Cultura
Munal recuerda al pintor Manuel Rodríguez Lozano en su aniversario luctuoso
Adolfo Castañón ofreció la charla 'Imágenes y pensamiento de Manuel Rodríguez Lozano'. El museo le dedica una exposición temporal
CIUDAD DE MÉXICO (18/AGO/2011).- El escritor, académico y crítico literario Adolfo Castañón ofreció esta tarde en el Museo Nacional de Arte (Munal), la conferencia 'Imágenes y pensamiento de Manuel Rodríguez Lozano', con la que conmemoró los 40 años de la muerte de ese pintor mexicano, que se cumplen en este 2011.
Como advertencia, al principio de su intervención se identificó y reconoció 'solo como crítico literario, de ninguna manera soy crítico de artes plásticas'. A pesar de ello, supo hablar de ese personaje inmerso no en la pintura y en todos los ámbitos de la cultura mexicana del siglo XX.
Explicó que hace algún tiempo conoció la obra de ese extraordinario pintor y que pronto descubrió que ese personaje estaba inmerso en medio de una serie de redes dentro de la cultura nacional y el arte mexicano en general. 'A partir de ahí me interesé más en su pintura', agregó.
Explicó que Rodríguez Lozano pertenece a la generación que vino después de los grandes muralistas, Siqueiros, Rivera y Orozco, y que se distinguió como 'un pintor culto y solidario a quien Jaime Torres Bodet consideró el mejor pintor mexicano hasta ese entonces'.
La obra de ese artista, dijo Castañón, se manifiesta en el 'arco paradójico' donde está la cultura mexicana del siglo XX. 'Dicen los que saben que él venía de una familia acomodada de finales de la época porfirista', explicó el también miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (AML).
Entró al Heroico Colegio Militar a los 13 años de edad, y a los 17 se enamoró de la también pintora Carmen Mondragón, mejor conocida como 'Nahui Ollin'. Para entonces, el joven no imaginaba que pronto sería reconocido como un guía elegante, crítico, educado y conocedor de su oficio y de la época que le tocó vivir.
Tras subrayar lo anterior, Castañón dejó ver que Rodríguez Lozano simpatizó con la idea de traer a los grandes clásicos a la era contemporánea, así como de acercar a los dioses a los hombres. 'Rodríguez Lozano era, y es, un pintor que pinta, un dibujante observador y un hombre temible'.
El hombre que este año cumple cuatro décadas de muerto, dijo Castañón, fue un pintor de tiempo completo y a pesar de todo, no se salvó de ser un gran muralista.
En ese sentido, recordó que Rodríguez Lozano pintó un mural extraordinario en el interior de la vieja Penitenciaria de Lecumberri. 'En el año 1942 pintó `La piedad´, que desde el inicio tuvo simpatizantes dentro y fuera del inmueble ubicado en esta ciudad capital.
'Dandi, aunque él no lo reconocía, Manuel Rodríguez perteneció a la tradición de los pintores que no temen dar su opinión descarnada sobre esta ciudad y lo que en ella acontece, como años más tarde lo hicieron Juan Soriano y José Luis Cuevas', acotó Adolfo Castañón.
De acuerdo con sus biógrafos, vivió una época monumental que va de 1930 a 1939, en donde creó colosales figuras humanas desnudas, con trascendental expresividad, sensualidad y sin una definición sexual clara.
Adolfo Castañón, escritor y crítico literario, ofreció la conferencia 'Imágenes y pensamiento de Manuel Rodríguez Lozano' a través de los recuerdos y los testimonios de Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, José Bergamín, Luis Cardoza y Aragón y Rodolfo Usigli.
Nacido en 1894 y huérfano de madre desde muy niño, Manuel Rodríguez Lozano estudió en el Colegio Militar y se casó con Carmen Mondragón, hija del famoso general porfirista Manuel Mondragón. Un matrimonio infeliz que encierra la misteriosa muerte del único hijo de ambos.
Este año, al cumplirse 40 de su fallecimiento, el Museo Nacional de Arte retoma la figura de este fantástico pintor y rescata no sólo al artista y su invaluable contribución a la plástica de la primera mitad del siglo XX, sino que se adentra en su época y entorno.
