Cultura

Muere el ceramista Jorge Wilmot

A los 83 años, avencindado en Tonalá desde los años 50, dejó de existir por un paro cardiaco mientras dormía. Fue un maestro de cantidad de artesanos locales y nacionales, a quienes introdujo en la técnica del horneado a alta temperatura

GUADALAJARA, JALISCO (13/ENE/2012).- La figura de un conejo capturado llamó la atención de un joven Jorge Wilmot recién llegado a Tonalá con apenas 27 años de edad. “Y lo modelé”. Era eran los años 50 del siglo pasado. Del conejo modelado vendrían las figuras de tantos otros animales plasmados con la imaginería de este gran artesano que introdujo en el medio de la cerámica local nuevas técnicas, formas y acabados.

La madrugada de ayer jueves su corazón se detuvo mientras dormía. Tenía 83 años y una larga carrera en la que fue reconocido nacional e internacionalmente. En el Museo Nacional de la Cerámica (Constitución 104, Tonalá, Jalisco) será instalada una Capilla Ardiente que permanecerá hasta el domingo, mientras que hoy a las 16:00 horas sus cenizas visitarán el Cabildo de Tonalá, para celebrar un homenaje al reconocido artista de la cerámica.

Durante los últimos tiempos, con los años a cuestas y el desgaste de la edad, Wilmot estuvo inmerso en la lectura y relectura de libros filosóficos, sociológicos e históricos, y en un relativo aislamiento que prácticamente lo convirtió en asceta. En uno de esos momentos relató, en entrevista, los motivos que lo trajeron a una vida entregada a la cerámica, en una tierra remota para él.

Todo comenzó mucho antes del interés por llevar la figura del conejo al barro en Tonalá. Empezó cuando muy joven admiró por vez primera unas piezas de cerámica oriental en un museo parisino. Inoculada la pasión por esas formas y texturas, el camino había sido descubierto: estudios en la región de Selva Negra, Alemania, con el ceramista Richard Bampi.

“Ahí llegué como canica en lavamanos –recordaba Wilmot, entre risas- y Bampi tenía una biblioteca maravillosa de libros de cerámica”. Entre estos, la colección completa del Catálogo de George Eumorfopoulos sobre cerámica china, coreana y persa (compuesta por once tomos publicados en Londres, Inglaterra, en 1925 y actualmente cotizada en Amazon.com en más de 27 mil dólares) la cual dejó una gran marca en él.

“Ahí venían estas piezas maravillosas de la Dinastía Song que a mí me fascinaron por todo, por la sencillez, por el esmalte y pues, durante muchísimo tiempo estuve dedicado a tratar de encontrar la forma de reproducir aquello”, dijo.

Sin embargo, en el taller de Bampi “no se quemaba a alta temperatura pero había una ladrillera, y ahí fue donde empecé a hacer mis primeras pruebas también basadas en un libro, el de Bernard Leach (Manual del Ceramista)”.

Con esa primera formación, contaba Wilmot “empezaron a salir los primeros intentos, pero, ¿se hacen miles, no?”. Y además de lo anterior, comenzó otro proceso de suma trascendencia: “El discernimiento de las cosas, que aquí (en México)… con lupa lo buscas y quién sabe si lo encuentres”. Su formación, tanto técnica como intelectual, también tuvo lugar en Basilea, Suiza.

Inesperadamente a su regreso a México, en la etapa en la que daba clases en la Universidad Iberoamericana del Distrito Federal, la vida lo trajo a Tonalá.

“Llegué como un marciano, fui a ver al artesano más famoso que era Amado Galván y le propuse un plan. Uno de estos proyectos que el cerebro desarrolla pero la realidad contradice”. Don Amado Galván declinó la propuesta pero lo derivó con su sobrino Simeón Galván. “Y así empezó la cosa”. Múltiples formas zoomorfas vendrían luego de que él y Simeón atraparan al conejo mencionado y así comenzó la “dinastía Wilmot” de alta temperatura en Tonalá, porque si bien los más destacados artesanos de la zona tocaron su puerta en años a seguir, la de Galván fue la que se abrió para que él comenzara el vuelo que lo llevaría a ser uno de los ceramistas insignes del país.

Años después de producir piezas con esmaltes llevados a la perfección, se retiró y se alejó de sus hornos y tornos para continuar inmerso en la reflexión sobre la historia del pueblo mexicano y su hacer cerámico. Sin silenciar jamás su crítica a los absurdos, las exageraciones y farsas que para él marcaban la realidad, seguía en “la fascinación y el interés por las cosas prehispánicas” respecto al universo del barro, ya que por todo lo demás, se guardó en aislamiento al advertir un mundo “condicionado por estos códigos simbólicos diferentes donde lo que para unos es negro, para otros es blanco”.

Ana Guerrerosantos

VOCES

Jesús Guerrero Santos, artesano  


“Jorge nos llegó de Monterrey y fue a prepararse al mundo, tanto a Oriente como a Suecia. Al mismo tiempo, fue un gran diletante de la letra, de los libros, de la comida y de la vida. Tenía una sensibilidad muy especial. Jorge escogió a Tonalá a partir de un estudio de donde sería el lugar indicado para desarrollar su trabajo y atinadamente escogió Tonalá.

