Cultura
Los garabatos de los turistas quedan plasmados en el Muro de Berlín
Son casi 1.3 kilómetros de longitud lo que quedo del muro hoy es la mayor galería de arte al aire libre del mundo
Mensajes de amor, dedicatorias, autógrafos o la típica frase "yo estuve aquí" junto a la fecha de su escritura se mezclan con las obras pintadas en 1990 por más de 100 artistas y que fueron declaradas patrimonio artístico en 1992.
Con casi 1.3 kilómetros de longitud y situado en la Mühlenstrasse en el distrito de Friedrichshain, en el antiguo sector oriental de Berlín, se trata del trozo de muro más largo que se conserva en pie en la ciudad y de la mayor galería de arte al aire libre del mundo.
Veinte años atrás, pinceles y pinturas de "spray" fueron los materiales elegidos para celebrar la caída del Muro y decorar el gris hormigón que se conoció como La Franja de la Muerte de una manera que hasta entonces sólo era posible desde el lado occidental.
El año pasado, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la caída del Muro, se llevó a cabo la restauración de las pinturas consistente en limpiar las rayadas y escritos de los visitantes y en conseguir que los mismos artistas de entonces repintaran sus obras.
Entre ellas, el famoso "Beso a tornillo" entre Leonid Breznev y Eric Honecker, del ruso Dimitri Vrubell, o "Parlo d'amor", del catalán Ignasi Blanc, único español entre el centenar de artistas que decoraron entonces el Muro.
La restauración costó dos millones de euros y hasta finales de 2009 las paredes se mantuvieron limpias gracias a unas patrullas que se encargaban de su vigilancia.
Sin embargo, la reducción en los presupuestos para 2010 hizo que la partida para salvaguardar los grafiti de la East Side Gallery desapareciera y que los turistas que la visitaban comenzaran de nuevo a estampar sus rúbricas y demás mensajes.
A lo largo del trayecto del Muro, unas placas blancas resumen, en alemán y en inglés, la historia del monumento y advierten de la prohibición de dañar las pinturas, so pena de sanción.
El saltarse la norma a sabiendas, la no lectura de esas advertencias o la cantidad de firmas ya existentes llevan a cientos de turistas cada día a incluir sus mensajes en el trozo de Muro más visitado de Berlín.
No es cuestión de edad ni de procedencia, son muchos los que se lanzan a escribir sus pensamientos o ideas ante la fotografía para el recuerdo de sus amigos o la mirada crítica de otros turistas.
Simples firmas que evidencian el paso de alguien por el monumento o mensajes de amor basados en un par de nombres unidos con un corazón, configuran la mayor parte de los escritos que llenan el Muro y que pueden leerse en diferentes idiomas.
También hay dibujos originales, poesías, gritos de libertad, textos que claman por el derrumbe de otros muros existentes en el mundo o reivindicaciones como "soy gay y estoy orgulloso de ello".
Manteniéndose bastante limpias las pinturas más conocidas o las que tienen colores oscuros, la mayor parte de los escritos de los turistas se sitúan en las zonas cuyos fondos son blancos o no han sido repintados.
La prensa berlinesa ha alertado sobre la cantidad de autógrafos en el monumento y varias voces vinculadas con la East Side Gallery piden que se reanude la vigilancia en la zona.
A la española Sandy Fresnes, que ha llegado a Berlín con sus amigas con el bonotren europeo "Interrail", le ha "impactado el colorido de este trozo de muro" y pese a que no está de acuerdo con que la gente "pintarrajee" encima de los grafitis, ha escrito un mensaje en uno de los huecos blancos de la pared.
"Gijón-Berlín 2010", acompañado de su firma, es su aportación al monumento.
"El muro es algo muy importante, es algo histórico y con mi firma es como si formara parte de ello", señala Fresnes como la razón que le ha llevado a incluir su rúbrica en el hormigón, al tiempo que confiesa que no sabía que estuviera prohibido.
Síguenos en