Cultura
Mo Yan. El Nobel que vino de China
Es el primer ciudadano del país asiático en recibir el premio. Tiene una vasta obra narrativa, de un ''alucinante realismo''
Mo Yan ha mostrado su alegría, pero también su sorpresa, por el premio, según los medios chinos. “Me ha sorprendido mucho porque sentía que no estaba muy alto en términos de cualificación (entre los escritores chinos). Hay muchos buenos escritores y mi posición no era muy alta”, ha asegurado a algunos periodistas en su pueblo natal, Gaomi (provincia de Shandong), informa la agencia oficial Xinhua. Según la también agencia oficial China News Service, ha dicho que no piensa que su victoria pueda ser vista como que represente nada. “Creo que China tiene muchos autores excepcionales, y que sus grandes obras deberían ser reconocidas por el mundo. Lo siguiente es poner todos mis esfuerzos en la creación de mis nuevas obras. Seguiré trabajando duro”.
“Mo Yan es el primer escritor chino que gana el Nobel de Literatura. Los escritores chinos han esperado demasiado tiempo, el pueblo chino ha esperado demasiado tiempo”, ha señalado el Diario del Pueblo, órgano oficial del Partido Comunista Chino (PCCh). Por su parte el artista plástico y disidente Ai Weiwei denuncia “la insensibilidad de la Academia sueca” y algunos críticos señalan a Mo Yan como un autor oficial.
Mo Yan (1955) ganó ayer el premio Nobel de Literatura 2012 por una obra en la que combina un “alucinante realismo” con relatos populares, historia y elementos contemporáneos de su país natal, anunció la academia sueca que otorga el galardón.
El narrador, quien llegó a ser tan pobre que comía cortezas de árbol y maleza para sobrevivir, es el primer ciudadano chino en obtener el famoso premio literario de 1.2 millones de dólares otorgado por la academia sueca.
Mo Yan —seudónimo que significa “No hables”, su nombre real es Guan Moye— comenzó a escribir en 1981.
A raíz de su novela Fengru feitun (”Pechos grandes y caderas amplias”), de 1995, que causó polémica en China por su contenido sexual, el Ejército chino le forzó a escribir una autocrítica y Mo tuvo que retirar su obra de la circulación.
El flamante premio Nobel asegura que nunca se preocupa de la censura cuando decide los argumentos de sus novelas. “Siempre hay ciertas restricciones a la escritura en cada país”, declaraba en 2010 a la revista Time, antes de agregar que esos límites podían representar en realidad una ventaja al forzar al autor a “ceñirse a la estética de la literatura”.
Con información de El País/EFE/Reuters
Sólo en la editorial Kailas, desde España
Grandes pechos y amplias caderas
2007 Kailas
La vida y la muerte me están desgastando
2000 Kailas
Las baladas del ajo
2008 Kialas
Shifu harías cualquier cosa por divertirte
2011 Kailas
Sorgo rojo
2009 Kailas
FRAGMENTO
Rana (Mo. Yan, Kailas, 2011)
En los últimos meses del año 1960, un poco después del asunto de comer carbón, me enteré de que mi tía se iba a casar con el piloto. Mi abuela vino a casa para hablar con mi madre de los preparativos de la boda. Finalmente, decidieron talar el árbol centenario de nuestro patio para hacer unos bonitos muebles. Un día vi a mi padre acompañar al señor Fan, el mejor carpintero de nuestro pueblo, hasta el árbol para medirlo. Parecía que el árbol conociese su destino: agitaba las ramas, las hojas producían mucho ruido... Bua, bua, parecía que estaba llorando.
Pasó el tiempo y no tuvimos más noticias sobre la boda. Además mi tía desapareció. Un día fui a casa de mi abuela para preguntar por el enlace, pero en vez de responder cogió un palo y me echó bruscamente.
De repente, me di cuenta de que mi abuela se había convertido en una anciana parecida a las legendarias abuelitas.
Una mañana, cuando recibimos la primera nevada de ese año, el sol estaba muy colorido. Ese día fui a la escuela con los zapatos de paja y el frío me recorrió todo el cuerpo, desde las manos hasta los pies.
Estábamos corriendo en el campo de deporte para entrar un poco en calor cuando, de pronto, oímos un ruido terrible en el cielo. Todos levantamos la cabeza y nos quedamos boquiabiertos al ver un objeto gigante, de color rojo oscuro, que expulsaba un humo negro. Tenía unos ojos grandes y ardientes, dos filas de dientes blancos horrorosos y vibraba; se precipitaba hacia nosotros. Era un avión. Madre mía, ¡un avión!¿Acaso iba a aterrizar en el campo de nuestra escuela?
Nunca había visto un avión tan de cerca. Sus alas generaron una corriente de aire que levantó las hojas secas del suelo y puso de punta las plumas de las gallinas; pensé que sería fabuloso si aterrizase en el campo de nuestro colegio, ya que así lo podríamos examinar de cerca y tocarlo con nuestras propias manos. Si teníamos suerte también podríamos entrar en su interior y encontrar algo interesante; o podríamos pedirle al piloto que nos contara alguna batalla.
Probablemente ese piloto trabajaba con mi futuro tío. Bueno, no, el J-5 de mi futuro tío era mucho mejor que esa cosa negra, por lo que era imposible que mi tío fuera compañero del piloto de ese monstruo tonto y pesado.
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