En la exposición, además de fotografías y documentos, se recrea la vida del pintor, así como su interacción con pintores, escritores, intelectuales y poetas como Julio Castellanos, Salvador Novo, Andrés Henestrosa, Antonieta Rivas Mercado y Malú Cabrera.
'Manuel Rodríguez Lozano. Pensamiento y pintura 1922-1958' se exhibe en la sala de exposiciones temporales del Munal hasta el 9 de octubre próximo.
Como advertencia, al principio de su intervención se identificó y reconoció 'solo como crítico literario, de ninguna manera soy crítico de artes plásticas'. A pesar de ello, supo hablar de ese personaje inmerso no en la pintura y en todos los ámbitos de la cultura mexicana del siglo XX.
Explicó que hace algún tiempo conoció la obra de ese extraordinario pintor y que pronto descubrió que ese personaje estaba inmerso en medio de una serie de redes dentro de la cultura nacional y el arte mexicano en general. 'A partir de ahí me interesé más en su pintura', agregó.
Explicó que Rodríguez Lozano pertenece a la generación que vino después de los grandes muralistas, Siqueiros, Rivera y Orozco, y que se distinguió como 'un pintor culto y solidario a quien Jaime Torres Bodet consideró el mejor pintor mexicano hasta ese entonces'.
La obra de ese artista, dijo Castañón, se manifiesta en el 'arco paradójico' donde está la cultura mexicana del siglo XX. 'Dicen los que saben que él venía de una familia acomodada de finales de la época porfirista', explicó el también miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (AML).
Entró al Heroico Colegio Militar a los 13 años de edad, y a los 17 se enamoró de la también pintora Carmen Mondragón, mejor conocida como 'Nahui Ollin'. Para entonces, el joven no imaginaba que pronto sería reconocido como un guía elegante, crítico, educado y conocedor de su oficio y de la época que le tocó vivir.
Tras subrayar lo anterior, Castañón dejó ver que Rodríguez Lozano simpatizó con la idea de traer a los grandes clásicos a la era contemporánea, así como de acercar a los dioses a los hombres. 'Rodríguez Lozano era, y es, un pintor que pinta, un dibujante observador y un hombre temible'.
El hombre que este año cumple cuatro décadas de muerto, dijo Castañón, fue un pintor de tiempo completo y a pesar de todo, no se salvó de ser un gran muralista.
En ese sentido, recordó que Rodríguez Lozano pintó un mural extraordinario en el interior de la vieja Penitenciaria de Lecumberri. 'En el año 1942 pintó `La piedad´, que desde el inicio tuvo simpatizantes dentro y fuera del inmueble ubicado en esta ciudad capital.
'Dandi, aunque él no lo reconocía, Manuel Rodríguez perteneció a la tradición de los pintores que no temen dar su opinión descarnada sobre esta ciudad y lo que en ella acontece, como años más tarde lo hicieron Juan Soriano y José Luis Cuevas', acotó Adolfo Castañón.
De acuerdo con sus biógrafos, vivió una época monumental que va de 1930 a 1939, en donde creó colosales figuras humanas desnudas, con trascendental expresividad, sensualidad y sin una definición sexual clara.
Adolfo Castañón, escritor y crítico literario, ofreció la conferencia 'Imágenes y pensamiento de Manuel Rodríguez Lozano' a través de los recuerdos y los testimonios de Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, José Bergamín, Luis Cardoza y Aragón y Rodolfo Usigli.
Nacido en 1894 y huérfano de madre desde muy niño, Manuel Rodríguez Lozano estudió en el Colegio Militar y se casó con Carmen Mondragón, hija del famoso general porfirista Manuel Mondragón. Un matrimonio infeliz que encierra la misteriosa muerte del único hijo de ambos.
Este año, al cumplirse 40 de su fallecimiento, el Museo Nacional de Arte retoma la figura de este fantástico pintor y rescata no sólo al artista y su invaluable contribución a la plástica de la primera mitad del siglo XX, sino que se adentra en su época y entorno.
En la exposición, además de fotografías y documentos, se recrea la vida del pintor, así como su interacción con pintores, escritores, intelectuales y poetas como Julio Castellanos, Salvador Novo, Andrés Henestrosa, Antonieta Rivas Mercado y Malú Cabrera.
'Manuel Rodríguez Lozano. Pensamiento y pintura 1922-1958' se exhibe en la sala de exposiciones temporales del Munal hasta el 9 de octubre próximo.
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