Cultura
Los anteojos de Baskerville
Lo que faltaba, un partido pirata
La protección a la creación artística, establecida en el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y enmarcada en diversas constituciones del mundo, ha comenzado a librar debates determinantes. En las elecciones europeas del pasado fin de semana, uno de los partidos suecos denominado Partido Pirata enarboló la bandera del software libre y logró así colar a dos eurodiputados en el Parlamento Europeo. Se trata de un partido debidamente registrado, cuyo mote de "pirata" se debe a la defensa de la libre circulación de contenidos en internet. Su crecimiento electoral se dio en torno a un caso de piratería que terminó sentenciando a los acusados. Fundado a principios de 2006, cuando para muchos era solo un pequeño movimiento social con apenas 35 mil seguidores, hoy cuenta con más de 200 mil votantes. En Alemania se ha creado ya otro "partido pirata" con las mismas característica e igual aceptación.
La meta del Partido Pirata sueco en el Parlamento Europeo es, según sus propuestas, reducir el abuso del poder y de la propiedad intelectual por parte de las industrias, así como legalizar el intercambio de archivos digitales para uso personal.
Su razonamiento es simple: si el gobierno decide perseguir a usuarios por intercambiar (sin fines de lucro) contenidos en internet, no deben entonces sorprenderse de que las mismas personas, que tienen poder electoral, elijan al Partido Pirata para que los represente. En su declaración de principios, sostienen el compromiso de cambiar la legislación global para facilitar el desarrollo de la sociedad informática, caracterizada, dicen, por la diversidad y la libertad. Proponen un nivel mayor de respeto a los ciudadanos, a su derecho a la privacidad; reformar el derecho de autor y las leyes de patente. Sus principales creencias son la protección de los derechos de los ciudadanos, la liberación de nuestra cultura, bajo el entendimiento de que las patentes y los monopolios privados están dañando a la sociedad. Ahora bien, es fundamental entender que el derecho de acceso a la cultura, recientemente incorporado a la legislación mexicana, no está aislado de la protección a la creación, el segundo paso natural en el proceso de reconocimiento de estos derechos culturales. Existen acciones como las implementadas por el Ministerio de Cultura francés, facultado para emitir recomendaciones vinculantes a los organismos encargados de vigilar el correcto desempeño de los medios de comunicación, esto en defensa de la protección a la creación, o bien las medidas anunciadas por el gobierno británico de reducir el ancho de banda, en lugar de la desconexión, como ocurre en Canadá, de los usuarios que sean sorprendidos descargando contenidos.
La representación del Partido Pirata, si bien no es del todo representativa en el Parlamento Europeo, sus dos eurodiputados deben ser una advertencia para las diversas expresiones políticas. En ese sentido, México tiene el enorme reto de establecer límites al derecho de acceso a la cultura y uno de ellos es la protección a la creación, por impopular que resulte. La adopción de modelos como el copy left podrían ser una vía, dado que establece niveles de liberación de contenidos dependiendo los fines de uso. De lo contrario, nuestro país, caldo de cultivo para la creación de un "partido pirata", vería entorpecido el proceso de reconocimiento del derecho de acceso a la cultura. Recordemos cómo inició el negocio de los partidos verdes en el mundo, pero sobre todo sus nefastas consecuencias.
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