Cultura
Los niños también apoyaron la Revolución
El papel de los pequeños dentro de las tropas era de espías, soldados y arrieros
Con la intención de definir con exactitud el papel de los niños y niñas en la Revolución Mexicana, varios historiadores se han dado a la tarea de rescatar su papel en la lucha armada, a pesar de su corta edad.
La historiadora Tania Carreño King señala en el libro Infancia y Revolución (Suma Mexicana, Conaculta, 2010) que “no hace muchas décadas, los niños iban a la guerra sin que los organismos internacionales crearan convenios y protocolos humanitarios para evitarlo. En primer lugar porque dichos organismos no existían –el mundo no se había peleado lo suficiente o al menos no tan violentamente como para tener que crearlos--. En segundo, porque la concepción que se tenía de la infancia hace 100 años dista mucho de parecerse a la que tenemos el día de hoy”.
Para Carreño King la participación de los menores en la gesta de principios del siglo XX se ha estudiado poco.
“La idea es rescatar totalmente la historia olvidada de los pequeños en la Revolución”, afirma la coautora del Los niños villistas, una mirada de la historia de la infancia en México, libro que tiene su origen en las imágenes del Archivo Casasola.
La historiadora señala que cuando dejó de mirar en las fotografías a personajes como Francisco Villa, Emiliano Zapata y Francisco I. Madero, y comenzó a observar el entorno y los segundos planos, descubrió “que había gran cantidad de niños”. Esos pequeños capturados en las imágenes son la evidencia de su paso por la lucha revolucionaria, del estilo de vida de la época y de cómo era entendido el concepto de infancia.
La familia
La Revolución Mexicana sumó a grupos campesinos. Del movimiento, Carreño King comenta que fue “un proceso turbulento que irrumpió de maneras distintas en la vida cotidiana de los niños de entonces. Para los miles de campesinos que se unieron a la guerra fue natural llevar a la familia consigo y reproducir en los campamentos revolucionarios la organización familiar cotidiana, donde cada miembro del grupo cumple con una responsabilidad y un papel determinado”.
En el ambiente rural, la familia era entendida como “una unidad domestica de trabajo”, es decir que cada miembro tenía un papel que cumplir. Los pequeños debían sumarse al trabajo agrícola y las niñas participaban en labores domésticas. Con la Revolución, todos se enlistaron a las tropas.
El rol de los infantes
En este año de festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, una de las reflexiones generadas es que el concepto de infancia es muy diferente ahora que en 1810 y en 1910. En el caso de la segunda fecha, a un niño de 12 años ya le consideraba un joven, de ahí su participación en el movimiento de principios del siglo XX.
La edad era el parámetro para determinar los diferentes roles. En el caso de los bebés y hasta poco más de los tres años de edad no eran activos. “Acompañaban a la familia y eran cuidados por las madres que los cargaban en los rebosos”, añade Carreño King.
A partir de los cinco años se les encomendaban tareas sencillas como cuidar a los animales, acarrear el agua de los pozos a los campamentos o las tiendas, así como llevarle tortillas y comida a los revolucionarios.
Cuando los pequeños tenían entre siete y nueve años de edad, los varones se alistaban a las bandas de guerras y seguían con el cuidado de los animales. En cambio las mujeres se enfocaban a ayudar en la preparación de los alimentos y cuestiones domésticas.
Desde los 10 años, los revolucionarios comenzaban a asignar labores de guerra y entrenamiento militar. Los niños podían ya portar rifles y algunos eran enviados directamente al combate, “hecho que era considerado un honor por los menores”, afirma la autora.
La muerte en los niños era más común por enfermedad que por decesos en combates. “Vivían en condiciones muy insalubres, durante meses vivían hacinados en trenes y en campamentos, y las enfermedades eran algo muy común”, concluye la historiadora.
Espionaje, la principal tarea
Carreño King comenta que una de las funciones más comunes asignadas a los niños era el espionaje, de acuerdo a testimonios de la época y documentos históricos. “Los revolucionarios enviaban contingentes de niños a los poblados que seguían en el camino para que avisaran cuál era la situación. De avanzada iban los niños para ver si las tropas estaban por los alrededores y regresaban a dar aviso”.
“Muchos niños dejaron a su familia, se iban a pelar porque era una manera de salir y una posibilidad de irse a la aventura”, expresa la historiadora, quien reconoce que no hay cifras sobre la participación de los infantes porque no se ha estudiado a fondo el papel de los niños en la Revolución.
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