Cultura

María Negroni se confiesa como lectora

La poeta argentina invitada a la FIL de Guadalajara participó en El placer de la lectura, donde admitió la dificultad de convertirse en lector de poesía

GUADALAJARA, JALISCO (03/DIC/11).- A María Negroni le dan vergüenza muchas cosas, pero igual las dice, y con bastante sentido del humor. El año pasado estuvo leyendo la Biblia, confiesa por ejemplo, y lamenta no haberla leído antes. Y otra confesión que es más dura, quizá, pero a la poeta argentina le hace mucha gracia: a la hora de leer, prefiere las novelas que la poesía.

“En la poesía es más difícil encontrar un gran poeta. Tengo menos tolerancia y me ha costado más trabajo”, cuenta, ante la risa de unas 60 personas que la escuchan en la charla El placer de la lectura. Todos se ríen con ella, y por eso nadie se alarma con el remate a tan escandalosa declaración: “De hecho, no sé ningún poema de memoria”.

Negroni se convirtió en una más de los autores de la FIL que se suman a este espacio en donde se habla de hábitos de lector, y nada más de eso. Este sábado le preguntaron acerca de cómo se involucró en Pequeño mundo ilustrado, su más reciente libro, pero también en De tanto desolar, escrito durante la dictadura argentina y que fue su primer libro: “Ese libro me salvó la vida, era un momento muy difícil, en el 85. No lo he vuelto a leer, pero quizá me gustaría todavía hoy”, dijo cuando le preguntaron cómo decidió escribir por primera vez. “Es que uno no decide: lo escribe uno y luego se da cuenta de que lo escribió”.

De hecho, tuvo más declaraciones de gran seriedad, todas hechas con humor: dijo que lee poca poesía pero, cuando le pidieron nombres de los autores a que disfruta, tuvo no menos de 20: Gamoneda, Gelman, Sor Juana, Paz… de Chile, Vicente Huidobro, a quien, “si tuviera que elegir”, escogería incluso por encima de Pablo Neruda.

Explicó que los libros que más le marcaron son, decididamente, los que leyó en la adolescencia. Como cuando se convirtió en lectora de Herman Hesse y repasó sus títulos uno detrás de otro, en una época en que leyó tanto a Nietzsche que ni se enteró de que se había hecho fan de un título apócrifo: Mi hermana y yo. También admitió que la marcó, como lectora, la manifestación de los “okupas” de Wall Street de las últimas semanas: fue a ver el campamento (ella vive en Nueva York) y encontró que habían instalado una biblioteca con libros de lomos remarcados OWS (Ocuppy Wall Street), y que un joven subido a un banquito le leía Oliver Twist a un pequeño público. “Ahí me ganaron”, aceptó.

En cualquier caso, famosa como poeta, insistió en la dificultad de recomendar poesía a los demás, dado que el lector debe atreverse a buscar al poeta que “respire a la misma velocidad”, y eso no la detuvo de recomendar a un niño Tom Sawyer y Peter Pan.

“Leer es interminable, gracias a Dios”, reflexionó la poeta, al sostener, muy seria esta vez, que la literatura es lo más importante de su vida. “Tengo muchas cosas importantes, pero lo que más me importa es leer y escribir; y en ese orden”,

EL INFORMADOR / IVÁN GONZÁLEZ VEGA
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