Cultura
Los mercados se trasladan a sitios cerrados
Durante la Revolución Mexicana, hubo desabasto de las ciudades por el secuestro de trenes con cargamentos de alimentos y vestimenta
Por reglamento y con la finalidad de garantizar el abasto de las ciudades, que ya para entonces era muy acelerado su crecimiento, se estableció que cada plaza tuviera un mercado, donde se vendieran frutas, verduras cereales y granos, artesanías, ropa y calzado.
En el caso particular de Jalisco, según Laura Rueda, investigadora del Departamento de Estudios Políticos y de Gobierno del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara, no hubo desabasto de alimentos durante los brotes armados que surgieron previos a la Revolución Mexicana, ya que el Estado se mantenía al margen de cualquier estallido social.
“A Jalisco podría decirse que la Revolución le llegó tarde, quizá en julio de 1914, con los obregonistas que venían en busca de un capitán de las fuerzas militares de Victoriano Huerta. Por ello, aquí no hubo con frecuencia tomas de trenes con cargamentos de alimentos, telas y calzado, por lo que no se interrumpió el abasto de la ciudad, lo que sí sucedió en otras regiones del país”.
En gran medida, esa paz que se respiraba en el interior del Estado había sido pactada por la burguesía jalisciense, para que en los pueblos donde tenían inversiones, no se vieran afectados por las trifulcas revolucionarias.
Sin embargo, en 1909, un año antes del estallido social se presentó una crisis agrícola, que propició el desabasto de las ciudades. “Es algo muy curioso que ha pasado justo un año antes de los movimientos armados. Antes de que iniciara la lucha de Independencia y previo a la Revolución Mexicana, hubo déficit de alimentos”.
De los acontecimientos de 1910, la investigadora señala que “hay documentos originales de presidentes municipales que informan al Congreso del Estado que hay problemas para conseguir maíz debido a una sequía, por lo que piden crear una bodega de granos para garantizar el surtido de los pueblos, con la condición de que todo el grano se vendiera a los habitantes, porque se estaban muriendo de hambre”.
Mientras sucede la revuelta revolucionaria en el Norte, Centro y Sur del país, en Jalisco hay una tensa paz. “Aunque no hay brotes de violencia en el Estado, los cargamentos que vienen de las regiones que son escenarios de la Revolución son interrumpidos por secuestros a los trenes, situación que se extiende hasta 1916, evitando que producciones agrícolas lleguen tanto a Guadalajara como a otras localidades”.
Dicho desabasto provocó el incremento de los precios de los productos en los mercados.
Espacios de convivencia
Durante el tiempo que hubo brotes de violencia en el país, la gente se refugió en sus casas y en el trabajo, por lo que los mercados se convierten en un buen espacio para el esparcimiento y la convivencia social.
“Al ser espacios públicos, estos centros de comercios son lugares idóneos para la convivencia, el chisme, las noticias, el intercambio de ideas e incluso surgen relaciones de poder”, afirma Laura Rueda.
A pesar de que la paz fue comprada por la clase alta en Jalisco, los mercados siguen abiertos para toda la clientela, “no había discriminación ni distingo de clases sociales, aunque cada colonia o barrio tenía su propio centro de comercio”.
Moneda oficial
A finales del siglo XIX, el Gobierno mexicano establece una moneda oficial que carece de valor regional y nacional, denominada “tlaco”, que consiste en un pedazo de cobre, “que los hacendados emitían y acuñaban con el nombre de la hacienda y la fracción a la que equivalía cada tlaco, pero era únicamente para uso interno, es decir, los peones tenían que gastar en las tiendas de raya”.
Esta moneda desaparece con la llegada de la Revolución Mexicana, “específicamente con la promulgación de la Constitución de 1917, que promueve la creación de una moneda única. Más adelante con Plutarco Elías Calles se crea el Banco Central, que deviene en el Banco de México y es el único organismo que puede crear y dar monedas, porque durante el Porfiriato estábamos llenos de bancos extranjeros y ellos tenían la libertad de emitir billetes y monedas”.
Origen del regateo
El típico regateo que se da en los tianguis y mercados, que consiste en pedir al comerciante una rebaja en el precio, tiene su origen a partir de un personaje llamado “Regatón”, que aparece en la época de la Colonia, explica la investigadora Rueda.
“Es un personaje que se ponía a las orillas de la ciudad, en donde estaban los caminos reales, muy cerca de las garitas, y a los introductores de harina, ganado y granos, el regatón les compraba muy barato sus cosechas, pero de manera fraudulenta, porque las autoridades españolas no lo reconocían como comerciante. Era una especie de coyote, que una vez que entra a las ciudades vende más cara la mercancía”.
EL INFORMADOR / Omar Castañeda
En Guadalajara, el tianguis o mercado más antiguo es El Baratillo, que se ubica en la calle 36 (Porfirio Díaz) y Puerto Melaque, en la colonia Santa María. Ahí se puede encontrar ropa, calzado, antigüedades, animales, aparatos electrónicos, comida, frutas y verduras, entre otras mercancías.
De acuerdo a los mismos comerciantes, se trata del tianguis más grande América Latina, que comprende cerca de cinco kilómetros, en los cuales se ubican hasta 10 mil comerciantes.
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