Las técnicas que aprendió en el extranjero, vino aplicarlas al trabajo tonalteca y al mismo tiempo respetó y se apasionó de lo que Tonalá en su tradición tenía en cerámica y en barro. Para mí, el gran valor de su trabajo lo vemos muy claro en su última exposición, donde está presente desde el barro hasta las formas más contemporáneas de la cerámica.

El gran valor de Jorge fue haberse desarrollado como persona gustándole las letras, leía mucho, era muy culto y  valorizando la cerámica como una expresión a través de los tiempos muy junto al arte.

Formó a la república. Jorge no escogió Tonalá nomás por escoger. Jorge trascendió, vimos la exposición, pero no vimos lo que hay en el extranjero, y es una persona muy respetada en el ámbito nacional e internacional. Creo que todos estamos ahorita porque Jorge estuvo en nosotros”.

Gutierre Aceves, coordinador de Casa ITESO Clavigero, experto en arte


“La figura de Jorge es clave en la historia de la cerámica tonalteca y en la historia de la cerámica nacional, ya visto en perspectiva a partir de su última exposición vemos cuáles fueron sus aportes a la cerámica en México.

Creo que Jorge tuvo dos grandes aportaciones. Por un lado, recuperar la tradición del barro bruñido, que era una de sus grandes pasiones, y la otra la introducción de la cerámica de alta temperatura en Tonalá a finales de los años cincuenta. Estas dos acciones por un lado evitan que la cerámica bruñida siguiera en picada, estaba de capa caída en ese momento, y viene a tener una revitalización con Jorge, quien empezó a trabajar y recuperar estas técnicas con un grupo de artesanos, no lo hace solo, sino con una cooperativa, que se llamó Talleres Tonalá, que fue muy importante. Y por otro lado, con la cerámica en alta temperatura viene a dar un giro a la producción de cerámica, que ahora ya es de uso corriente en Tonalá y que no existía.

No creo que haya formado una escuela, desafortunadamente, porque él repartió en diversos momentos sus moldes o en otras ocasiones le sacaron molde a sus figuras, las cuales ya salieron muy distorsionadas, pero la producción de la técnica sí se debe a que él la haya propuesto”.

Walter Boesterly, director del Museo de Arte Popular en la Ciudad de México


“Jorge fue uno de estos hombres del Renacimiento, que pintó, esculpió, hizo joyería, vidrio, cerámica… Sobre todo, fue uno de los grandes promotores de México y no sólo de su obra, dio a apoyo a muchísimos artistas y a sus amigos.

Él introdujo la cerámica de alta temperatura a México, y de ahí hemos tenido una serie de artistas como Gustavo Pérez, Toledo, Alberto Díaz de Cossío, Juan Manuel de la Rosa y muchísimos otros que han hecho cerámica de alta temperatura.

Por otro lado, no sólo introdujo esta técnica, sino que cuando se fue aprender la técnica con los monjes a Oriente tuvo que ser monje para que le pudieran dar toda la técnica, entonces te encuentras a una persona que no sólo quería aprender y retribuirle a su país muchas cosas, sino que te encuentras a alguien que está dispuesto a compartir con la gente.

Fue un gran amigo de Ángela Gurría y Jorge Ibargüengoitia, siempre con ellos tenía un diálogo plástico, literal y conceptual muy importante.

Nos ha dejado un legado muy importante a través de todo lo que él hizo como artista y todo lo que logró como ser humano”.

Macario Covarrubias, del Museo Nacional de la Cerámica

“Jorge Wilmot llegó al pueblo del Tonalá. Él había hecho una visita con su papá y le gustó el pueblo, la cultura y la alfarería. En los años sesenta, Jorge vino y se quedó aquí en Tonalá para crear su obra en barro bruñido con los artesanos de la ciudad, incorporando sus diseños y el estilo que traía tanto en diseño como en conocimiento europeo.

Jorge fue uno de los pilares en los cambios en Tonalá. Formó una escuela muy significativa tanto en el diseño como en los diferentes cambios de la cerámica”.

Ricardo Duarte, director de Cultura Tonalá

Es una pérdida muy lamentable porque difícilmente podremos llegar a valorar en su amplitud la aportación que hizo, que no fue solo en lo técnico sino en esa transformación de la manera de visualizar la cerámica para muchas familias de artesanos tradicionales de Tonalá. Además, más allá de la figura de la cerámica, fue un personaje que ante todo supo ser amigo.

PERFIL
Un transformador en la cerámica


Jorge Wilmot (Monterrey, Nuevo León, 1928-Tonalá, Jalisco, 2012) legó una trayectoria que marcó un hito y un viraje para la producción artesanal en México. Wilmot calificó su vida como “errática” y dijo que lo alcanzado fue gracias a “aquellos tiempos en los que con trabajo y esfuerzo se podía hacer todo”.

Pero fue gracias a ese ímpetu que Wilmot revolucionó la cerámica a nivel nacional, generó propuestas y cambios en los procesos y técnicas de producción, ampliando los horizontes comerciales para lo hecho en barro con la alta temperatura o stoneware. Si bien la autoría de sus fórmulas no le fue reconocida, “el caso es que se hicieron”, decía.

Jorge Wilmot donó el edificio donde ahora está el Museo Nacional de la Cerámica en Tonalá y su colección de artesanía de los siglos XIX y XX. Con un dejo de tristeza, pese a haber obtenido el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1995, así como ocho triunfos dentro del Premio Nacional de la Cerámica, decía: “Lo que pasa es que hay una tendencia a impostarse cosas que no son, y las que son, despreciarlas”.

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