Cultura

Los Taibo dialogan con cientos de jóvenes

''La literatura es el acto en el que yo escribo y tú me encuentras'', insistieron los dos hermanos ante un público de adolescentes

GUADALAJARA, JALISCO (03/NOV/10).- Desde temprano, las calles que rodean a Expo Guadalajara fueron una superficie herida por el Sol que cala desde lo alto. Varios grupos de estudiantes se aglutinan en la entrada de la Feria Internacional del Libro (FIL): peregrinos de preparatoria, de secundaria, se juntan en pequeñas jaurías sometidas al pupilaje del profesor en turno. Actúan como leones que, tras un mes a pan y agua, han de ser liberados en la FIL.

Mientras los chicos trasponen el umbral y se dirigen a formarse en otra fila para entrar al Auditorio Juan Rulfo, no advierten que Benito Taibo lleva minutos rastreando los rincones desesperadamente en busca de su hermano Paco Ignacio Taibo II: ¿dónde se había metido?
Benito, con su andar pendular de oso, suéter rosa al hombro, se desliza sobre la superficie gris aterciopelada de la alfombra preguntando por su hermano menor. “¿No has visto a Paco?”, se escuchaba al autor de la novela Polvo mientras seguía buscando.

A esas horas, no tan lejos de ahí, cuando ya las sillas dispuestas en el Auditorio Juan Rulfo están ocupadas en su totalidad, Paco responde la última pregunta de la última entrevista del día que comenzó a agitarle los bigotes desde las ocho de la mañana. Ya terminado el asunto, se incorpora de su sitio y, como un fruto verde que es partido por la mitad y busca reincorporarse a su naturaleza, camina hacia el auditorio al encuentro con Benito, que lo espera al borde de la primera fila de sillas en el salón.

Karateca, saxofonista, bombero y escritor

Paco Ignacio Taibo II, bigote de puntas rencorosas que combina a la vez tres colores (ocre, negro y blanco), los lentes sin montura que le cabalgan en la nariz al momento que habla con su voz de eses arrastradas, narra del día lejano en que su padre le preguntó qué quería ser. Apenas tenía cinco años. Contestó con temeridad que quería ser karateca, saxofonista, bombero, escritor.

Y muchos años después, ahora con Paco de 55 años, mientras empujaba la silla de ruedas de su padre, él volvió a hacerle la misma pregunta. “Y ahora, ¿qué quieres ser?”. “Escritor”, responde. “Si eres escritor eres todas esas cosas que querías ser: karateca, saxofonista, bombero”, definió el autor de La lejanía del tesoro. Ésta y otras historias fueron las que contaron los hermanos Taibo para, primero, apagar el murmullo inquieto que se paseaba por el auditorio, y para invitar a los jóvenes al placer de la lectura: “La literatura no es el acto de creación, es el acto en el que yo escribo y tú me encuentras”.

Tras una charla antisolemne y llena de anécdotas, los Taibo jugaron a la metamorfosis literaria: Benito fue por un momento Robin Hood, la cucaracha de Kafka y el coronel Aureliano Buendía, mientras que Paco imitó la secuencia pero con Los tres mosqueteros y Peter Pan.
Además, invitaron a todos a leer las obras de Francisco de Quevedo, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes. Todavía se dieron tiempo de criticar el uso excesivo de la palabra “güey” entre los jóvenes y el empobrecimiento del lenguaje que esa “muletilla” genera. También, los hermanos Taibo se mostraron afectos al Diccionario de Mexicanismos que publicó la Real Academia Española, ya que, cuando Benito se preguntaba si comprarlo o no, encontró entre sus páginas el término “vale Wilson” y Paco “te voy a romper tu mandarina”, que para él suena como “un golpe muy ‘frutoso’, tropical y jugoso”.

La charla avanzó durante más de una hora repleta de anécdotas de libros, frases de poetas y alusiones que invitaban a los jóvenes a mezclarse por los meandros de la lectura.

Al final, Paco volvió a perderse, pero esta vez Benito ya no lo buscó. El historiador fue a fumarse un cigarro, escondido en un rincón, para después sumergirse en la firma de autógrafos que le tocaba encabezar.
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