misma entrevista.
A pesar de sus polémicas declaraciones sobre política, pues afirmó que nunca votó en las elecciones de su país ni de México, donde pasó la última parte de su vida; de su inexplicable admiración por las monarquías, misma que atribuía a haber nacido el 25 de agosto, Día de San Luis Rey de Francia, y que lo llevó a hablar contra la Independencia de América; o de su casual aversión hacia la gente que se tomaba muy en serio el oficio de la literatura, Mutis es recordado por su camaradería, por su alegría y buen humor.
Así pudo enfrentar egos como el de Octavio Paz o Gabriel García Márquez para volverse su amigo, e instruir a sus jóvenes colegas para escribir, con una vocación nata de maestro que nunca ejerció formalmente. "Nadie se ha beneficiado más que yo de esa escasa virtud. Ya conté alguna vez que fue Álvaro quien me llevó mi primer ejemplar de Pedro Páramo y me dijo: 'Ahí tiene, para que aprenda'", confesó García Márquez en una carta abierta que le dedicó a su paisano con motivo de su onomástico número 70.
Ahora que ha muerto, se ha perdido una voz valiosísima en las letras latinoamericanas: un narrador capaz de convertir a la aventura en poesía.
Algunas de sus obras
Poesía
La Balanza, 1948
Los elementos del desastre, 1953
Summa de Maqroll el Gaviero, 1973
Caravansary, 1981
Los emisarios, 1984
Crónica regia y alabanza del reino, 1985
Un homenaje y siete nocturnos, 1987
Narrativa
Diario de Lecumberri, 1960
La mansión de Araucaíma, 1973
La verdadera historia del flautista de Hammelin, 1982
La nieve del Almirante, 1986
Ilona llega con la lluvia, 1988
Un bel morir, 1989
Amirbar, 1990
Abdul Bashur, soñador de navíos, 1991
Tríptico de mar y tierra, 1993
La muerte del estratega y otro relato, 1995
Última escala del Tramp Steamer, 1999
EL INFORMADOR / BRENDA RAMOS
GUADALAJARA, JALISCO (23/SEP/2013).- Sus comienzos en la prensa, su paso por las relaciones públicas y por la publicidad, su estancia como prisionero en la cárcel de Lecumberri, su vida en tres distintos países y su incursión a la televisión como actor de doblaje, son anécdotas propias de una vida azarosa, rica de aventuras y destinos, que explican la trayectoria única del recién
El escritor colombiano murió en la Ciudad de México el domingo 22 de septiembre, de un problema cardiorrespiratorio. Su espíritu nómada lo llevó a configurar una encarnación ficticia que muchos califican como su alter ego: Maqroll el Gaviero, personaje central que aparece en la mayoría de sus obras.
Maqroll el Gaviero, el Quijote del mar, figuró en sus primeros poemas escritos a los 19 años. Fue publicado por primera vez en "Oración de Maqroll", en el libro de poesía "Los elementos del desastre" de 1953. Luego, las travesías del marinero extraño inundarían la prosa de Mutis en siete novelas entre 1986 y 1993, que después serían recogidas en la antología "Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero", sin que en ninguna parte se revele la edad o nacionalidad del personaje.
En su obra, tanto en verso como en prosa, el naviero atraviesa ríos, selvas, amores y pesadillas. En 1973 se publica una recopilación poética titulada "Summa de Maqroll el Gaviero", que a la postre tendría más ediciones.
Maqroll es una invención que va más allá de lo autobiográfico: "Mutis inventa a Maqroll el Gaviero como García Márquez a Macondo, Onetti a Santa María, Rulfo a Comala. Maqroll es también una región de lo imaginario, aunque creada mediante un habilísimo montaje de pequeñas y grandes realidades", como lo describió el poeta uruguayo Mario Benedetti.
El colombiano era un fanático de la historia. Se decía encantado por la Edad Media y le disgustaban los fenómenos de la modernidad, como las nuevas tecnologías. "El Internet es un invento que me parece del diablo", dijo en una entrevista para el suplemento La Revista, del periódico español El Mundo, en junio de 2001, a propósito de haber sido condecorado con el Premio Cervantes en ese año.
Era un escritor que no se reconocía como tal, sino como navegante de la literatura, huyendo de las categorías, fusionando la poesía y la narrativa, escéptico de las nacionalidades, de los gobiernos. "Yo me siento yo, lo primero. Si algo he procurado evitar es que me encasillen dentro del llamado realismo mágico, y no porque tenga nada en contra, no. Cuando lo ejerce alguien como García Márquez o Miguel Ángel Asturias, pues salen libros bellísimos, pero yo no sé hacerlo, me resulta ajeno, tan ajeno casi como el naturalismo o el realismo social. Estoy convencido de que cada escritor tiene un destino, y ha de hacer cuanto pueda por evitar desviarse de ese sendero", comentó en esa misma entrevista.
A pesar de sus polémicas declaraciones sobre política, pues afirmó que nunca votó en las elecciones de su país ni de México, donde pasó la última parte de su vida; de su inexplicable admiración por las monarquías, misma que atribuía a haber nacido el 25 de agosto, Día de San Luis Rey de Francia, y que lo llevó a hablar contra la Independencia de América; o de su casual aversión hacia la gente que se tomaba muy en serio el oficio de la literatura, Mutis es recordado por su camaradería, por su alegría y buen humor.
Así pudo enfrentar egos como el de Octavio Paz o Gabriel García Márquez para volverse su amigo, e instruir a sus jóvenes colegas para escribir, con una vocación nata de maestro que nunca ejerció formalmente. "Nadie se ha beneficiado más que yo de esa escasa virtud. Ya conté alguna vez que fue Álvaro quien me llevó mi primer ejemplar de Pedro Páramo y me dijo: 'Ahí tiene, para que aprenda'", confesó García Márquez en una carta abierta que le dedicó a su paisano con motivo de su onomástico número 70.
Ahora que ha muerto, se ha perdido una voz valiosísima en las letras latinoamericanas: un narrador capaz de convertir a la aventura en poesía.
Algunas de sus obras
Poesía
La Balanza, 1948
Los elementos del desastre, 1953
Summa de Maqroll el Gaviero, 1973
Caravansary, 1981
Los emisarios, 1984
Crónica regia y alabanza del reino, 1985
Un homenaje y siete nocturnos, 1987
Narrativa
Diario de Lecumberri, 1960
La mansión de Araucaíma, 1973
La verdadera historia del flautista de Hammelin, 1982
La nieve del Almirante, 1986
Ilona llega con la lluvia, 1988
Un bel morir, 1989
Amirbar, 1990
Abdul Bashur, soñador de navíos, 1991
Tríptico de mar y tierra, 1993
La muerte del estratega y otro relato, 1995
Última escala del Tramp Steamer, 1999
EL INFORMADOR / BRENDA RAMOS
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