Cultura

Los anteojos de Baskerville

Un Bicentenario olímpico

Este año, los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana se adueñarán del escenario cultural del país. Los organizadores diseñan ya el evento central, que será un espectáculo de calle de cinco horas de duración en el Zócalo de la Ciudad de México y en el Paseo de la Reforma. Aseguran que será uno de los cinco espectáculos masivos más vistos por televisión en todo el mundo, entre los que destacan los Juegos Olímpicos de Invierno en Vancouver y el Mundial de Futbol de Sudáfrica.

Y saben lo que dicen, pues el equipo organizador está encabezado por Ric Birch, productor de los ceremoniales olímpicos de Los Ángeles (1984), Barcelona (1992), Sydney (2000), Turín (2006), asesor también de la apertura y clausura de las Olimpiadas de Beijing (2008). Cuenta, además, con el apoyo del director artístico del Carnaval de Venecia y coproductor de las ceremonias de apertura y clausura de las Olimpiadas de Invierno en Turín, Marco Balich, y de Claudio Valdés Kuri, realizador de De monstruos y prodigios: la historia de los Castrati y El automóvil gris, realizaciones todas de montaje excepcional.

Los comentarios de los participantes seleccionados para la realización del evento destacan el profesionalismo, la neutralidad, la apertura y la rapidez con la que se está trabajando, lo cual, sin duda, es bueno. Sin embargo, pareciera que en materia de cultura las acciones del gobierno se ejecutan mejor desde la iniciativa privada. Y es que Instantia Producciones, la empresa fundada por Ric Birch, es la encargada de contratar a los directores y colaboradores que realizan la propuesta del magno evento y si algo los ha caracterizado es la eficaz fluidez de recursos para operar, algo que no tuvieron las instituciones encargadas de los festejos en su momento. Señalan que si fuera el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) o el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) los que estuvieran detrás de la organización, estarían en serios problemas.

Habilitar técnica y presupuestalmente a las empresas privadas y dejar en calidad de espectadoras a las instituciones es un precedente negativo. Esto es parte de lo que sucede cuando a un partido político le toca festejar (que no conmemorar) algo en lo que no cree.

La visión del Partido Acción Nacional sobre la Independencia y la Revolución es distinta a la que por décadas se difundió a manera de evangelio. Y si no, considérese la iniciativa presentada por su bancada el 12 de junio de 1991 ante el Congreso de la Unión. Propone como parte de la conmemoración del quinto centenario del descubrimiento de América la publicación de la Historia de la América española, de Alfonso Toro, Décadas del nuevo mundo, de Pedro Mártir de Anglería, La conquista de las rutas oceánicas, de don Carlos Pereyra, Historia de las Indias, de Fray Bartolomé de las Casas, La verdadera historia de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, así como Recopilación de leyes de los reinos de las Indias e Historia antigua de México, de Francisco Javier Clavijero. ¿No es ésta una visión parcial de la historia? En el fondo es igual de parcial a la que padecimos en las décadas del priismo en esa nefasta “cultura del mural” relatada por Carlos Castillo Peraza, que fijó en generaciones de mexicanos la visión de un México dividido entre vencedores y vencidos.

Por el momento, si el magno evento conmemorativo logra el rating esperado por los organizadores, que va de un rango entre los Juegos Olímpicos de Invierno en Vancouver y el Mundial de Futbol de Sudáfrica, y los mexicanos quedan satisfechos, se habrá cumplido el primer compromiso del Programa Nacional de Cultura 2007-2012.
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