Cultura
Müller enseñó a los tapatíos a escuchar en alemán
La escritora se presenta en el Teatro Diana junto con el actor mexicano Arturo Ríos y lee partes de su obra
Poco más de mil personas —mil 262, según el personal del teatro— decidieron pasar la noche con Müller y Ríos, pero pocos sabían a lo que iban a enfrentarse. Ríos, sentado a un lado de varias maletas, y Müller, en una banca como si estuviera esperando un tren, leyeron fragmentos de obras como Todo lo que tengo lo llevo conmigo, El Rey se inclina y mata y Los pálidos señores con las tazas de moca. Fue un sencillo planteamiento escénico, con ellos dos solos en el escenario y la proyección de los textos detrás, en ambos idiomas, entrecruzándose.
Pero la dicción clara y dramática de Ríos y el calculado alemán de Müller, como si estuvieran intentando que el auditorio aprendiera a hablar o a escuchar alemán, obraron el encanto suficiente como para atrapar al auditorio en una densa sucesión de metáforas y complicadas comparaciones, que incluyeron historias sobre prisiones, campos de trabajo en la época del Holocausto, el taller de un tío carpintero, viajes y el valor de los objetos como elementos que permiten medir la duración de la vida. Las proyecciones incluyeron hasta collages de palabras que Müller leyó pausadamente para el público y Ríos tradujo luego al español.
La de anoche fue la penúltima actividad de Müller durante ésta, su segunda visita a una FIL tapatía. La Nobel se despidió con sencillez cuando vino el aplauso del público, después de 80 minutos de lectura, y el caballeroso Ríos intentó darle a ella toda la atención. La Nobel se negó a recibir sola la ovación.
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